Entre los personajes característicos de la época navideña, Santa Claus es el más emblemático, pues su figura icónica ha sido parte de diferentes generaciones hasta hoy en día. Son muchos los mitos alrededor de este hombre reconocible por su frondosa barba blanca y su característica vestimenta roja, así como diversas son las costumbres practicadas en diferentes sociedades alrededor del mundo para celebrar su llegada en la víspera de Navidad.
Uno de los ritos populares más conocidos en América y Europa consiste en dejar un vaso de leche y galletas a Santa Claus para recibirlo en Navidad, para que las coma y pueda seguir con su viaje repartiendo regalos. Generalmente, son los niños quienes se encargan de dejar este aperitivo listo, en espera de recibir juguetes como recompensa por sus buenas acciones durante el año.
El origen de esta tradición es bastante incierto, pero es posible rastrear los primeros indicios de esta costumbre al siglo XIII, en los Países Bajos. Para ese momento, ya existía el pan de jengibre preparado con miel y pimienta; se trataba de un bizcocho duro de sabor dulce, que se preparaba también en Alemania, Suecia, Noruega y Dinamarca, con diferentes nombres pero con recetas similares.
A partir de este pan, los propios holandeses crearon unas galletas llamadas pepernoten, de tamaño pequeño, con sabor a caramelo y con nueces, y preparadas especialmente para el Día de San Nicolás, el 6 de diciembre. Para los holandeses, la fiesta de San Nicolás es el equivalente a la Navidad de otros países, y San Nicolás, santo patrón de los niños, es el homólogo de Santa Claus para otras culturas. En esta fiesta, San Nicolás desembarca en las costas holandesas procedente desde España, para entregar regalos a los niños, acompañado de su ayudante Zwarte Pieten (traducido como “Pedro el Negro”), quien reparte pepernoten a los niños.
Al llegar los primeros colonos holandeses a las colonias inglesas de América, llevaron consigo sus tradiciones y galletas. Sin embargo, al ser el azúcar un producto caro y difícil de encontrar por aquellos tiempos, las galletas solían ser más una comida de reserva que un postre. Cuando se quería dar un presente a un visitante importante, se le regalaban galletas azucaradas para demostrarle respeto a esa persona.
Al fusionarse la navidad estadounidense con la tradición holandesa del Día de San Nicolás, los niños estadounidenses comenzaron el hábito de dejar un aperitivo a Santa Claus en la víspera de Navidad, para que éste pudiera comer algo y seguir haciendo su trabajo sin caer exhausto. Se tienen registros de estas prácticas navideñas desde mediados del siglo XIX, tal es el caso de “El cuento corto Polly” (A Before-Christmas Story) de 1877, en el cual ya se mencionaba que el dejar leche y galletas para Santa Claus era considerada una actividad popular navideña entre los niños y niñas de Estados Unidos.
A través de la repetición de esta escena en libros y películas, se instauró de lleno como una tradición entre los niños de Estados Unidos, y después, comenzó a expandirse a otras partes del mundo, sobre todo al resto de América, y continúa hasta el día de hoy como una manera de degustar un rico bocadillo mientras los niños esperan ansiosos sus regalos.
La llegada a México de Santa Claus comenzó hasta ya pasada la década de 1950, por lo que el rito de las galletas y la leche en la víspera de Navidad todavía no está completamente establecido entre los pequeños mexicanos. Sin embargo, muchos niños han trasladado esta práctica a la espera de los Reyes Magos, por lo que nos encontramos ante una nueva versión de esta tradición, que continúa evolucionando gracias al dulce sabor de las galletas.
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