Durante varias semanas, el rosado de la cantera y el verde de las magnolias prevalecieron en la Plaza de Armas, sin personas y sin los puestos de globos que suelen agregarle color a la plaza, restringida la presencia de ambos por las cintas amarillas que había alrededor de las jardineras y sobre las bancas; sin embargo esta semana desaparecieron las cintas y con ello se reactivó la presencia de paseantes que han hecho a un lado la Jornada Nacional de Sana Distancia, y también regresaron dos puestos de globos.
Israel y Liliana atienden uno de estos puestos, mencionan que durante dos meses permanecieron en sus casas, "si veníamos nos rebotaba la tira, tenían todo cercado con la cinta amarilla, no había dónde ponerse ni dónde estar, pero estamos sin ingresos y sin poder comer muy bien, tenemos que salir al ruedo", justifica Israel.
Liliana señaló que ya son 20 años que se dedica a esta actividad, y es la primera vez que pasan por una situación como esta; los comerciantes no encuentran explicación, incluso se preguntan si hay una razón oculta en el gobierno para afectar no solamente a los globeros, sino también a otros sectores como los boleros, e incluso al comercio formal, "vamos como los cangrejos para atrás, para atrás, nada para adelante".
La mujer compartió que en un día normal pueden llegar a vender hasta 600 pesos, pero en estos días de pandemia hay jornadas en las que cierra con ventas de 30 pesos, 15, o incluso se va en ceros, "hay días que de plano nos vamos sin nada, ni lo del camión".
Y es que a pesar de que ya ha regresado la afluencia de los días normales al Centro Histórico, pocas personas se detienen a realizar una compra, "como que vienen a hacer pagos pero no se paran, no traen niños"; al momento de la plática un niño logró que su padre se acercara, preguntó el precio de una pistola de burbujas, -90 pesos, le informó Liliana, quien en la búsqueda de conseguir la que sería su primer venta del día, le planteó otras dos opciones, la más baja, un botecito de 15 pesos- ninguna convenció al cliente.
Con una venta de 15 o 30 pesos, Liliana adquiere tortillas para acompañar la comida que lleva de su casa, mientras que Israel acude al comedor de San Juan de Dios, así evitan un gasto en alimentos.
En días normales, estos comerciantes llegan a las 10 de la mañana y se retiran a las 9 de la noche, sin embargo la poca afluencia de personas en estos días hace que se retiren a las 6 de la tarde, cuando cierran las pocas tiendas que se encuentran abiertas.
A pesar de que aún no hay indicaciones para este tipo de comercio, ellos ya se sumaron a la "nueva normalidad" debido a las carencias económicas que enfrentan y que les obligan a poner en segundo término el riesgo al contagio.