La expansión y crecimiento de la mancha urbana en Soledad continúa, y ocupa cada vez más áreas del suelo que antes era utilizado para cultivos, hasta el 2018 cerca de una cuarta parte de la superficie municipal era de vocación agrícola y algo más de 8 mil hectáreas se estaban utilizando para tal fin.
Lo anterior, de acuerdo al libro “Soledad, 250 Años de Identidad”, en donde se refiere además que la vida agrícola se mantiene gracias a los pozos existentes a lo largo del municipio, labor campirana que se viene desarrollando desde que tuvo su origen Soledad, y no fue hasta la década de los 70’s, cuando inició el crecimiento demográfico.
Y así, a la extensión de tierra arriba mencionada, hay que restarle donde hoy se ubica una tienda de cadena nacional de recién apertura, y que hasta hace un par de años, los hermanos Perez Chavez, utilizaban el predio para cultivar hortalizas.
Hoy en día utilizan otro terreno aledaño a este comercio, alrededor de una hectárea y media que se ubica sobre la calle Negrete, en la zona Centro, en donde siembran cilantro, espinaca, repollo, acelgas, lechugas y coliflor, y cuando es temporada de Día de Muertos, cambian las hortalizas por las flores de cempasúchil.
El señor Gerardo, uno de los cinco hermanos que trabajan en esa tierra, compartió que la vida agrícola la heredaron y aprendieron de su padre como una manera de ganar el sustento familiar, sin embargo poco a poco ha dejado de ser negocio.
Uno de sus consanguíneos es el responsable de rentar este terreno y organizar el trabajo que a cado uno le toca, labores en las que además, les ayudan cinco personas más, desde arar la tierra, sembrar y regar, hasta que es tiempo de cosechar y repetir el mismo ciclo para que no falten hortalizas y seguir vendiendo, principalmente para consumo local.
Lamentó que poco a poco los terrenos de cultivo a cielo abierto que se ubican sobre esta transitada vialidad, están desapareciendo para construcciones diversas, y no culpó al crecimiento ‘natural’ del municipio, sino al poco valor y nulo apoyo que se le da a los agricultores locales.
“El campo es bonito, pero ya no es negocio”, aseguró don Gerardo, enlistando una serie de costos que tienen que solventar de su ‘bolsa’, desde la renta del terreno, el tractor para preparar los surcos, semillas, gasolina, salario de los trabajadores, herbicidas y sin apoyo gubernamental, el resultado es que poco a poco se dejarán de ver los sembradíos en el primer cuadro del municipio.