/ domingo 28 de abril de 2019

Denisse narra su experiencia con la copa menstrual

Entre las ventajas de este sistema se encuentran: su duración, pues puede usarse durante todos los días y noches, tienen una vida prologada de 10 años

Desde hace cinco años, Denisse Martínez, “entró en una etapa de conciencia”, como ella lo define al contar en exclusiva a El Sol de San Luis, sobre el uso de la copa menstrual, que es un recipiente que se inserta en la vagina durante el periodo para depositar el flujo.

A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa menstrual no absorbe la sangre, más bien, se queda contenida en el interior de la copa hasta que se extrae de la vagina y se desecha el líquido.

Denisse es licenciada en Ciencias de la Comunicación, aún no alcanza los cuarenta años de edad y constantemente viaja por el mundo, por diversas situaciones, algunas de ellas laborales, decidió sustraerse hacia este tema, debido a que está sumamente preocupada por el alto riesgo en que se coloca al cuerpo humano ante los métodos tradicionales de higiene íntima, por la alta contaminación que favorece el uso de tampones o toallas higiénicas, además del alto costo que representan.


Ella adquirió la copa menstrual en Estados Unidos de América en 35 dólares y en México por más de 700 pesos, este dispositivo de ayuda femenina tiene una duración de diez años, por lo que considera que también está haciendo un bien al medio ambiente y a su economía.

“Sí es algo muy diferente a lo que hacemos las mujeres, me estaba informando de técnicas nuevas para usar alternativas a las toallas sanitarias, lo hice bajo supervisión de mi ginecólogo y entre los dos, decidimos cuál era el método más práctico y menos dañino”.

Consciente de que tanto los tampones como las toallas sanitarias son un problema para el medio ambiente y para el cuerpo humano, ya que en ocasiones se vuelven peligrosos debido a los químicos que pudieran contener los algodones, decidió no ponerse más en peligro “hay muchos métodos que pueden causar hasta la muerte, porque usan químicos, además de que no son biodegradables"; al buscar en internet le llamó la atención la DivaCup que es la copa menstrual, donde observó muy buenos comentarios de quienes la han utilizado y por esa razón me animó.

Cabe destacar que un tampón puede llegar a tardar en desaparecer cientos de años. De las compresas ni hablamos, ya que pueden llegar a tardar en desaparecer del planeta hasta 300 años por el 90 por ciento de plástico que contienen. Las copas menstruales rudimentarias han circulando desde el año 1867 en Estados Unidos y hasta el día de hoy las también nombradas “The Keeper”, han tenido ciertos cambios como que fabricación ya que están hechas con silicona médica, que le da resistencia y a su carácter reutilizable, además de ahorros económicos.

“Son prácticas, depende de los fluidos médicos, yo acudí con mi médico, me ha ayudado a estar alerta de mi cuerpo, porque puede durar doce horas sin ser cambiada, pero aquellas que tienen flujos muy fuertes deben de estar muy pendientes de este método para evitar derrames”.

Entre las ventajas de este sistema se encuentran: su duración, pues puede usarse durante todos los días y noches, tienen una vida prologada de 10 años, es segura pues no produce fugas, es higiénica, no produce picores ni alergias, además de ecológica al ser reutilizable y económica porque se evita comprar continuamente otros productos de un solo uso.

De los inconvenientes de éstas se destaca que puede tomar tiempo de acostumbrarse a ponerla y a sacarla. Denisse cuenta que le tomó unos meses hacerlo con rapidez y soltura. Hay más contacto con la sangre, y se tienen un mayor contacto físico con la zona de la vagina para insertar la copa, algo parecido a ponerse un tampón sin aplicador.

“Se tienen que seguir buenos hábitos de higiene porque hay qué lavarla cada vez que se use con jabones naturales, es un proceso de más cuidado con el cuerpo, a veces no gusta mucho porque hay quienes se ensucian, pero eso es porque estamos tan acostumbradas a no querer y cuidar nuestro cuerpo, que no nos damos cuenta de que debemos cuidarlo, solo pensamos en ponernos un producto pero no vemos que necesitamos tener más salud sanitaria”.

La copa vaginal la ha ayudado sobre todo a conocer su periodo, tener mejor cultura sanitaria, conocer su cuerpo y alentar a la naturaleza “es un proceso más largo, a veces incómodo, le vas agarrando la onda, es un cambio consciente, los productos son menos dañinos pero también hay qué ver que muchos productos no son orgánicos, en México muchas mujeres las utilizan, sobre todo en grupos ecológicos, incluso están teniendo otros avances como la esponja marina, toallas sanitarias de tela, y hay quienes ya no usan nada, sobre todo en Europa donde las mujeres son más conscientes de su ciclo menstrual.

Cabe destacar que mientras en el mercado los productos más usados para la higiene femenina cuestan entre 63 y 559 pesos, ella solo gastó 35 dólares para sumarse a esta iniciativa, ahorrando así unos 2 mil pesos anuales, así también supuso una economía de entre 5.6 a 6.4 kilogramos de residuos no recuperables.

La copa menstrual se ha convertido en uno de los referentes de la liberación de la mujer, pues en otros países, prácticamente un 97 por ciento de la población femenina asume que es probable que en un futuro la utilice, aunque se ha imposibilitado un tanto su uso ante la falta de apertura mental hacia este concepto.


