/ viernes 2 de agosto de 2024

Su origen tzotzil lo llevó a la fe, pero Acteal lo marcó como sacerdote

El padre Marcelo Pérez Pérez cuenta que en su responsabilidad pastoral en Chiapas lo ha llevado a protestar en contra de la injusticia y en defensa de la vida

La lucha contra la injusticia es y será permanente en Chiapas, aunque que cueste la cárcel o la vida. En el desempeño de mi responsabilidad pastoral no le he hecho daño a nadie, he protestado en contra de la injusticia y he defendido la vida, dice el padre Marcelo Pérez Pérez, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

En entrevista exclusiva para El Heraldo de Chiapas dice que él es un campesino que nació en la comunidad de San Andrés Larráinzar, hijo de padres indígenas tzotziles, que no saben leer, ni escribir, sin embargo, los cita como sus primeros maestros en la fe.

Luego señala al sacerdote Diego Andrés de los Estados Unidos de América, con quién estuvo cinco años en un internado y descubrió su vocación para el sacerdocio que estudió en Tuxtla Gutiérrez, siendo de esta región Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ahora Cardenal, quien lo invitó a regresar a su diócesis.

Me ha tocado la dicha de caminar con los pueblos, de conectar mi corazón con los pueblos. Acteal marcó mi vida.

"Dios me ha mostrado el servicio que debo de hacer, primero un mandado divino de defender la vida, si tengo que dar la vida por defenderla estoy dispuesto. Me ha tocado estar donde está la vivencia de la palabra de Dios, el espíritu de los profetas está en Acteal y en las comunidades, al ser defensor de la vida humana y en general, la defensa de la tierra y el territorio, ante la presencia del crimen organizado, me no ha tocado mediar en la resolución de conflictos para construir la paz”, expone el presbítero.

Pérez Pérez indicó que el trabajo se ha ido dando para generar la paz, “nunca generamos violencia, aún cuando es muy visible el trabajo que hacemos y hay una orden de aprehensión que me sacó el gobierno pero son acusaciones falsas. Tenemos un mandato divino que es defender la vida, en Chenalhó y Chalchihuitán nos tocó acompañar a los más de cinco mil desplazados, levantar once muertos, lo mismo en El Bosque, en Bochil”, expresó.

Señala que la violencia sigue aumentando por la presencia del crimen organizado, Chiapas es una bomba de tiempo y si no se hace algo desde los gobiernos va a estar esclavizado por el crimen organizado, considerando que debe posibilitarse el organizarse para no quedar sometidos. Indicó que la Iglesia tiene mucho que aportar y que las heridas viene a abrirlas el crimen organizado y lo que considera preocupante ante la esperanza de construir la paz.

Chiapas está en peligro, se le quiere someter con el crimen organizado, y en ese aspecto donde antes se luchaba en defensa de la tierra y el territorio por medio de las peregrinaciones, oración y ayuno, ahora entra el crimen organizado, desde Chicomuselo donde nos tocó defender la tierra de la minería, ahora con la delincuencia nos obligan a cambiar de método para defender el territorio”, indicó Pérez Pérez.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Marcel Pérez señala al Papa Francisco como un gran defensor de la vida y el territorio, por lo que indica les toca aterrizarlo y estamos dispuesto a dar la vida e ir a la cárcel por defender la vida.

Dijo que se ha criminalizado a los defensores de derechos humanos, pero la defensa del territorio es parte del trabajo y como lo adelantó Jesús, serán perseguidos, pero caminamos con Dios, desde su palabra y con el magisterio de la Iglesia.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Enfático, señala que él no maneja el término de la teología de la liberación, “el término es emblemático, pero lo que no se discute es el sufrimiento del pueblo. En mi trabajo pastoral tengo cuatro líneas de trabajo, una es la realidad, otra es la palabra de Dios, el mandato de Iglesia desde el magisterio y los compromisos, nunca ignorar la realidad. Hay que ser sensibles, nuestros compromisos lo han definido en el Documento Aparecida, cuando señala que la Iglesia no debe estar al margen de la lucha por la justicia, ser abogada de la justicia y defensora de los pueblos”.

En sus oficinas, el presbítero reitera que no le tocó trabajar con el obispo Samuel Ruiz García, solo dos veces se encontraron en el camino, pero su presencia está en las comunidades, se respira en las comunidades donde caminó, lloró, dio esperanza y les reivindicó su dignidad de pueblos originarios que se pueden organizar para recuperar sus tierras y su dignidad, su participación en el Concilio Vaticano II aprendió con el pueblo y sostenía que los indígenas la evangelización, destacando que a él lo evangelizaron los indígenas de Acteal.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

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El padre Marcelo Pérez Pérez ha sido párroco 10 años en Chenalhó, 10 años en Simojovel y dos años y medio en la parroquia de Guadalupe en la ciudad de San Cristóbal de las Casas.

“He luchado en contra de las injusticias, luchamos por la paz, en Simojovel le pusieron precio a mi vida 150 mil, 400 mil, un millón de pesos, pero vivimos bajo la protección de Dios, hay mucha violencia pero seguimos construyendo la paz. Hemos acompañado a los desplazados, me ha tocado mediar para liberar a funcionarios públicos, seguiremos en la lucha de la opción por los obres, es un mandato divino”, concluye.

