El Carmen, imponente monumento Nacional

Nicolás Fernando Torres, ordenó su construcción en el siglo XVIII, junto con un convento; en 1764 se concluyó la obra del recinto religioso

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

  · domingo 16 de agosto de 2020

Norma Rivera | El Sol de San Luis

  • En el altar mayor estilo neoclásico, obra de los frailes carmelitas se ve en su centro a la Virgen con el Niño, a la izquierda Santa Teresa y a la derecha San Juan de la Cruz, imágenes pilares de la Orden Carmelita, donde en su parte alta se encuentra San Elías, patrono del Convento
  • Existen diversas historias, pero las más difundida es la de una bruja que buscaba algún tipo de redención por sus malévolos actos, y fue por eso que se acercó al templo, con la insistencia de poder purificar su alma y descansar en la vida eterna

En el Centro Histórico de la Capital, se encuentra una estructura arquitectónica imponente como ninguna otra, el Templo del Carmen, uno de los más extraordinarios monumentos del arte barroco en México.

Construido a mediados del siglo XVIII bajo la munificencia del hacendado Nicolás Fernando Torres, quien gracias a sus donaciones se pudo construir no sólo el templo sino también el convento del Carmen. El terreno donde se erigió fue donado por don Bartolomé López de Messa en el año de 1740, para en 1746, se otorgara la licencia necesaria para su construcción, por parte del rey Felipe V.

Norma Rivera | El Sol de San Luis

En el año de 1764 concluyó la obra del recinto religioso labrado en cantera dorada, con elementos distintivos del estilo barroco en su variante churrigueresco. Su fachada exhibe cortinajes en piedra, sostenidos por niños desnudos que simulan la apariencia de ángeles. Consta de tres cuerpos, columnas salomónicas, y pilastras de estípite, propias del arte churrigueresco.

Los elementos más sobresalientes de su fachada son el arco florecido de la puerta, las columnas en piedra adornadas que lucen motivos vegetales, el ventanal de su segundo cuerpo y la torre, de las más icónicas del barroco mexicano.

Su portada lateral, consta de dos cuerpos, en el primero se pueden vislumbrar dos columnas retorcidas o helicoidales, en forma de tirabuzón, que tratan de simular las columnas salomónicas del templo de Jerusalem. Sus pilastras son piramidales y cuenta con relieves florales en cantera. Todas estas características arquitectónicas dieron como resultado que el Templo del Carmen fuera declarado monumento nacional en el año de 1936.

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En su interior, al inicio de su edificación contó con un fastuoso retablo dorado construido por el arquitecto celayense Eduardo Francisco Tresguerras, que posteriormente sería destruido por los frailes carmelitas para construir un altar mayor de estilo neoclásico.

Éste fue realizado en mármol, cantera y ladrillo estucado, mayormente en sus columnas, que simulan además como si estuviera elaborado en mármol rojizo. Aún se mantienen a la vista sus esculturas originales, elaboradas por el maestro Sixto Muñoz, bajo el encargo de los hermanos Tresguerras.

A la distancia se puede divisar en sus centro a la Virgen con el Niño, a la izquierda Santa Teresa y a la derecha San Juan de la Cruz, imágenes pilares de la Orden Carmelita, donde en su parte alta se encuentra San Elías, patrono del Convento.

Norma Rivera | El Sol de San Luis

De su parte interior lo más representativo y valioso es el altar tabernáculo que expone unas finas columnas y elegantes ornamentaciones, elaboradas en alabastro.

De igual forma el arte sacro que resguarda este templo, es uno de los acervos de obra más importantes de la entidad. En total se exhiben 10 lienzos sobre la vida de la Virgen, elaborados por el artista novohispano Francisco de Léon. Asimismo hay otras piezas pictóricas que hacen alusión a la vida de Santo Tomás. También se sabe que el Fray Pedro de la Concepción, hizo construir un conducto subterráneo para traer agua de Tequisquiapán, donde mencionan algunos cronistas de la entidad que estos túneles supuestamente comunicaban al Templo del Carmen con otros templos e iglesias.

LEYENDAS PAGANAS

El Templo del Carmen, como muchos otros lugares de la entidad, está repleto de historias que envuelven de mística su edificación.

Cuenta la leyenda que transcurría el año de 1759, momento en el que apenas se iniciaban los trabajos de construcción de este recinto, cuando se murmuraba que en el ahora Centro Histórico de la entidad y sus barrios aledaños, rondaba un espíritu atemorizante.

Norma Rivera | El Sol de San Luis

Muchos decían que se trataba de una mujer la cual se quedó atrapada en el plano de lo terrenal por la cantidad de pecados que cometió en vida, otros tantos mencionaban que era una bruja condenada por actos blasfemos en la entidad.

Se menciona que mientras se erigía el Templo del Carmen, trabajadores indígenas expusieron haber visto a una mujer rondando la construcción por las noches, donde los mesías de dicho templo argüían que era resultado de las largas y extenuantes jornadas a las que se enfrentaban los trabajadores y que debido al cansancio imaginaban cosas.

Con el pasar del tiempo estos rumores se volvieron más frecuentes, y ya no sólo los trabajadores decían haber visto aquél espíritu, sino también la gente que rondaba los alrededores señalaban que un ente de silueta femenina se aparecía en lo que sería la fachada del hoy Templo del Carmen.

Una noche mientras los artesanos indígenas continuaban labrando los delicados adornos de las pilastras y el arco de la fachada del templo, empezaron a escuchar un clamor a lo lejos. Todos ellos alertas detuvieron su trabajo, tal vez por el cansancio y también por el espanto que debió ocasionarles aquella situación.

Muchos de ellos se pusieron a descansar entre los grandes bloques de cantera rosada que formarían parte de la edificación del recinto religioso. No pasó mucho tiempo cuando empezaron a sentir un frío que les heló la sangre.

Fue entonces que todos aquellos trabajadores pudieron divisar en la entrada del Templo del Carmen a aquella mujer, vestida de negro y que parecía que sus pies ni siquiera tocaban el suelo. Muchos de ellos corrieron a resguardarse detrás de la fachada de la iglesia.

Este ente trató de perseguirlos, pero sin éxito alguno no logró entrar al templo. Muchos curiosos asomaron su rostro para ver si había desaparecido la bruja, y entonces como acto de magia, volvió a hacerse presente, su mano parecía fuego puro, y según lo relata la historia, esta mujer dejaría marcada su mano sobre la cantera de la fachada, al verse imposibilitada a entrar.

Existen diversas historias, pero las más difundida es que esta bruja buscaba algún tipo de redención por sus malévolos actos, y fue por eso que se acercó al templo, con la insistencia de poder purificar su alma y descansar en la vida eterna.

Al día de hoy la mano de la “Bruja del Carmen”, continúa marcada en uno de los bloques de cantera, que forman parte de la fachada del Templo del Carmen, como un recordatorio para todo aquél que obra en maldad, tal vez no encuentre descanso sin haber manifestado arrepentimiento ante la imagen impoluta de Dios Cristo.

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