/ domingo 30 de mayo de 2021

Camposanto de Cerro de San Pedro con 500 años de historia

Hay quienes practican brujería dentro del cementerio, y el “Turismo de terror”, acude en busca de historias de ultratumba

Al sur de San Luis Potosí, entre los cerros y los áridos mezquites, en pleno territorio huachichil, se encuentra uno de los panteones más antiguos de la entidad, vestigio de ahora un “pueblo fantasma”.

Se trata del cementerio del Cerro de San Pedro, un camposanto que tiene más de 500 años de historia según indican los residentes del pueblo minero.

Este vetusto panteón, se encuentra a las orillas del camino, donde la maleza y las cactáceas han invadido sus muros para ser casi imperceptible por el ojo humano que atraviesa el llano de esa zona.

Con una arquitectura sobria y simple, este cementerio posee más de 200 fosas destinadas a las familias que durante siglos fueron pobladores y trabajadores de las minas cercanas a la zona montañosa de los cerros de San Pedro, Portezuelo, Lobo, Chiquihuitillo, las Cruces y el Ranchito.

La mayoría de los sepulcros datan de hace más 300 y 200 años, y los elaborados más recientes desde hace algunas décadas. Algunos pobladores indican que las tumbas más antiguas pertenecen a familias que en siglos pasados se dedicaron a la minería, donde muchos de los fallecidos perdieron la vida por su adicción a la bebida.

Dentro del panteón se pueden observar tumbas de cantera que se han erosionado con el pasar de los años.

Existen también, escasas esculturas mortuorias, pues en su mayoría las sepulturas son básicas y poseen únicamente la icónica cruz de concreto y madera que enuncia el nombre y fecha de muerte del difunto, donde algunas muestran algunas esculturas haciendo alusión a la crucifixión como un símbolo de sacrificio, fe, esperanza y resurrección eterna.

Otra de las características de cada tumba, es que en su mayoría están destinadas a un espacio con cámaras construidas bajo rasante. Además se ubican en un área grande de parcela, con un mínimo de cuatro metros cuadrados cada una, y donde la gran parte de las sepulturas sobresalen al nivel del piso.

Por otro lado, el duelo en este lugar es casi inexistente. Cada espacio fúnebre expone el olvido de las familias que durante décadas han dejado de visitar a sus seres queridos que yacen en el cementerio. Solo algunas de las tumbas se mantienen imponentes gracias al mantenimiento que esporádicamente le dan los familiares de algunos difuntos que aún residen dentro del pueblo minero más cercano.

Ahí las lápidas no existen, los epitafios se encuentran desdibujados y algunas de las cruces ya lucen rotas y desgastadas. Una imagen desértica que remarca que la muerte en este lugar sigue presente.

TURISMO DE TERROR E HISTORIAS DE ULTRATUMBA

El Panteón del Cerro de San Pedro, tiene características físicas que a los pobladores cercanos les hace rememorar historias de ultratumba.

Manifiestan, que décadas atrás era común ver algunas de las osamentas afuera de cada sepultura, o distribuidas en diversas zonas del camposanto y que desde entonces, la afluencia a este cementerio por personas non gratas, ha desatado rumores y algunas leyendas acerca de que en este sitio existen portales del más allá.

Además recalcan, que el lugar ha sido utilizado para practicar en diversas ocasiones brujería y hechicería, vulnerando la tranquilidad de los pobladores cercanos y por qué no, la de los mismos difuntos.

En el mismo cementerio hay algunos registros e indicios de que estas actividades se llevan a cabo, donde incluso se pudo observar desde muñecas y objetos de dudosa procedencia, quemados y hasta envueltos de forma estratégicas alrededor de las tumbas.

Ejercicios llevados a cabo dentro de la clandestinidad e irrupción del área privada del cementerio, lo que también ha atraído a buena cantidad de “turismo de terror”, quienes realizan de manera independiente ( y sin supervisión alguna) recorridos e indagaciones en el área del panteón, en busca de algún indicio paranormal.

