Luciano López Sánchez soñaba con algún día inaugurar su propio asilo de ancianos. Él y su hermana, Araceli, escogieron ser enfermeros, tenían la vocación, y sabían de la labor social que ello significaba, tanto que a veces ni cobraban por sus servicios.
Sin embargo, esa meta de seguir sirviendo, de seguir manteniendo vigente esa pasión, se truncó repentinamente hace unos días, el jueves 11, cuando ambos fueron alcanzados por una lluvia de balas por hallarse en el lugar y momento equivocados.
Su ausencia ha calado hondo entre sus familiares, entre sus padres, entre sus pacientes. Luciano, de 29 años, gustaba de atender a personas de la tercera edad y, solía trabajar en hospitales, pero principalmente en asilos y se mantenía al tanto de la salud de varios de sus protegidos.
Inclusive, acudía a domicilios particulares de varios de ellos, como lo hizo esa noche de jueves, en la privada Ponciano Arriaga, más conocida como "El Callejón de la Luz".
Acompañado de su hermana Araceli, de 36 años, llegó al callejón, estacionó su automóvil y ambos descendieron, sin saber que momentos después sus vidas acabarían al ser alcanzados por un serial de balas disparadas contra un grupo de jóvenes que se hallaba cerca.
Ambos murieron, dejando él sin padre a una niña de 4 años, y ella a tres hijos de 20, 14 y 10 años. "Estaban en el sitio y momento equivocado", supone uno de sus familiares. "Ellos no eran delincuentes; estaban ahí porque fueron a ver a un paciente y les tocó...".
La Policía, hasta el momento, no les ha dicho algo respecto a los responsables. "No es justo que paguen justos por pecadores; no se pusieron a pensar en el dolor que causan...", se lamentan.
Luciano, igual que su hermana, desde muy pequeño mostró aptitud por la enfermería. "Le gustaba mucho; a veces lo mandaba llamar algún paciente que no le podía pagar y él no le cobraba, a muchos no les cobraba", recuerda uno de sus parientes.
Una tercera víctima también fue alcanzada por las balas, y hubo varios jóvenes heridos.