En México, el cáncer de ovario representa 5.3 por ciento de los diagnósticos de este tipo en todos los grupos de edad y 21 por ciento de los cánceres ginecológicos; en las últimas tres décadas ha tenido un aumento constante.
Este tipo de mal, comienza en los órganos femeninos encargados de producir óvulos, ovarios, suele no ser detectado hasta que se extiende a la pelvis y el vientre. En esta etapa, el cáncer de ovario es más difícil de tratar y puede ser mortal. No presenta síntomas en las primeras etapas y las más avanzadas, suelen presentar síntomas, pero estos pueden ser poco específicos, como la pérdida de apetito y de peso.
En el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, (Issste), se ha cambiado la historia natural del cáncer de ovario con protocolos de abordaje y terapias de mantenimiento, cuyo objetivo es bloquear mecanismos para que las células tumorales no vuelvan a aparecer, sobre todo porque el cáncer de ovario generalmente se trata con cirugía y quimioterapia.
Inicialmente esta patología no presenta síntomas, y cuando lo hace suelen ser, inespecíficos por esta razón se detecta en etapas avanzadas como la III y IV.
Prácticamente, todos los pacientes pasan por una cirugía denominada laparotomía exploradora para resección de la matriz, y la gran mayoría debe de tener una rutina del oval que consiste en quitar también los ovarios. Se les hace una exploración de toda la cavidad abdominal porque este cáncer hace siembras, incluyendo en hígado y vaso del diafragma. Ante este problema, se revisan ganglios porque los tumores tienen caminitos, se diseminan a través de estos y otra ruta que toman es a través de la sangre, puntualizó.
Posteriormente, las derechohabientes reciben quimioterapia. No obstante, el 70 por ciento de ellas presentan nuevo brote de la patología, generalmente a los dos años, y es entonces que con las terapias de mantenimiento y vigilancia de por vida se ha logrado en muchos casos frenar la enfermedad y tener sobrevivencia de varias mujeres a 10 años.
Desde 2011, se incorporan los antiangiogénicos, medicamentos que cortan la formación de vasos sanguíneos, para impedir que llegue sangre y oxígeno al tumor, y por lo tanto se limite el crecimiento. También los inhibidores de par aunque con éste, algunas pacientes pueden tener alteraciones o mutaciones genéticas en el ADN de la célula tumoral, la cual tiene un defecto en la fase de replicación.
Un 50 por ciento de las pacientes con cáncer de ovario no tienen datos de herencia, pero a mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama y de ovario les hacen pruebas genéticas para identificar las mutaciones que les llegan a decir el riesgo que puede correr la paciente, y luego la familia para que se prevenga de este tipo de circunstancias.