Alejado de la población y escondido entre brechas y matorrales, está el panteón de la comunidad Estación Ventura, el cual dicen los habitantes, es escenario excelente para leyendas y relatos de niños que ahí, se aparecen.
Este matutino acudió a este camposanto que no es de fácil acceso, y es que, no existen señalamientos, no hay calles pavimentadas, solo hay que seguir las señas o recomendaciones de los lugareños, “cruza por aquí, pasa por debajo de puente, por allá, y ahí derecho está”.
Se trata de un panteón relativamente nuevo, de acuerdo a la información obtenida no tiene más de 50 años de antigüedad y fue remodelado hace un par de años: de ser un pequeño cuadrado, se agrandó a un rectángulo por lo que hay suficiente espacio para enterrar a más difuntos.
“Panteón Estación ventura”, dice en la entrada principal en la que se levanta una alta reja metálica, sin embargo cualquiera puede ingresar porque así lo permite la barda perimetral que rodea al cementerio de ni más de un metro de altura.
Al ingresar lo más notorio es la diferencia entre las primeras tumbas y las que se levantaron una vez que fue ampliado el camposanto, pareciera una división de clases sociales en esta última morada; algunas lápidas tienen grabadas fechas no legibles, mientras que otras se encuentran rotas y olvidadas. La mayoría de ellas, aunque abandonadas, mientras que las más recientes, están adornadas por grandes esculturas de ángeles, figuras religiosas.
Se observó lugares de descanso eterno excavados en el suelo, tumbas de enterramiento más tradicional y que hoy en día no son fáciles de ver, por ejemplo en el cementerio Panteón Municipal I, ya que requieren de mucho espacio.
También monumentos de carácter fúnebre, que pertenecen a una misma familia y en cuyo interior se encuentran espacios individuales habilitados para contener diversos féretros, y en ese panorama, están las tumbas de algunos niños que, según se cuenta, por las noches o incluso, en el día, se manifiestan.
Se han hecho incluso, programas de corte paranormal para evidenciar las presencias fantasmales y ha quedado grabado en los mismos, espectros de lo que al perecer son entes infantiles, ruidos, risas, movimientos de los objetos que adornan sus tumbas: globos, carritos y hasta flores, que adquieren vida cuando no hay viento o aire que lo provoque.
Cuando este matutino acudió al cementerio, se tomaron algunas gráficas, se caminó entre las tumbas, pero no se manifestó ninguna presencia rara, “es que fueron de día”, comentó un joven vecinos de Ventura. La historia puede ser diferente de noche.