/ jueves 24 de mayo de 2018

La “vieja central”, ícono de añoranza

Casi 3.37 hectáreas permanecen como lote baldío con parte de la edificación aún en pie, pero con un futuro incierto

La desaparecida central de autobuses “Plan de San Luis” sigue siendo un icono de añoranza; sus pasillos fueron, durante muchos años, escenario de despedidas y bienvenidas, de tristezas y alegrías. Se resistió a morir y, cuando inició operaciones la llamada Terminal Terrestre Potosina (TTP), en 1993, sirvió como terminal de camiones de segunda y tercera clase, luego vino su cierre definitivo.

Hoy, después que casi la mitad de su terreno se destinó a una gasolinera y un sitio de comida rápida, el resto de las casi 3.37 hectáreas permanece como lote baldío con parte de la edificación aún en pie, pero con un futuro incierto, aunque se insiste será con fines comerciales.

Inaugurada el 13 de junio de 1970, la central de autobuses “Plan de San Luis” sirvió para concentrar las terminales de autobuses que antes operaban, en su mayoría, en lo que hoy es el Centro Histórico, principalmente en los alrededores de la alameda “Juan Sarabia” y jardín “Escontría” e, inclusive, en el jardín del barrio de Santiago.

Fue el entonces gobernador Antonio Rocha Cordero, acompañado del representante del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien resultó ser el potosino José Antonio Padilla, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, quien encabezó el corte del listón que marcó el inicio de las operaciones de esa dinámica terminal de autobuses. Gabriel Echenique, era el presidente municipal.

En los anales de la historia popular de San Luis Potosí, se menciona al ya fallecido empresario don Quirino Balderas como el socio mayoritario de la terminal de autobuses, quien terminó por vender sus acciones. Una línea, Estrella Blanca, las compró y elevó el costo de la renta, llevando al resto de los socios a optar por construir la TTP, y el inmueble terminó como central de camiones “polleros”, luego como taller mecánico de la citada línea, cuando la “nueva” central se amplió y dio cabida a la segunda y tercera clase.

El edificio terminó abandonado por muchos años, y llegó a ser refugio de malvivientes; durante un tiempo, y a solicitud de la ahora Policía Federal –ahí operó, en su costado sur, mucho tiempo la sede de la entonces Policía Federal de Caminos-, funcionó la sede de su academia, y parte de sus antes bulliciosos pasillos se convirtieron en dormitorios de los cadetes, y su otrora patio de maniobras sirvió para sus prácticas.

En su momento, la todavía conocida como “vieja central” contó con muchos servicios, había desde oficina de correos y telégrafos y locales comerciales diversos, desde la clásica tienda de artesanías y recuerdos de San Luis Potosí, los puestos de revistas, farmacia y hasta una vinatería, muy socorrida por trasnochadores los fines de semana, ya que solía permanecer abierta toda la madrugada. Para muchos, era casi como una plaza comercial, visitada aunque no se tuviera programada alguna salida.

Y no hay que olvidar el restaurante, con servicio de 24 horas; de hecho, según relato de algunos aficionados historiadores, en los terrenos donde operó la central, que fueron propiedad de don Quintín Rodríguez, funcionaba un pequeño restaurante del que también era dueño; luego, con la edificación del inmueble, se hizo cargo del restaurante que, muchos recuerdan, era amenizado a la hora de la comida o por un pianista o, en ocasiones, por un grupo musical.

El terreno fue vendido a particulares en 2006, y permaneció en el abandono varios años. Luego, tras la demolición del inmueble, del que todavía permanece en pie parte de lo que fue su sección de segunda clase, sigue la incógnita a pesar que desde 2010 se ha planteado su uso de suelo con fines comerciales.

La desaparecida central de autobuses “Plan de San Luis” sigue siendo un icono de añoranza; sus pasillos fueron, durante muchos años, escenario de despedidas y bienvenidas, de tristezas y alegrías. Se resistió a morir y, cuando inició operaciones la llamada Terminal Terrestre Potosina (TTP), en 1993, sirvió como terminal de camiones de segunda y tercera clase, luego vino su cierre definitivo.

Hoy, después que casi la mitad de su terreno se destinó a una gasolinera y un sitio de comida rápida, el resto de las casi 3.37 hectáreas permanece como lote baldío con parte de la edificación aún en pie, pero con un futuro incierto, aunque se insiste será con fines comerciales.

Inaugurada el 13 de junio de 1970, la central de autobuses “Plan de San Luis” sirvió para concentrar las terminales de autobuses que antes operaban, en su mayoría, en lo que hoy es el Centro Histórico, principalmente en los alrededores de la alameda “Juan Sarabia” y jardín “Escontría” e, inclusive, en el jardín del barrio de Santiago.

Fue el entonces gobernador Antonio Rocha Cordero, acompañado del representante del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien resultó ser el potosino José Antonio Padilla, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, quien encabezó el corte del listón que marcó el inicio de las operaciones de esa dinámica terminal de autobuses. Gabriel Echenique, era el presidente municipal.

En los anales de la historia popular de San Luis Potosí, se menciona al ya fallecido empresario don Quirino Balderas como el socio mayoritario de la terminal de autobuses, quien terminó por vender sus acciones. Una línea, Estrella Blanca, las compró y elevó el costo de la renta, llevando al resto de los socios a optar por construir la TTP, y el inmueble terminó como central de camiones “polleros”, luego como taller mecánico de la citada línea, cuando la “nueva” central se amplió y dio cabida a la segunda y tercera clase.

El edificio terminó abandonado por muchos años, y llegó a ser refugio de malvivientes; durante un tiempo, y a solicitud de la ahora Policía Federal –ahí operó, en su costado sur, mucho tiempo la sede de la entonces Policía Federal de Caminos-, funcionó la sede de su academia, y parte de sus antes bulliciosos pasillos se convirtieron en dormitorios de los cadetes, y su otrora patio de maniobras sirvió para sus prácticas.

En su momento, la todavía conocida como “vieja central” contó con muchos servicios, había desde oficina de correos y telégrafos y locales comerciales diversos, desde la clásica tienda de artesanías y recuerdos de San Luis Potosí, los puestos de revistas, farmacia y hasta una vinatería, muy socorrida por trasnochadores los fines de semana, ya que solía permanecer abierta toda la madrugada. Para muchos, era casi como una plaza comercial, visitada aunque no se tuviera programada alguna salida.

Y no hay que olvidar el restaurante, con servicio de 24 horas; de hecho, según relato de algunos aficionados historiadores, en los terrenos donde operó la central, que fueron propiedad de don Quintín Rodríguez, funcionaba un pequeño restaurante del que también era dueño; luego, con la edificación del inmueble, se hizo cargo del restaurante que, muchos recuerdan, era amenizado a la hora de la comida o por un pianista o, en ocasiones, por un grupo musical.

El terreno fue vendido a particulares en 2006, y permaneció en el abandono varios años. Luego, tras la demolición del inmueble, del que todavía permanece en pie parte de lo que fue su sección de segunda clase, sigue la incógnita a pesar que desde 2010 se ha planteado su uso de suelo con fines comerciales.

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