El Cáncer: las dos caras de la moneda… padecerlo y superarlo; ambas luchan por no perder la vida, aún cuando los pronósticos vayan en contra: Karina Antonio Hernández y Brenda Meló Villeda.
La primera, una joven huasteca de 18 años, que tiene apenas un año en tratamiento para combatir la Leucemia mieloblastica; le faltan 700 largos días más, para acabar con el doloroso suministro de la quimioterapia que le deja múltiples malestares: náuseas, vómito e inflamación.
Madre de un niño de tres años, casada con el hombre que ha sido el “pilar” en esta difícil prueba, vive con la firme esperanza de superar la enfermedad.
Fue en noviembre de 2017, cuando una llaga en la boca, alertó al médico que la atendió en un consultorio particular de Tamazunchale, su lugar de origen. Su traslado a la capital potosina se pidió enseguida, y fue aquí en donde recibió el desalentador diagnóstico; “pensé, voy a morir”.
“Me pregunté, ¿por qué a mí?, tal vez no me cuide, el primer doctor me dijo que tenía una enfermedad muy delicada, yo solo fui a checarme mi boca, y jamás imaginé padecer esto. Lo primero que se me vino a mi mente, fue mi hijo”.
A poco más de un año de estar en tratamiento, Karina, no pierde la esperanza de ver crecer a su hijo, a quien tiene que dejar en su comunidad al cuidado de su suegra, pues poco apoyo tiene de sus padres. “Recuerdo cuando me quise peinar y un puño de cabello se quedó en mi manos, pensé que iba a morir, pero las ganas, la esperanza de ver a mi hijo, es lo que me hacen levantarme día con día, me dije, tengo que salir de esto”.
A diferencia que Karina, Brenda Meló Villeda, pasó la prueba. Brenda es una joven de 23 años, que hoy está viviendo su segunda oportunidad de vida. En unos días acudirá a su última cita, para ser dada de alta después de tres años de tratamiento y 10 en revisión y observación.
Con voz entre cortada, y una mirada que refleja alegría, pero al mismo tiempo miedo, Brenda, abrió su corazón y tajante dijo: “si esto regresa, yo creo ya no me atiendo, no soportaría pasar nuevamente el mismo dolor, sufriría por mi familia, pero es algo horrible”.
Originaria de Xilitla, San Luis Potosí, la joven fue diagnosticada a los 10 años con Leucemia linfoblástica, dice: “yo no sabía ni lo que era el Cáncer, yo siempre le eché ganas, yo decía quiero vivir, no me quiero morir”.
“Ya me habían desahuciado, la doctora me dijo que no había nada qué hacer, es impresionante que siga de pie, nadie lo hubiera imaginado, los médicos no se explicaron cómo, pero de tener un diagnóstico de Leucemia, y de estar a punto de morir, los estudios salieron libres de células cancerígenas, yo creo mucho en Dios”.
Ambas jóvenes son apoyadas por la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer de San Luis Potosí A.C. (AMANC), su segunda casa, el ángel en su camino, definen.
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