“No dejemos de reconstruir y reparar nuestra sociedad, nuestras comunidades, nuestras familias, nuestro país y la misma Iglesia; cada quien desde el lugar donde se encuentre debe enderezar todo camino que esté dañando nuestra vida y la de los demás. Cada uno de nosotros tenemos ésta tarea que nos dejan los grandes líderes sociales y espirituales que han surgido a través de los siglos y que nos piden transformar al mundo. Hagámoslo, transformémoslo con sólidos valores humanos y cristianos que nos dignifiquen como personas y nos permitan dejar una huella en la sociedad y en todos los aspectos de nuestra vida".
“Hay desgracias o circunstancias que nos pueden marcar la vida para mal, permitidas sí, por nuestro Padre Dios, pero provocadas por el mismo hombre”.
Así lo señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero, quien presidió la solemne Festividad en honor a San Francisco de Asís, donde exhortó a los fieles a imitar al Santo que no se dejó vencer por los placeres, la avaricia, la soberbia, el egoísmo, la vanidad, los desenfrenos del poder, del tener y del ser.
“Es preciso que al igual que San Francisco, seamos portadores de paz, de amor, de caridad, y de hacer el bien con suma humildad, pues Dios nos pide ayudar a los más necesitados y prestar esa ayuda con auténtico amor cristiano”.
“Dejemos el egoísmo, la cultura de la muerte y de la división y restauremos la Iglesia de Cristo, reconstruyamos, no –sólo la Iglesia—como lo hizo San Francisco, sino la sociedad en general, comenzando por restaurar nuestras familias, muchas veces divididas por nimiedades”.
“Sólo en el Señor podemos encontrar el amigo leal, el amigo fiel, el que nunca falla ni traiciona, ni juzga, sino el que amoroso viene a nosotros para acogernos, para amarnos, perdonarnos y encauzarnos a vivir en plenitud su Evangelio de paz y amor, de paz y bien; ese Evangelio que nos lleve a amar, respetar y dignificar a los demás y no a pisotearlos, humillarlos o a quitarles lo que les pertenece”.
“Que la avaricia no nos lleve a cometer crímenes, ni contra el hombre ni contra nuestro medio ambiente, ni contra la naturaleza misma. Recordemos que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza jamás”.