/ miércoles 7 de noviembre de 2018

[Crónica] El llamado de auxilio del gobernador

• Esperaban resistencia y encontraron apertura • A más de uno le brillaron los ojitos al oír la propuesta • Público amigo y fallidos intentos de escándalo

Desde el 12 de octubre de 2005, cuando el entonces gobernador panista Marcelo de los Santos Fraga compareció durante seis horas y media ante diputados con motivo de su segundo informe de gobierno, no se realizaba una reunión tan prolongada entre legisladores y un gobernador del estado.

Esta nueva edición del encuentro entre poderes empezó temprano. Un recinto legislativo reluciente, pero rodeado de vallas metálicas, empezó a recibir a los funcionarios de medio pelo y empleados de dependencias cuya misión era “apartar lugar” al jefe, que llegaría a la mera hora.

Parecía la entrada al antro de moda, con una enorme fila de personas provenientes de dependencias, mirones, orejas, activistas, buscando a algún conocido para poder entrar, porque el dispositivo para controlar el acceso, hasta entonces, antes de las 9.00 horas, era eficiente todavía.

Poco a poco las 300 butacas se fueron poblando, una hora antes de lo que pintaba para ser un encontronazo entre algunos legisladores y el gobernador. El acceso al pleno, entonces, se restringió más, hasta que alguien ordenó que se permitiera la entrada a todo el que quisiera.

Puntual, la presidenta Sonia Mendoza, elegante en su vestir, muy propia, le leyó la cartilla a los legisladores y mandó por el invitado estrella, otrora rival electoral, quien en 15 minutos expuso y propuso la necesidad de debatir sobre la legalización de las drogas. A más de uno de los presentes, le brillaron los ojitos.

El gobernador Juan Manuel Carreras estuvo de pie más de cuatro horas, bebió tres botellines de agua y solamente en 13 ocasiones sus asesores le enviaron tarjetas con datos de apoyo. A Sonia no le pudo contestar cuántos y cuáles protocolos de seguridad existen, porque sus asesores no lo tarjetearon a tiempo. La legisladora se contestó sola.

“El Mijis” no aguantó más de dos horas y media sentado, sin poder siquiera r al baño, no soportó ser uno más entre 27 y decidió dar la nota: manifestó su inconformidad por no poder expresar todo lo que necesitaba, ya que traía muchos temas que sus asesores le habían escrito, se paró y abandonó el pleno.


El diputado Pedro Carrizales, minutos antes había expresado “la necesidad de dejar de lado las fotos, el protagonismo y ponerse a trabajar por San Luis”, a favor de los jóvenes, de los presos que no tienen posibilidades de rehabilitarse, se molestó porque los recursos para seguridad no se aplican correctamente. “Esto es una cochinada y no me voy a prestar a ella”, lanzó ante reporteros afuera del recinto, ya en sus terrenos mediáticos.

La estrategia funcionó. Al retacar el recinto de público amigo, se minimizó a los activistas, por si se les ocurría hacer de las suyas. Las dos primeras filas, se puede decir las VIP, para los secretarios de primer nivel y entre la muchedumbre, los que no son consentidos, como el del Inpode que llegó tarde y le tocó gayola, aunque una señorita ya le estaba apartando su lugar.

Y los que querían ver sangre se quedaron con las ganas. Los diputados más duros terminaron siendo los más ecuánimes. Como cuando un niño le pide a la mamá jugar en el lodo, comer dulces sin límite y dormirse tarde y la mamá le responde: órale, va, hazlo y aquél no sabe qué hacer. Esperaban resistencia y defensa pero encontraron apertura y disposición.

Juan Manuel Carreras fue contundente: acepto mi responsabilidad, estamos bien en estadísticas pero mal en percepción social, la seguridad es tarea de todos, de ustedes los diputados también, el gobernador no puede solo, vamos a debatir, a trabajar, a proponer, a escuchar, a preguntar y juntos lograremos estar mejor.

Una señora que quiso sacar una cartulina –que finalmente sacó- pretendió poner los ojos de los asistentes y del gobernador en ella. Armó un sainete con la mujer policía que le pidió orden, mientras el ex diputado José Luis Romero y el activista-gallardista Chiquilín, traían ganas de prender el ánimo pero no pasaron del clásico ¿que?, ¿de que?, pus ¿que?...eeeeee

Cerca de las 14.00 horas diputados y asistentes ponían poca atención a las respuestas del gobernador, que les hablaba de inversiones en seguridad, del problema que representa la violencia intrafamiliar, de los policías municipales sin sueldos dignos ni capacitación, de las competencias de los delitos pues todos los crímenes de la delincuencia organizada corresponde a la Federación su investigación por el tipo de armas que se usan para cometerlos.

El gobernador finalmente se tocó el nudo de la corbata, como aflojándolo un poco, todavía tuvo la cortesía de agradecer el ejercicio y saludó de mano a cada legislador presente, sosteniendo un breve diálogo con los morenistas que, tal vez, tendrían que revisar la eficacia de sus asesores.

Afuera, el clima otoñal, frío en la mañana y calor a media tarde, hacía de las suyas. Las risas de los legisladores priistas eran suficientes para entender que estaban satisfechos con el resultado, incluso el enlace institucional Juan Ramón Nieto tuvo oportunidad de hacer su trabajo agendando comidas con los diputados más frontales.

Aquella tarde de 2005 cuando el gobernador panista Marcelo de los Santos sostuvo un duelo verbal con El Guacho al que llamó acomplejado, en nada se compara con la jornada relajada de Juan Manuel Carreras.

