/ viernes 1 de junio de 2018

Agenda Joven

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Seguridad Alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable.

México está lejos de cumplir con las dimensiones que engloba este concepto, y la prueba más contundente de esto son sus niveles de obesidad y sobrepeso. La salud de los mexicanos se está viendo comprometida en dos direcciones: por un lado, nos enfrentamos con la presencia de riesgos tradicionales para la salud que derivan en enfermedades infecto-contagiosas, y por el otro tenemos un rápido aumento en la incidencia y prevalencia de enfermedades crónico-degenerativas, ambas son factores de riesgo para muchas de estas enfermedades, en este caso son detonantes para la obesidad y el sobrepeso.

Además, los riesgos en salud se manifiestan de manera desproporcionada en México, ya que éste es uno de los países con mayor desigualdad e inequidad en relación a las condiciones de salud de la población. Según el reporte de Health at a Glance publicado por la OCDE, la obesidad en México es uno de los principales problemas de salud pública, ya que tenemos la segunda prevalencia más alta entre los países de la OCDE (33% de los adultos), y 35% de los adolescentes de 12 a 19 años de edad tienen sobrepeso u obesidad.

Algunas de las políticas públicas que se han comenzado a implementar en México para atender esta problemática incluyen el pago de impuestos por las bebidas azucaradas, la colocación de etiquetas con información nutricional en los productos alimenticios y una mayor regulación en los anuncios de alimentos para el público infantil.

A pesar de que dichas políticas han generado avances importantes, aún no es suficiente, se necesita la implementación de políticas públicas y acciones que se enfoquen de manera especifica a la modificación de los ambientes obesogénicos, implementando acciones simultáneas como son: la promoción de la educación nutricional en la población como estrategia de prevención primordial; el cambio en la actual accesibilidad geográfica y económica de los alimentos industrializados, refinados y procesados para la población, por alimentos nutritivos, seguros, costeables y frescos.

El involucramiento de la población mexicana en las decisiones tomadas por niveles gubernamentales superiores para asegurar, que como parte de esta transición se estén priorizando las necesidades e intereses en salud de la población, y no los intereses económicos de las de las empresas transnacionales que suelen promover la comercialización de productos catalogados como “chatarra” a través del cabildeo.


Columnista en Jefe: Ariadna Rincón.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Seguridad Alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable.

México está lejos de cumplir con las dimensiones que engloba este concepto, y la prueba más contundente de esto son sus niveles de obesidad y sobrepeso. La salud de los mexicanos se está viendo comprometida en dos direcciones: por un lado, nos enfrentamos con la presencia de riesgos tradicionales para la salud que derivan en enfermedades infecto-contagiosas, y por el otro tenemos un rápido aumento en la incidencia y prevalencia de enfermedades crónico-degenerativas, ambas son factores de riesgo para muchas de estas enfermedades, en este caso son detonantes para la obesidad y el sobrepeso.

Además, los riesgos en salud se manifiestan de manera desproporcionada en México, ya que éste es uno de los países con mayor desigualdad e inequidad en relación a las condiciones de salud de la población. Según el reporte de Health at a Glance publicado por la OCDE, la obesidad en México es uno de los principales problemas de salud pública, ya que tenemos la segunda prevalencia más alta entre los países de la OCDE (33% de los adultos), y 35% de los adolescentes de 12 a 19 años de edad tienen sobrepeso u obesidad.

Algunas de las políticas públicas que se han comenzado a implementar en México para atender esta problemática incluyen el pago de impuestos por las bebidas azucaradas, la colocación de etiquetas con información nutricional en los productos alimenticios y una mayor regulación en los anuncios de alimentos para el público infantil.

A pesar de que dichas políticas han generado avances importantes, aún no es suficiente, se necesita la implementación de políticas públicas y acciones que se enfoquen de manera especifica a la modificación de los ambientes obesogénicos, implementando acciones simultáneas como son: la promoción de la educación nutricional en la población como estrategia de prevención primordial; el cambio en la actual accesibilidad geográfica y económica de los alimentos industrializados, refinados y procesados para la población, por alimentos nutritivos, seguros, costeables y frescos.

El involucramiento de la población mexicana en las decisiones tomadas por niveles gubernamentales superiores para asegurar, que como parte de esta transición se estén priorizando las necesidades e intereses en salud de la población, y no los intereses económicos de las de las empresas transnacionales que suelen promover la comercialización de productos catalogados como “chatarra” a través del cabildeo.


Columnista en Jefe: Ariadna Rincón.

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