Aún y cuando vienen nuevas vacunas contra el Covid-19 para el país, la ciudadanía común y corriente no tiene esperanza de poder ver la luz al final del camino, esto es lo que piensa Cecilia, una enfermera que aunque no ha estado atendiendo a pacientes en específico que tengan la enfermedad, convive con muchos adultos mayores que llegan a presentar signos irregulares en su salud.
Es una enfermera particular que atiende a personas adultas mayores y no está en la línea de batalla en ninguna institución pública o privada, pero ha tenido que hacerle frente a las condiciones que hay por el Coronavirus, cuando alguno de sus clientes resulta con síntomas, los identifica y los lleva inmediatamente a su médico particular. Sabe que están enfermos utilizando siempre el oxímetro de pulso, según argumenta.
En su caso, Cecilia, dejó de atender a los adultos mayores con los que convivía diariamente y por ello comenzó a ofrecer sus servicios desde casa. En la Colonia Rivas Guillén atiende a los vecinos que quieran la aplicación de inyecciones o algunas actividades que les puedan ayudar a mejorar su calidad de vida.
Recientemente se enteró que uno de sus pacientes habituales de nombre Carlos de unos 70 años de edad, falleció víctima del Coronavirus, esta muerte le causó una gran sorpresa, ni siquiera lo puede creer, ya que fue el mismo paciente quien le pidió que ya no lo atendiera en su domicilio porque quería estar solo en casa junto a su esposa para que pudieran estar libres de cualquier riesgo a contaminarse.
Don Carlos aseaba perfectamente su domicilio, guardaba todas las medidas de distanciamiento social y las recomendaciones médicas que hacían desde las instituciones de salud.
Incluso pecaba de exagerado no salía de casa, ni a la tiendita, limpiaba todo con esa exactitud, cargaba siempre artículos de limpieza y desinfectantes. Exageraba tanto que todos los alimentos eran lavados a la perfección, y hasta las bolsas de basura eran sometidas a estrictos controles de sanidad.
También le conmocionó esta información, porque era un viejecito que era muy estricto en su alimentación no pecaba para nada, y no tenía más que los achaques de la edad.
Murió afectado por el Covid-19, sus familiares se percataron de que tenía la enfermedad porque le dio una gripa muy fuerte y en el hospital les dieron la noticia de que había adquirido el Sars-Cov-2, sólo duró poco tiempo en el nosocomio y a la semanas su esposa también falleció aunque la enfermera no especificó si se contagió o se fue por tristeza al acompañar a su ser querido.
Por eso, ahora, Cecilia, enfermera particular de unos 40 años de edad, considera que esté mal es traicionero y no tiene honor, porque aún y cuando las personas se cuidan y extreman precauciones también pueden llegar a infectarse y morir en el camino.
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