El llamado de auxilio del gobernador tal vez sea escuchado, porque está claro que el enemigo es muy grande.

Desde el 12 de octubre de 2005, cuando el entonces gobernador panista Marcelo de los Santos Fraga compareció durante seis horas y media ante diputados con motivo de su segundo informe de gobierno, no se realizaba una reunión tan prolongada entre legisladores y un gobernador del estado.

Esta nueva edición del encuentro entre poderes empezó temprano. Un recinto legislativo reluciente, pero rodeado de vallas metálicas, empezó a recibir a los funcionarios de medio pelo y empleados de dependencias cuya misión era “apartar lugar” al jefe, que llegaría a la mera hora.

Parecía la entrada al antro de moda, con una enorme fila de personas provenientes de dependencias, mirones, orejas, activistas, buscando a algún conocido para poder entrar, porque el dispositivo para controlar el acceso, hasta entonces, antes de las 9.00 horas, era eficiente todavía.

Poco a poco las 300 butacas se fueron poblando, una hora antes de lo que pintaba para ser un encontronazo entre algunos legisladores y el gobernador. El acceso al pleno, entonces, se restringió más, hasta que alguien ordenó que se permitiera la entrada a todo el que quisiera.

Puntual, la presidenta Sonia Mendoza, elegante en su vestir, muy propia, le leyó la cartilla a los legisladores y mandó por el invitado estrella, otrora rival electoral, quien en 15 minutos expuso y propuso la necesidad de debatir sobre la legalización de las drogas. A más de uno de los presentes, le brillaron los ojitos.

El gobernador Juan Manuel Carreras estuvo de pie más de cuatro horas, bebió tres botellines de agua y solamente en 13 ocasiones sus asesores le enviaron tarjetas con datos de apoyo. A Sonia no le pudo contestar cuántos y cuáles protocolos de seguridad existen, porque sus asesores no lo tarjetearon a tiempo. La legisladora se contestó sola.

“El Mijis” no aguantó más de dos horas y media sentado, sin poder siquiera r al baño, no soportó ser uno más entre 27 y decidió dar la nota: manifestó su inconformidad por no poder expresar todo lo que necesitaba, ya que traía muchos temas que sus asesores le habían escrito, se paró y abandonó el pleno.


El diputado Pedro Carrizales, minutos antes había expresado “la necesidad de dejar de lado las fotos, el protagonismo y ponerse a trabajar por San Luis”, a favor de los jóvenes, de los presos que no tienen posibilidades de rehabilitarse, se molestó porque los recursos para seguridad no se aplican correctamente. “Esto es una cochinada y no me voy a prestar a ella”, lanzó ante reporteros afuera del recinto, ya en sus terrenos mediáticos.

La estrategia funcionó. Al retacar el recinto de público amigo, se minimizó a los activistas, por si se les ocurría hacer de las suyas. Las dos primeras filas, se puede decir las VIP, para los secretarios de primer nivel y entre la muchedumbre, los que no son consentidos, como el del Inpode que llegó tarde y le tocó gayola, aunque una señorita ya le estaba apartando su lugar.

Y los que querían ver sangre se quedaron con las ganas. Los diputados más duros terminaron siendo los más ecuánimes. Como cuando un niño le pide a la mamá jugar en el lodo, comer dulces sin límite y dormirse tarde y la mamá le responde: órale, va, hazlo y aquél no sabe qué hacer. Esperaban resistencia y defensa pero encontraron apertura y disposición.

Juan Manuel Carreras fue contundente: acepto mi responsabilidad, estamos bien en estadísticas pero mal en percepción social, la seguridad es tarea de todos, de ustedes los diputados también, el gobernador no puede solo, vamos a debatir, a trabajar, a proponer, a escuchar, a preguntar y juntos lograremos estar mejor.

Una señora que quiso sacar una cartulina –que finalmente sacó- pretendió poner los ojos de los asistentes y del gobernador en ella. Armó un sainete con la mujer policía que le pidió orden, mientras el ex diputado José Luis Romero y el activista-gallardista Chiquilín, traían ganas de prender el ánimo pero no pasaron del clásico ¿que?, ¿de que?, pus ¿que?...eeeeee

Cerca de las 14.00 horas diputados y asistentes ponían poca atención a las respuestas del gobernador, que les hablaba de inversiones en seguridad, del problema que representa la violencia intrafamiliar, de los policías municipales sin sueldos dignos ni capacitación, de las competencias de los delitos pues todos los crímenes de la delincuencia organizada corresponde a la Federación su investigación por el tipo de armas que se usan para cometerlos.

El gobernador finalmente se tocó el nudo de la corbata, como aflojándolo un poco, todavía tuvo la cortesía de agradecer el ejercicio y saludó de mano a cada legislador presente, sosteniendo un breve diálogo con los morenistas que, tal vez, tendrían que revisar la eficacia de sus asesores.

Afuera, el clima otoñal, frío en la mañana y calor a media tarde, hacía de las suyas. Las risas de los legisladores priistas eran suficientes para entender que estaban satisfechos con el resultado, incluso el enlace institucional Juan Ramón Nieto tuvo oportunidad de hacer su trabajo agendando comidas con los diputados más frontales.

Aquella tarde de 2005 cuando el gobernador panista Marcelo de los Santos sostuvo un duelo verbal con El Guacho al que llamó acomplejado, en nada se compara con la jornada relajada de Juan Manuel Carreras.

El llamado de auxilio del gobernador tal vez sea escuchado, porque está claro que el enemigo es muy grande.

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