La lucha contra la injusticia es y será permanente en Chiapas, aunque que cueste la cárcel o la vida. En el desempeño de mi responsabilidad pastoral no le he hecho daño a nadie, he protestado en contra de la injusticia y he defendido la vida, dice el padre Marcelo Pérez Pérez, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

En entrevista exclusiva para El Heraldo de Chiapas dice que él es un campesino que nació en la comunidad de San Andrés Larráinzar, hijo de padres indígenas tzotziles, que no saben leer, ni escribir, sin embargo, los cita como sus primeros maestros en la fe.

Luego señala al sacerdote Diego Andrés de los Estados Unidos de América, con quién estuvo cinco años en un internado y descubrió su vocación para el sacerdocio que estudió en Tuxtla Gutiérrez, siendo de esta región Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, ahora Cardenal, quien lo invitó a regresar a su diócesis.

Me ha tocado la dicha de caminar con los pueblos, de conectar mi corazón con los pueblos. Acteal marcó mi vida.

"Dios me ha mostrado el servicio que debo de hacer, primero un mandado divino de defender la vida, si tengo que dar la vida por defenderla estoy dispuesto. Me ha tocado estar donde está la vivencia de la palabra de Dios, el espíritu de los profetas está en Acteal y en las comunidades, al ser defensor de la vida humana y en general, la defensa de la tierra y el territorio, ante la presencia del crimen organizado, me no ha tocado mediar en la resolución de conflictos para construir la paz”, expone el presbítero.

Pérez Pérez indicó que el trabajo se ha ido dando para generar la paz, “nunca generamos violencia, aún cuando es muy visible el trabajo que hacemos y hay una orden de aprehensión que me sacó el gobierno pero son acusaciones falsas. Tenemos un mandato divino que es defender la vida, en Chenalhó y Chalchihuitán nos tocó acompañar a los más de cinco mil desplazados, levantar once muertos, lo mismo en El Bosque, en Bochil”, expresó.

Señala que la violencia sigue aumentando por la presencia del crimen organizado, Chiapas es una bomba de tiempo y si no se hace algo desde los gobiernos va a estar esclavizado por el crimen organizado, considerando que debe posibilitarse el organizarse para no quedar sometidos. Indicó que la Iglesia tiene mucho que aportar y que las heridas viene a abrirlas el crimen organizado y lo que considera preocupante ante la esperanza de construir la paz.

Chiapas está en peligro, se le quiere someter con el crimen organizado, y en ese aspecto donde antes se luchaba en defensa de la tierra y el territorio por medio de las peregrinaciones, oración y ayuno, ahora entra el crimen organizado, desde Chicomuselo donde nos tocó defender la tierra de la minería, ahora con la delincuencia nos obligan a cambiar de método para defender el territorio”, indicó Pérez Pérez.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Marcel Pérez señala al Papa Francisco como un gran defensor de la vida y el territorio, por lo que indica les toca aterrizarlo y estamos dispuesto a dar la vida e ir a la cárcel por defender la vida.

Dijo que se ha criminalizado a los defensores de derechos humanos, pero la defensa del territorio es parte del trabajo y como lo adelantó Jesús, serán perseguidos, pero caminamos con Dios, desde su palabra y con el magisterio de la Iglesia.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Enfático, señala que él no maneja el término de la teología de la liberación, “el término es emblemático, pero lo que no se discute es el sufrimiento del pueblo. En mi trabajo pastoral tengo cuatro líneas de trabajo, una es la realidad, otra es la palabra de Dios, el mandato de Iglesia desde el magisterio y los compromisos, nunca ignorar la realidad. Hay que ser sensibles, nuestros compromisos lo han definido en el Documento Aparecida, cuando señala que la Iglesia no debe estar al margen de la lucha por la justicia, ser abogada de la justicia y defensora de los pueblos”.

En sus oficinas, el presbítero reitera que no le tocó trabajar con el obispo Samuel Ruiz García, solo dos veces se encontraron en el camino, pero su presencia está en las comunidades, se respira en las comunidades donde caminó, lloró, dio esperanza y les reivindicó su dignidad de pueblos originarios que se pueden organizar para recuperar sus tierras y su dignidad, su participación en el Concilio Vaticano II aprendió con el pueblo y sostenía que los indígenas la evangelización, destacando que a él lo evangelizaron los indígenas de Acteal.

Foto: Isaí López / El Heraldo de Chiapas

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El padre Marcelo Pérez Pérez ha sido párroco 10 años en Chenalhó, 10 años en Simojovel y dos años y medio en la parroquia de Guadalupe en la ciudad de San Cristóbal de las Casas.

“He luchado en contra de las injusticias, luchamos por la paz, en Simojovel le pusieron precio a mi vida 150 mil, 400 mil, un millón de pesos, pero vivimos bajo la protección de Dios, hay mucha violencia pero seguimos construyendo la paz. Hemos acompañado a los desplazados, me ha tocado mediar para liberar a funcionarios públicos, seguiremos en la lucha de la opción por los obres, es un mandato divino”, concluye.

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