/ martes 28 de abril de 2020

María, una guerrera en tiempos de pandemia

Desde hace once años aprendió el oficio; embarazada, y seguirá trabajando en su única fuente de ingresos

Hace poco más de 11 años, María Elizabeth aprendió el oficio de reparadora y aseadora de calzado, el padre de su hija le enseñó el oficio para que no dependiera de nadie, hoy, con 5 meses de embarazo y en medio de la pandemia, esta es su única fuente de ingresos.

Entre los boleros de los arcos del Palacio Municipal se encuentra un tanto discreta, pero al final llamativa por lo poco común que es todavía encontrarse con una mujer en este oficio, María Elizabeth Martínez Niño, y llama aún más la atención al percatarse de su embarazo; tiene cinco meses, y contra las indicaciones de su médico, aún en estos tiempos de pandemia sale cada día a buscar el sustento.

María Elizabeth tiene una hija de 11 años de edad, fue el padre de ella quien le enseñó el oficio de reparar y lustrar calzado, "me dijo: enséñate, no dependas de ninguno, ni de mí mismo vayas a depender, y así fue, él se fue pero aprendí". Recuerda que entre la reparación y el aseo de calzado, la reparación fue lo que más trabajo le costó aprender, "fue mucho sacrificio el mío porque me sangraban los dedos de tanto coser, las yemas me sangraban, fueron muchos años los que batallé pero al final de cuentas sí me sirvió".

Fueron dos años los que batalló hasta aprender las reparaciones de calzado, sobre todo porque confiesa, su pareja no le enseñó "de buen modo"; ahora sabe que en estas tareas tiene que poner dedicación y paciencia para realizar un buen trabajo, "hay que hacer bien las cosas, no a las carreras porque si no, no salen bien, es tiempo, dedicación, día y noche". El aprendizaje y dedicación que ha puesto, la han llevado a no recibir quejas de su trabajo en estos 11 años.

Explica que previo a la contingencia sanitaria por coronavirus se dedicaba en las mañanas a la limpieza y por las tardes salía a bolear y reparar calzado, sin embargo debido a la situación su empleo matutino está suspendido, así que ahora dedica todo el día a la boleada; pese a ello hay días en que en lugar de ganar, pierde, pues le cobran 130 pesos por día la renta de la silla de bolero, "no llego ni a cinco boleadas, a veces dos, a veces tres, a veces nada, lo poco que saco hay que estirarlo".

Reconoce que su médico ya le dijo que por su condición, debería permanecer en casa, "pero tengo que venir por la necesidad de darle de comer a mi hija y por el que viene", además de que ya tiene pendientes pagos de agua, energía eléctrica y la renta de su vivienda, "esperemos completar porque si no qué vamos a hacer".

La situación no sólo es poco favorable para María Elizabeth, sino también para los otros boleros, sin embargo el compañerismo ha salido a relucir, y cuando alguno de ellos no obtuvo ingresos en el día, los otros tratan de ayudarle, "esperemos que esta enfermedad pase porque nos está afectando a muchos trabajadores, muchos compañeros se quedaron sin trabajo".

María Elizabeth tiene programado su parto para el mes de agosto, y pese a los riesgos de contagio de coronavirus, asegura que continuará trabajando hasta que su embarazo se lo permita, por lo pronto sus compañeros ya le tienen como sugerencia para el niño que está por nacer, el nombre de "Luis Carlos Alberto no sé qué", dice entre risas.

Hace poco más de 11 años, María Elizabeth aprendió el oficio de reparadora y aseadora de calzado, el padre de su hija le enseñó el oficio para que no dependiera de nadie, hoy, con 5 meses de embarazo y en medio de la pandemia, esta es su única fuente de ingresos.

Entre los boleros de los arcos del Palacio Municipal se encuentra un tanto discreta, pero al final llamativa por lo poco común que es todavía encontrarse con una mujer en este oficio, María Elizabeth Martínez Niño, y llama aún más la atención al percatarse de su embarazo; tiene cinco meses, y contra las indicaciones de su médico, aún en estos tiempos de pandemia sale cada día a buscar el sustento.

María Elizabeth tiene una hija de 11 años de edad, fue el padre de ella quien le enseñó el oficio de reparar y lustrar calzado, "me dijo: enséñate, no dependas de ninguno, ni de mí mismo vayas a depender, y así fue, él se fue pero aprendí". Recuerda que entre la reparación y el aseo de calzado, la reparación fue lo que más trabajo le costó aprender, "fue mucho sacrificio el mío porque me sangraban los dedos de tanto coser, las yemas me sangraban, fueron muchos años los que batallé pero al final de cuentas sí me sirvió".

Fueron dos años los que batalló hasta aprender las reparaciones de calzado, sobre todo porque confiesa, su pareja no le enseñó "de buen modo"; ahora sabe que en estas tareas tiene que poner dedicación y paciencia para realizar un buen trabajo, "hay que hacer bien las cosas, no a las carreras porque si no, no salen bien, es tiempo, dedicación, día y noche". El aprendizaje y dedicación que ha puesto, la han llevado a no recibir quejas de su trabajo en estos 11 años.

Explica que previo a la contingencia sanitaria por coronavirus se dedicaba en las mañanas a la limpieza y por las tardes salía a bolear y reparar calzado, sin embargo debido a la situación su empleo matutino está suspendido, así que ahora dedica todo el día a la boleada; pese a ello hay días en que en lugar de ganar, pierde, pues le cobran 130 pesos por día la renta de la silla de bolero, "no llego ni a cinco boleadas, a veces dos, a veces tres, a veces nada, lo poco que saco hay que estirarlo".

Reconoce que su médico ya le dijo que por su condición, debería permanecer en casa, "pero tengo que venir por la necesidad de darle de comer a mi hija y por el que viene", además de que ya tiene pendientes pagos de agua, energía eléctrica y la renta de su vivienda, "esperemos completar porque si no qué vamos a hacer".

La situación no sólo es poco favorable para María Elizabeth, sino también para los otros boleros, sin embargo el compañerismo ha salido a relucir, y cuando alguno de ellos no obtuvo ingresos en el día, los otros tratan de ayudarle, "esperemos que esta enfermedad pase porque nos está afectando a muchos trabajadores, muchos compañeros se quedaron sin trabajo".

María Elizabeth tiene programado su parto para el mes de agosto, y pese a los riesgos de contagio de coronavirus, asegura que continuará trabajando hasta que su embarazo se lo permita, por lo pronto sus compañeros ya le tienen como sugerencia para el niño que está por nacer, el nombre de "Luis Carlos Alberto no sé qué", dice entre risas.

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