Cristo es Pan partido para un mundo dividido en diversas clases sociales, partidos políticos, ideologías, creencias, costumbres, pensares y procederes diferentes de cada persona, sin embargo, Él es el Pan de Vida Eterna que nos ofrece la salvación si le abrimos nuestros corazón y dejamos que habite dentro de nuestro corazón, pues recordemos que “La Eucaristía es la Teología vivida, es el culmen de nuestra fe”.
Señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero, quien presidió la solemne Concelebración Eucarística con motivo de la solemnidad-festividad del Corpus Christi, y quien acompañado del Arzobispo Emérito, Mons. Luis Morales Reyes.
Cabe señalar que por segundo año consecutivo, debido a la pandemia por el Covid-19, no se pudo realizar la peregrinación con el Santísimo, por la Calzada de Guadalupe, hasta llegar a la Basílica Santuario, como cada año se acostumbraba, pues ya era toda una tradición.
Fue así como desbordante fervor y amor a Jesús Eucaristía se vivió la solemnidad y magna festividad del Corpus Christi, en la que se adoró el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo bendito, la cual se tornó imponente en la arquitectónica Catedral metropolitana potosina.
El Santísimo fue adorado dentro de la misma Catedral en tres altares que se instalaron, por Arzobispos, Sacerdotes, Seminaristas y fieles laicos amantes de Jesús Eucaristía, quienes atentos escucharon la homilía de Mons. Cabrero y quien los exhortó a desagraviar, a amar y a adorar a Jesús Eucaristía con más intensidad, con profundo amor, para que aquellos que no creen en Él, vean nuestro ejemplo de vida coherente al Evangelio, y sepan que Cristo es nuestro Rey, nuestro Dios amoroso y Señor de señores, que nos pide dejar una huella de amor y caridad en la vida de nuestros hermanos.
“Es importante llevar una vida coherente con el Evangelio, y a prepararnos espiritualmente para recibir a Jesús Eucaristía con un corazón limpio de todo tipo de pecado, para que cada que vayamos a Su Encuentro, comulgando Su Cuerpo y Su Sangre, demos frutos abundantes de fe, de amor, paz, caridad latente y bondad”.
“Preparémonos espiritual, mental, física y emocionalmente para recibir a Jesús con un corazón abierto a su amor, vayamos a Su Encuentro gustosos y recibámoslo con un corazón puro, abierto para amar y perdonar las ofensas, y llenos de fortaleza recomencemos una vida nueva basada en su Evangelio, siendo coherentes con nuestra fe, que no debe ser una fe apagada o triste, sino alegre y activa”.