En medio de la lluvia una melodía hace eco en el agua que recorre las calles del Centro Histórico de la ciudad, es la voz de Jessica Chávez y Pedro Enrique Lucio quienes a pesar de las inclemencias del tiempo llegan como cada día a ganarse el sustento de su hogar como cantantes urbanos. Pedro quien es invidente y Jessica débil visual, han hecho de la música su refugio y una manera de encontrarse así mismos y a Dios, como ellos mencionan, quien les ha otorgado el don de llevar el talento de la música en sus manos y en su garganta.
Todos los días en punto de las 11 de la mañana, ambos llegan desde sus hogares correspondientes, a brindar un poco de entretenimiento a los potosinos y turistas que transitan en el corazón de la capital.
Ambos, amigos desde hace años, crearon una mancuerna musical que, les ha permitio llevar el sustento a sus hogares.
“Nos conocemos desde hace ya bastantes años, pertenecemos al mismo templo. Los dos amamos la música y nos gusta encontrar el modo de vivir de ella de la manera más digna posible”, tenemos aquí aproximadamente 14 años siendo artistas de la calle, cantando balada y trova para el público y no hay día que faltemos, incluso si hay lluvia”. Para Jessica y Pedro vivir de la música, ha sido algo gratificante, a pesar de que en ocasiones, como ellos mencionan, su condición hace que algunas personas los subestimen.
“Hay de todo, hay personas buenas y malas. La mayoría nos descalifica por no ver, por ser ciegos.
Pero ya desde hace muchos años que nuestro trabajo se lo entregamos a Dios. Cantamos porque de esto vivimos y no hay manera de que encontremos otra manera de sobrevivir, las cosas como son”
Un máximo de ocho horas son las que diariamente trabajan estos melodiosos cantantes, donde al día pueden llegar a juntar únicamente hasta 100 pesos en propina. “La pandemia trajo muchos altibajos, entre ellos la poca afluencia de personas. Ya casi no nos dejan propina y la gente que viene al centro ya no nos ayuda como antes. Hay poquitas personas que continúan viniendo a escucharnos y gracias a ellos podemos solventar económicamente nuestros gastos diarios”.
Y es por estos espectadores que ellos continúan trabajando con su maravillosa voz y la música que interpretan.
Jessica refiere que cuando canta para el público siente una emoción inexplicable, “para mi la música es vida, es encontrar en una melodía la manera perfecta de comunicarme con las personas, conmigo misma y con Dios. Lo mismo opina Pedro quién desde muy pequeño aprendió a tocar la guitarra y el acordeón, “La música para mi lo es todo, a muy corta edad aprendí algunas notas en la guitarra y otras cuantas en el acordeón, y fue cuando comencé a tocar. Todo lo demás lo aprendí escuchando y aprendiendo alabanzas, hoy me dedico por completo a esto”.
De las canciones mas solicitadas, estos intérpretes mencionan que la trova es la mas pedida por el público y si se toca y canta bien, las propinas pueden llegar a ser abundantes. “De las que más nos piden son de Joauqin Sabina, como “Y sin embargo te quiero”, de Alberto Cortes “Cuando un amigo se va” y hasta de Silvio Rodriguez. Hasta ahora no hay ninguna que no nos sepamos. También solicitan algo de balada como “Yo soy aquel” del cantautor español Raphael. Pero también preferimos cantar alabanzas pues la gente las recibe muy bien y con mucha emoción”.
Hoy en medio del diluvio, Jessy con su bebé en brazos y Pedro con su acordeón en los hombros buscan hacer de su día a día una motivación para salir adelante, “que no podamos ver no nos limita a crear y ser parte del arte de la musica y vivir de ello. Invitamos a todo aquél que venga a visitar el centro, se siente un ratito con nosotros y nos escuche, por ustedes subsistimos”.