/ jueves 25 de junio de 2020

José David, hombre solitario y chambeador

Su defunción con fecha 16 de mayo, señala que falleció por neumonía por Covid-19. Dedicó su vida al trabajo de la construcción, ese era su oficio, labor muy noble y a la vez pesada

Hacía revoques, construía, pintaba y reparaba. Se dedicaba a la albañilería, oficio que le requería pasión, sobre todo, mucho sacrificio y lo hacía con gusto, esa era su vida, un hombre “chambeador”, quien falleció por complicaciones generadas por el coronavirus (Covid-19).

Se trata de José David Espericueta Barbosa, quien tenía su domicilio en la colonia Rural Atlas, en la ciudad capital, y dedicó su vida al trabajo de la construcción, ese era su oficio, labor muy noble y a la vez pesada, pero con este oficio se mantuvo económicamente durante toda su vida y a sus dos hijos.

Familiares recuerdan a José David, como un hombre sonriente y “chambeador”, dedicado siempre a su trabajo

Tenía 55 años de edad, vivía sólo y sus hijos lo visitaban cada fin de semana, tenía buena comunicación con ellos, así como con sus vecinos y sobretodo con su hermano, quien además también era su vecino.

Lo identificó siempre su dedicación al trabajo, un hombre que sólo salía de su casa a trabajar y de regreso, no tenía otras actividades extra, estar en su vivienda, cuando terminaba su jornada laboral, era todo lo que hacía.

Había días en los que simplemente salía a la banqueta de su casa, sentado en una silla, pasar las tardes platicando con la familia de su hermano, su cuñada, sus sobrinos y vecinos, charlas que hoy son extrañas sin su presencia física, porque sus cenizas están en la sala de la casa de su consanguíneo.

Lo anterior fue narrado precisamente por ellos, su familia y sus vecinos, la esposa de su hermano, Angélica María Martínez Galarza, compartió que era un hombre solitario porque vivía solo, pero no por eso de carácter “amargado”, calificándolo como una persona amigable y sonriente.

“Siempre fue muy entregado a su trabajo, si salía de su casa, era para trabajar, nada más y pues ahí está su casa, sola, sus pertenencias todo está intacto, como él lo dejó, nunca pensamos que ya no lo volveríamos a ver”, dijo señalando la vivienda de José David, que hoy en día luce a puerta cerrada.

Su vivienda, el lugar donde pasaba todo su tiempo cuando no estaba trabajando, hoy está cerrada, incluso sus pertenencias ahí siguen como las dejó por última vez

Todos están tristes por su deceso, pero sobre todo su esposo, quien de acuerdo a Angélica María, ha entrado en depresión por el fallecimiento de su único hermano, de quien no tuvo la oportunidad siquiera de despedirse, incluso, sus cenizas permanecen con él.

En una pequeña mesa se levantó un altar, con veladoras alrededor, una única fotografía del trabajador de la construcción y su Clave Única de Registro de Población (CURP) e imágenes religiosas resguardan la urna de sus restos.

El 07 de mayo sus hijos lo llevaron al Hospital General de Soledad porque José David empezó con temperatura, dolor de cabeza y dificultad para respirar; pero días antes personal del Sector Salud acudió a su vivienda a realizarle la prueba de Covid-19, tomaron muestra y se fueron.

Durante 11 días estuvo hospitalizado, aislado y sin poder ver a su familia, “sólo nos entregaron las cenizas, no nos dejaron ver el cuerpo...la verdad yo no creo, como le digo, todos nosotros tuvimos contacto con él, estuviéramos todos enfermos, así como dicen que el virus es muy contagioso”, indicó su cuñada. Su defunción con fecha 16 de mayo, señala que falleció por neumonía por Covid-19.

Hacía revoques, construía, pintaba y reparaba. Se dedicaba a la albañilería, oficio que le requería pasión, sobre todo, mucho sacrificio y lo hacía con gusto, esa era su vida, un hombre “chambeador”, quien falleció por complicaciones generadas por el coronavirus (Covid-19).

Se trata de José David Espericueta Barbosa, quien tenía su domicilio en la colonia Rural Atlas, en la ciudad capital, y dedicó su vida al trabajo de la construcción, ese era su oficio, labor muy noble y a la vez pesada, pero con este oficio se mantuvo económicamente durante toda su vida y a sus dos hijos.

Familiares recuerdan a José David, como un hombre sonriente y “chambeador”, dedicado siempre a su trabajo

Tenía 55 años de edad, vivía sólo y sus hijos lo visitaban cada fin de semana, tenía buena comunicación con ellos, así como con sus vecinos y sobretodo con su hermano, quien además también era su vecino.

Lo identificó siempre su dedicación al trabajo, un hombre que sólo salía de su casa a trabajar y de regreso, no tenía otras actividades extra, estar en su vivienda, cuando terminaba su jornada laboral, era todo lo que hacía.

Había días en los que simplemente salía a la banqueta de su casa, sentado en una silla, pasar las tardes platicando con la familia de su hermano, su cuñada, sus sobrinos y vecinos, charlas que hoy son extrañas sin su presencia física, porque sus cenizas están en la sala de la casa de su consanguíneo.

Lo anterior fue narrado precisamente por ellos, su familia y sus vecinos, la esposa de su hermano, Angélica María Martínez Galarza, compartió que era un hombre solitario porque vivía solo, pero no por eso de carácter “amargado”, calificándolo como una persona amigable y sonriente.

“Siempre fue muy entregado a su trabajo, si salía de su casa, era para trabajar, nada más y pues ahí está su casa, sola, sus pertenencias todo está intacto, como él lo dejó, nunca pensamos que ya no lo volveríamos a ver”, dijo señalando la vivienda de José David, que hoy en día luce a puerta cerrada.

Su vivienda, el lugar donde pasaba todo su tiempo cuando no estaba trabajando, hoy está cerrada, incluso sus pertenencias ahí siguen como las dejó por última vez

Todos están tristes por su deceso, pero sobre todo su esposo, quien de acuerdo a Angélica María, ha entrado en depresión por el fallecimiento de su único hermano, de quien no tuvo la oportunidad siquiera de despedirse, incluso, sus cenizas permanecen con él.

En una pequeña mesa se levantó un altar, con veladoras alrededor, una única fotografía del trabajador de la construcción y su Clave Única de Registro de Población (CURP) e imágenes religiosas resguardan la urna de sus restos.

El 07 de mayo sus hijos lo llevaron al Hospital General de Soledad porque José David empezó con temperatura, dolor de cabeza y dificultad para respirar; pero días antes personal del Sector Salud acudió a su vivienda a realizarle la prueba de Covid-19, tomaron muestra y se fueron.

Durante 11 días estuvo hospitalizado, aislado y sin poder ver a su familia, “sólo nos entregaron las cenizas, no nos dejaron ver el cuerpo...la verdad yo no creo, como le digo, todos nosotros tuvimos contacto con él, estuviéramos todos enfermos, así como dicen que el virus es muy contagioso”, indicó su cuñada. Su defunción con fecha 16 de mayo, señala que falleció por neumonía por Covid-19.

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