Nahomi Pérez Ortega tiene 6 años y llegó junto con su familia a San Luis Potosí hace 12 meses, buscando una oportunidad que le permitiera a ella desarrollar habilidades que le ayuden a ser una niña independiente a pesar de su ceguera.
Originarios de Salamanca, Guanajuato, encontraron en esta ciudad, una escuela que a través de la inclusión y la música, ayuda a niños y jóvenes a desarrollar todo tipo de percepciones.
Se trata del Instituto Estatal de Ciegos, quienes realizan Asistencia Social y además tienen un programa escolar apoyado por la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado para la educación y capacitación de los Ciegos y Débiles Visuales.
En esta escuela, Nahomi ha aprendido como alumna con una discapacidad visual, que no hay límites para aprender y mucho menos obstáculos para desarrollarse.
Hoy es una de las más de 20 niñas y niños que forman parte de una de las orquestas musicales más importantes del estado a la que pertenecen pequeños con discapacidad visual y ceguera.
Ella a través de juegos y constantes dinámicas pedagógicas, aprendió a conocer los sonidos, el ritmo y el tiempo de la música. Ahora después de casi un año, ya toca el timbal con un entusiasmo tan distintivo, que hace que el público se mueva a la cadencia de su ritmo.
En medio de pequeños golpeteos suaves y fuertes, acompañada del sonido de la cumbia, Nahomi viaja a través de la música a espacios donde se encuentra con las ondas sonoras que ella misma provoca, acompañada también por otros compañeros que en conjunto logran crear toda una melodía armoniosa.
"Nosotros no encontramos una escuela donde ella pudiera desarrollar diversas habilidades. Sobre todo queríamos que aprendiera a ser independiente por su discapacidad. Tiene que saber enfrentarse al mundo y por eso nos vinimos a San Luis", explicó la señora Mariana madre de Nahomi.
Para la familia Pérez Ortega, ver a Nahomi desenvolverse en esta orquesta es un gran logro, porque son testigos de su adquisición de habilidades y la adopción de conductas que le permiten desenvolverse con los demás.
Nahomi por su parte, es feliz cuando escucha a sus compañeros tocar. Se anima a continuar aprendiendo porque sabe que esto le ayudará en su futuro.
"Yo estoy muy contenta de pertenecer a esta orquesta. Me alegra mucho haber llegado aquí, conocer amigos y a mi maestro a quién quiero demasiado. Soy feliz tocando el timbal", expresó Nahomi.
Escuchar a Nahomi tocar, junto con sus compañeros es ser espectador de la escena músical más conmovedora.
Ella y ellos, se entregan por completo a ser unos intérpretes de la escucha, están ávidos a la comunicación con su profesor y la conexión tan íntima que tienen con su instrumento es notoria.
Los compases concretos y los tiempos que disfrutan entre cada pieza musical, son parte también de una comunicación personal e imaginación qué enriquece su experiencia y contacto con las partituras, que no solo pueden llegar a conocerse con la tinta, sino también por medio de su interpretación sonora.
ENSEÑAR CON CREATIVIDAD
Para el maestro de música, Jorge González Muñiz, pertenecer a este instituto y dar clases a personas con discapacidad visual y ceguera a sido todo un reto.
"Fue difícil al principio, pero con el tiempo me di cuenta de que no existen limitantes. Mis alumnos están siempre deseosos de aprender y eso nos ayuda mucho", expresó.
Los niños y niñas con discapacidad visual suelen tener entusiasmo por encontrar siempre algo nuevo que descubrir y la música y los sonidos son parte de ello.
La enseñanza incluye actividades específicas para que conozcan su espacio y los sonidos, siempre animados a estimular su seguridad, para así motivarles a realizar otras actividades como el tocar un instrumento desconocido para ellos. El maestro Jorge indica, que mucho de las dinámicas pedagógicas aplicadas en clase tiene qué ver con la imitación o repetición de sonidos.
Después los alientan a expresarse a través de ellos y entonces es donde la magia aparece. "La música para ellas y ellos es un apoyo emocional y social. Al momento en el que tocan son felices y eso es lo que más me llena de satisfacción. Como disfrutan la música y cómo se expresan por medio de ella es nuestro más grande logro".
Para estos pequeños que como Nahomi, llegaron a este espacio para aprender a conocer y entender el mundo, la música ha servido de vínculo para que todos puedan aprender a expresarse sin limitantes.
Este maestro ha animado a sus alumnos, a integrarse y ser un equipo que demuestra no sólo su amor por la música, sino además, la disciplina que tienen al momento de interpretar. Al carecer de referencias visuales, las referencias auditivas se convierten para su alumnado en un manera de desarrollarse en el ámbito psicosocial y psicomotriz.
"La enseñanza comienza con cantos, juegos, coordinación del espacio sensorial y ya después incluimos algunos instrumentos como maracas, hasta llegar a los más complejos como el bajo y la guitarra". Y es así que estos pequeños se preparan para dar a conocer al mundo su inigualable talento, repleto de historias y de retos.
La música para ellos se convirtió no solo en una forma de aprendizaje, sino que a través de sus conciertos, promueven el respeto y la tolerancia en una sociedad que poco está acostumbrada a tener comportamientos que integren a las personas débiles visuales, ciegas, y sus peculiaridades.
Ciertamente, la integración de este instituto, de sus maestros y alumnado son una guía para en la inclusión de la formación musical, son esa barrera derrumbada de estigmas que por mucho tiempo condicionó a las personas con discapacidad.