San Luis Potosí.- Dedicado a uno de los oficios más difíciles del mundo, que es hacer reír, el payaso Palita, no solo ha enfrentado los estragos de la pandemia, antes también una operación cerebral, y así, ataviado con sus trajes de colores, no deja de sonreír.
Sus actividades sociales y participaciones artísticas en eventos privados o la vía pública, han sido impactados por la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, y la recuperación ha sido paulatina.
Coloridos disfraces, zapatones de punta, nariz roja y un llamativo maquillaje, David Rodríguez, de 41 años, forma parte de los payasos que se reúnen cada domingo frente a las escalinatas del Teatro de la Paz, con la misión de hacer pasar un rato agradable a las familias y ganar algunos pesos.
Inició a los 16 años, precisamente acudiendo a esta misma plaza, y fue con el payaso retirado “Lagrimitas” que tuvo esa primera enseñanza del arte de hacer reír; su aprendizaje lo siguió con “Colchitas” y “Lunarcito”, “ellos me dieron muchos consejos y me regañaron muchas veces”, expresó.
David no se dedica a otra cosa que ser payaso, por lo que al iniciar la pandemia del coronavirus dejaron de hacer sus presentaciones en la plaza del Carmen, “a nosotros ninguna autoridad nos dijo nada, que no podíamos trabajar, pero decidimos no trabajar en su momento”, indicó, aunado a que tampoco había fiestas infantiles, por lo que varios meses estuvo limitado de trabajo.
Pero esta no es la primera adversidad que David Rodríguez ha vivido, pues en los primeros meses del 2019, empezó a tener síntomas como, no poder caminar bien, su visión era limitada, le dolía la cabeza; hasta después de varias revisiones, un especialista le hizo una resonancia magnética, el diagnóstico no lo esperaba, “el neurólogo me dijo que tenía una malformación en el hemisferio izquierdo”.
Explicó que su padecimiento era de nacimiento y que en cualquier momento de su vida iba a causar efecto, y si no se operaba tendría 30 por ciento de posibilidad de vida, mientras que someterse a la cirugía, sería un ‘volado’, y asumió el reto.
“...yo le dije al doctor que hiciera su trabajo, yo haría el mío y Dios su parte”, y antes de su operación hizo un evento para recaudar fondos económicos, porque vinieron medicamentos, estudios clínicos y la rehabilitación, todo tuvo un costo.
Afortunadamente la intervención fue un éxito, recibió ayuda de muchas personas, y toma medicamentos para seguir superando su padecimiento, pero requiere de otra intervención, pues la cirugía provocó que un vaso sanguíneo del cerebro que se inflamara y llenara de sangre, y “ahorita tengo esa bolita, me tienes que operar otra vez, no sé cuándo, pero no estoy triste, nunca”, indicó.
Palita no le teme a la vida, a lo que pueda venir después, y con voz entrecortada, compartió que hoy sabe quienes son sus amigos, mientras que el amor de su madre también es parte fundamental de su salud, así como su hijo, también payaso, “Cachito”, quien actualmente estudia la preparatoria, y hoy sabe sin importar las tristezas o problemas personales, se tiene que hacer reír a la gente.
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