/ viernes 8 de septiembre de 2023

Entorno Empresarial | La reduflación

En el artículo anterior hablamos de la inflación y como se tardo el gobierno en controlarla, y de las presiones que tienen las personas y las empresas ante los incrementos de precios.

La educación financiera nos permite tomar las mejores decisiones a lo largo de nuestra vida, decisiones que condicionarán nuestro futuro.

Cuando la inflación se dispara, las empresas ponen en marcha todo tipo de estrategias para no perder nada de sus beneficios y seguir sacando el máximo partido a sus productos e incrementando sus ganancias.

Entre ese tipo de tácticas está la de reducir su contenido y el tamaño de los paquetes, pero sin disminuir su precio.

La inflación ha hecho que muchos productos sean cada vez más pequeños, aunque su precio se mantenga o incluso encarezca.

Con la inflación todos los ciudadanos han visto como sus tickets de la compra aumentaban. Pero quizás no todo el mundo se ha dado cuenta de un fenómeno conocido como reduflación, es decir, cuando el precio de un producto se mantiene, pero se reduce su tamaño.

En algunos casos, incluso se aumenta el precio a la vez que disminuye su cantidad.

Para reacomodarse a la inflación que tiene disparados los precios de varios productos, comerciantes y proveedores apelan a la fórmula de presentar envases y empaques más pequeños para así conservar un precio muy similar al que tenían las presentaciones de mayor gramaje o volumen.

Los fabricantes y comerciantes procuran hacer la mejor combinación de tres alternativas: bajar los márgenes, elevar el precio y reducir el tamaño del producto.

Obviamente esto le afecta. Y mucho. Aunque el precio no suba como tal, la realidad es que el impacto es similar, ya que al final consigue limitar el poder adquisitivo.

De hecho, puede acabar limitando el consumo de ciertos productos exactamente igual que si hubiesen subido su precio.

En definitiva, la reduflación es una consecuencia de la inflación y de la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. En otras palabras, estamos hablando de una subida disfrazada de los precios de los productos.

Es decir, que tras una falsa (pero legal) oferta de mantener los precios de los productos, las empresas reducen las cantidades ofertadas.

De esta manera buscan seguir al alcance de los consumidores en lugar de arriesgarse a subir los precios de forma frontal.

Como consumidores y ciudadanos, es algo que no debemos ignorar. Más aun, debemos revisar y evaluar bien lo que compramos y no solo en el rubro de alimentos sino de todos los productos en general, para resistir esta peligrosa tendencia.

En el artículo anterior hablamos de la inflación y como se tardo el gobierno en controlarla, y de las presiones que tienen las personas y las empresas ante los incrementos de precios.

La educación financiera nos permite tomar las mejores decisiones a lo largo de nuestra vida, decisiones que condicionarán nuestro futuro.

Cuando la inflación se dispara, las empresas ponen en marcha todo tipo de estrategias para no perder nada de sus beneficios y seguir sacando el máximo partido a sus productos e incrementando sus ganancias.

Entre ese tipo de tácticas está la de reducir su contenido y el tamaño de los paquetes, pero sin disminuir su precio.

La inflación ha hecho que muchos productos sean cada vez más pequeños, aunque su precio se mantenga o incluso encarezca.

Con la inflación todos los ciudadanos han visto como sus tickets de la compra aumentaban. Pero quizás no todo el mundo se ha dado cuenta de un fenómeno conocido como reduflación, es decir, cuando el precio de un producto se mantiene, pero se reduce su tamaño.

En algunos casos, incluso se aumenta el precio a la vez que disminuye su cantidad.

Para reacomodarse a la inflación que tiene disparados los precios de varios productos, comerciantes y proveedores apelan a la fórmula de presentar envases y empaques más pequeños para así conservar un precio muy similar al que tenían las presentaciones de mayor gramaje o volumen.

Los fabricantes y comerciantes procuran hacer la mejor combinación de tres alternativas: bajar los márgenes, elevar el precio y reducir el tamaño del producto.

Obviamente esto le afecta. Y mucho. Aunque el precio no suba como tal, la realidad es que el impacto es similar, ya que al final consigue limitar el poder adquisitivo.

De hecho, puede acabar limitando el consumo de ciertos productos exactamente igual que si hubiesen subido su precio.

En definitiva, la reduflación es una consecuencia de la inflación y de la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. En otras palabras, estamos hablando de una subida disfrazada de los precios de los productos.

Es decir, que tras una falsa (pero legal) oferta de mantener los precios de los productos, las empresas reducen las cantidades ofertadas.

De esta manera buscan seguir al alcance de los consumidores en lugar de arriesgarse a subir los precios de forma frontal.

Como consumidores y ciudadanos, es algo que no debemos ignorar. Más aun, debemos revisar y evaluar bien lo que compramos y no solo en el rubro de alimentos sino de todos los productos en general, para resistir esta peligrosa tendencia.