Domingo, diez de la mañana. Las calles de la muy conocida Fracción de Morales, son un ir y venir de historias constantes de aquellas personas que aún recuerdan a los obreros que caminaron a la Fundición Morales de IMMSA, apresurados siempre por no llegar tarde.
Calles que hoy también custodian de manera simbólica, un tramo que por muchas décadas significó parte del crecimiento territorial y económico de la ciudad y que actualmente son un gran referente de la comida tradicional de la capital.
Hoy parece que el aroma de la década de 1950, se conjuga con la calidez del sol del mediodía, guardando eternamente en la memoria a aquellas mujeres residentes que dejaron su legado culinario en esta colonia.
Ahora son otras personas las que sacan sus comales y leña para cocinar el platillo distintivo de este lugar.
El nixtamal y el metate fueron y han sido sus herramientas principales, para continuar a través de los años la preparación de las distintivas gorditas de Morales. Unos 15 locales rodean esta zona. Las filas son largas y las familias extensas.
Las mesas están llenas y la clientela aprovecha para asomar su mirada hacia las cazuelas, tal vez elijan de rajas, frijoles o de chicharrón sus gorditas.
La espera de vuelve eterna, pero bien vale la pena.
En el comal ya se extiende la masa, y las personas inquietas esperan su turno. Las meseras apuntan concienzudamente los pedidos, "tres de chicharrón y dos de rajas", se oye a los comensales confirmar su pedido.
Por fin se libera una mesa, y una pareja se sienta entusiasmada. Contentos reciben su primer orden de gorditas. Parece que la gloria ha llegado al paladar de sus bocas.
Otras familias consiguen su mesa y es entonces que todo se convierte en algarabía. Ya pasan las doce del día y la gente sigue llegando. Otros se van porque el descanso no puede esperar y otros tantos llegan para disfrutar de esta delicia al paladar.
Las gorditas de Morales son y serán un oasis para quienes buscan saciar su gusto por la comida tradicional.