Con profundo júbilo espiritual se celebró el Día de la Candelaria en la Parroquia de Tequis

Magna Festividad de arraigada tradición y profunda religiosidad popular

Angélica Maldonado | El Sol de San Luis

  · jueves 3 de febrero de 2022

  • "Seamos luz en medio de las tinieblas y la adversidad: Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortiz

Con evidente júbilo espiritual y profundo fervor, se celebró el "Día de la Candelaria" en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, ubicada en el tradicional Barrio de Tequis, donde

los fieles llevaron con gran fe y alegría espíritual a bendecir a los Niños Dios y entraron en peregrinación con las velas encendidas, para celebrar la magna y tradicional Festividad de Nuestra Señora de la Candelaria, también llamada "Fiesta de la Luz" o "Fiesta de las candelas", en la que año con año se conmemora la Presentación de Jesús en el Templo y la Purificación de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.

La solemne concelebración Eucarística fue Presidida por el Párroco de Tequis, Pbro. Lic. Rubén Pérez Ortiz, acompañados de los Vicarios: Pbro. Lic. José Inés Galván Govea, Pbro. Jorge Aguilar y Pbro. José Reyes Torres Ojeda, quienes unidos espiritualmente a los fieles compartieron la luz de las velas, lo que significa que debemos ser luz del mundo, luz enmedio de las tinieblas del pecado, de la adversidad, de la enfermedad, la maldad, la infelicidad, la tristeza y el dolor.

Indicó el Pbro. Rubén Pérez Ortiz que es preciso que cada uno de nosotros seamos Luz que ilumina y conduce a Dios, porque Cristo bendito quiso ser luz para las naciones, luz del mundo que vence y destruye todo tipo de pecado que nos aparta de Dios y de la Vida eterna.

Exhortó a los fieles a ser portadores de fe, de luz de sana alegría, de esperanza y caridad, al igual que lo fue Jesús, María Nuestra Madre y Nuestro Señor San José, quienes humildes obedecieron la Ley judía, prescrita por Moisés.

El Misterio Gozoso de la Purificación de la Santísima Virgen María, nos debe impulsar a seguir su estilo de vida, pues Ella es la siempre pura, inmaculada, transparente, prudente, decorosa y digna a los ojos de Dios Padre.

En Ella no hubo odio, ni rencor ni maldad en su corazón. Nunca fue vengativa, pedante, vanidosa, consumista o soberbia. Su corazón fue de bondad y de amor. Sigamos pues su gran ejemplo de vida y vivamos el Evangelio con gran alegría, sirviendo al prójimo, e incluso a quienes no nos aceptan, porque Jesucristo vino a ser Luz y amor para todas las naciones, luz para los justos y pecadores.

Ojalá todos nos comprometamos a seguir y a vivir ese Evangelio que nos da la auténtica y verdadera felicidad, que nada ni nadie nos puede quitar.