Renuente al uso de la tecnología -ni teléfono celular ni aparatos en casa- el historiador potosino, Enrique García Blanco, terminó seducido por las redes sociales donde terminó divulgando sus atrayentes conferencias, fascinantes entrevistas y excitantes recorridos guiados.
Empero, lo mejor quizá eran sus pláticas, de esas que dejan boquiabierto; esos relatos que dejó a los amigos en la bohemia, en la intimidad.
García Blanco -Quique, para muchos de sus amigos-, falleció el martes pasado, en su domicilio, ese inmueble donde atesoraba documentos por doquier, bosquejos, fotografías y decenas de libros, con los temas que le apasionaban.
García Blanco logró la licenciatura en Economía y la Especialidad en Historia del Arte Mexicano en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, y realizó la maestría en Historia del Arte en la Universidad Nacional Autónoma de México, especializándose en el periodo virreinal.
También fue un defensor enérgico del patrimonio arquitectónico de San Luis Potosí, y hasta lo transpiraba cada que debía encabezar un recorrido por el centro Histórico, relatando a detalle las fachadas de los edificios históricos.
Cuando García Blanco presentó uno de sus libros (“San Luis Potosí en la obra de Francisco de la Maza. Antología crítica”), lo dijo con total claridad: “Aquí en México lo que nos ha faltado es conocer; para poder respetar, hay que tener conocimiento del pasado, hay que conocer la historia”, luego de denunciar que se ha dejado de respetar el patrimonio cultural inmueble.
Innumerables presentaciones de libros y conferencias, como la que ofreció con el tema “El Barroco y la representación de las emociones en el arte novohispano”, alentaron a muchos a empaparse de esos temas.
Fue además de historiador una especie de cronista citadino. Era toda una correría ir con él, transitando por el Centro Histórico, pues de tramo en tramo se detenía a exponer a su acompañante una breve descripción, pero muy detallada, de algún adorno de alguna fachada, de cualquier placa antigua.
“La ciudad todavía tiene muchos secretos para nosotros, y el desconocimiento de las leyes no nos exime de ellos”, dijo en una ocasión.
Siempre de trato muy educado, cortés y formal, García Blanco también incursionó en las entrevistas a personajes y temas urbanos, como las leyendas potosinas, y algo que lo caracterizó es que solía ser respetuoso del trabajo de otros historiadores; siempre les dio su crédito.
El historiador García Blanco dejó mucho trabajo inconcluso, y es de esperarse que la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí, donde laboró en la dirección de Patrimonio Arquitectónico, lo rescate.
Descansa en paz, amigo Quique.