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Desde hace cinco años, Denisse Martínez, “entró en una etapa de conciencia”, como ella lo define al contar en exclusiva a El Sol de San Luis, sobre el uso de la copa menstrual, que es un recipiente que se inserta en la vagina durante el periodo para depositar el flujo.

A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa menstrual no absorbe la sangre, más bien, se queda contenida en el interior de la copa hasta que se extrae de la vagina y se desecha el líquido.

Denisse es licenciada en Ciencias de la Comunicación, aún no alcanza los cuarenta años de edad y constantemente viaja por el mundo, por diversas situaciones, algunas de ellas laborales, decidió sustraerse hacia este tema, debido a que está sumamente preocupada por el alto riesgo en que se coloca al cuerpo humano ante los métodos tradicionales de higiene íntima, por la alta contaminación que favorece el uso de tampones o toallas higiénicas, además del alto costo que representan.


Ella adquirió la copa menstrual en Estados Unidos de América en 35 dólares y en México por más de 700 pesos, este dispositivo de ayuda femenina tiene una duración de diez años, por lo que considera que también está haciendo un bien al medio ambiente y a su economía.

“Sí es algo muy diferente a lo que hacemos las mujeres, me estaba informando de técnicas nuevas para usar alternativas a las toallas sanitarias, lo hice bajo supervisión de mi ginecólogo y entre los dos, decidimos cuál era el método más práctico y menos dañino”.

Consciente de que tanto los tampones como las toallas sanitarias son un problema para el medio ambiente y para el cuerpo humano, ya que en ocasiones se vuelven peligrosos debido a los químicos que pudieran contener los algodones, decidió no ponerse más en peligro “hay muchos métodos que pueden causar hasta la muerte, porque usan químicos, además de que no son biodegradables"; al buscar en internet le llamó la atención la DivaCup que es la copa menstrual, donde observó muy buenos comentarios de quienes la han utilizado y por esa razón me animó.

Cabe destacar que un tampón puede llegar a tardar en desaparecer cientos de años. De las compresas ni hablamos, ya que pueden llegar a tardar en desaparecer del planeta hasta 300 años por el 90 por ciento de plástico que contienen. Las copas menstruales rudimentarias han circulando desde el año 1867 en Estados Unidos y hasta el día de hoy las también nombradas “The Keeper”, han tenido ciertos cambios como que fabricación ya que están hechas con silicona médica, que le da resistencia y a su carácter reutilizable, además de ahorros económicos.

“Son prácticas, depende de los fluidos médicos, yo acudí con mi médico, me ha ayudado a estar alerta de mi cuerpo, porque puede durar doce horas sin ser cambiada, pero aquellas que tienen flujos muy fuertes deben de estar muy pendientes de este método para evitar derrames”.

Entre las ventajas de este sistema se encuentran: su duración, pues puede usarse durante todos los días y noches, tienen una vida prologada de 10 años, es segura pues no produce fugas, es higiénica, no produce picores ni alergias, además de ecológica al ser reutilizable y económica porque se evita comprar continuamente otros productos de un solo uso.

De los inconvenientes de éstas se destaca que puede tomar tiempo de acostumbrarse a ponerla y a sacarla. Denisse cuenta que le tomó unos meses hacerlo con rapidez y soltura. Hay más contacto con la sangre, y se tienen un mayor contacto físico con la zona de la vagina para insertar la copa, algo parecido a ponerse un tampón sin aplicador.

“Se tienen que seguir buenos hábitos de higiene porque hay qué lavarla cada vez que se use con jabones naturales, es un proceso de más cuidado con el cuerpo, a veces no gusta mucho porque hay quienes se ensucian, pero eso es porque estamos tan acostumbradas a no querer y cuidar nuestro cuerpo, que no nos damos cuenta de que debemos cuidarlo, solo pensamos en ponernos un producto pero no vemos que necesitamos tener más salud sanitaria”.

La copa vaginal la ha ayudado sobre todo a conocer su periodo, tener mejor cultura sanitaria, conocer su cuerpo y alentar a la naturaleza “es un proceso más largo, a veces incómodo, le vas agarrando la onda, es un cambio consciente, los productos son menos dañinos pero también hay qué ver que muchos productos no son orgánicos, en México muchas mujeres las utilizan, sobre todo en grupos ecológicos, incluso están teniendo otros avances como la esponja marina, toallas sanitarias de tela, y hay quienes ya no usan nada, sobre todo en Europa donde las mujeres son más conscientes de su ciclo menstrual.

Cabe destacar que mientras en el mercado los productos más usados para la higiene femenina cuestan entre 63 y 559 pesos, ella solo gastó 35 dólares para sumarse a esta iniciativa, ahorrando así unos 2 mil pesos anuales, así también supuso una economía de entre 5.6 a 6.4 kilogramos de residuos no recuperables.

La copa menstrual se ha convertido en uno de los referentes de la liberación de la mujer, pues en otros países, prácticamente un 97 por ciento de la población femenina asume que es probable que en un futuro la utilice, aunque se ha imposibilitado un tanto su uso ante la falta de apertura mental hacia este concepto.


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