Personas de todas las edades ingresan a este icónico panteón, en punto de las 12 de la noche o bien a las tres de la madrugada, en diversos grupos y con gran cantidad de aparatos, con la finalidad de tener un encuentro con lo paranormal, según indican residentes cercanos al área.

Lo cierto es que, el panteón del Cerro de San Pedro posee un misticismo peculiar, uno que hace que cualquier visitante se adentre para conocer su historia y ¿por qué no?, también descubrir en esta área mortuoria un vínculo con el pasado y con quien dejó este mundo terrenal.

Al sur de San Luis Potosí, entre los cerros y los áridos mezquites, en pleno territorio huachichil, se encuentra uno de los panteones más antiguos de la entidad, vestigio de ahora un “pueblo fantasma”.

Se trata del cementerio del Cerro de San Pedro, un camposanto que tiene más de 500 años de historia según indican los residentes del pueblo minero.

Este vetusto panteón, se encuentra a las orillas del camino, donde la maleza y las cactáceas han invadido sus muros para ser casi imperceptible por el ojo humano que atraviesa el llano de esa zona.

Con una arquitectura sobria y simple, este cementerio posee más de 200 fosas destinadas a las familias que durante siglos fueron pobladores y trabajadores de las minas cercanas a la zona montañosa de los cerros de San Pedro, Portezuelo, Lobo, Chiquihuitillo, las Cruces y el Ranchito.

La mayoría de los sepulcros datan de hace más 300 y 200 años, y los elaborados más recientes desde hace algunas décadas. Algunos pobladores indican que las tumbas más antiguas pertenecen a familias que en siglos pasados se dedicaron a la minería, donde muchos de los fallecidos perdieron la vida por su adicción a la bebida.

Dentro del panteón se pueden observar tumbas de cantera que se han erosionado con el pasar de los años.

Existen también, escasas esculturas mortuorias, pues en su mayoría las sepulturas son básicas y poseen únicamente la icónica cruz de concreto y madera que enuncia el nombre y fecha de muerte del difunto, donde algunas muestran algunas esculturas haciendo alusión a la crucifixión como un símbolo de sacrificio, fe, esperanza y resurrección eterna.

Otra de las características de cada tumba, es que en su mayoría están destinadas a un espacio con cámaras construidas bajo rasante. Además se ubican en un área grande de parcela, con un mínimo de cuatro metros cuadrados cada una, y donde la gran parte de las sepulturas sobresalen al nivel del piso.

Por otro lado, el duelo en este lugar es casi inexistente. Cada espacio fúnebre expone el olvido de las familias que durante décadas han dejado de visitar a sus seres queridos que yacen en el cementerio. Solo algunas de las tumbas se mantienen imponentes gracias al mantenimiento que esporádicamente le dan los familiares de algunos difuntos que aún residen dentro del pueblo minero más cercano.

Ahí las lápidas no existen, los epitafios se encuentran desdibujados y algunas de las cruces ya lucen rotas y desgastadas. Una imagen desértica que remarca que la muerte en este lugar sigue presente.

TURISMO DE TERROR E HISTORIAS DE ULTRATUMBA

El Panteón del Cerro de San Pedro, tiene características físicas que a los pobladores cercanos les hace rememorar historias de ultratumba.

Manifiestan, que décadas atrás era común ver algunas de las osamentas afuera de cada sepultura, o distribuidas en diversas zonas del camposanto y que desde entonces, la afluencia a este cementerio por personas non gratas, ha desatado rumores y algunas leyendas acerca de que en este sitio existen portales del más allá.

Además recalcan, que el lugar ha sido utilizado para practicar en diversas ocasiones brujería y hechicería, vulnerando la tranquilidad de los pobladores cercanos y por qué no, la de los mismos difuntos.

En el mismo cementerio hay algunos registros e indicios de que estas actividades se llevan a cabo, donde incluso se pudo observar desde muñecas y objetos de dudosa procedencia, quemados y hasta envueltos de forma estratégicas alrededor de las tumbas.

Ejercicios llevados a cabo dentro de la clandestinidad e irrupción del área privada del cementerio, lo que también ha atraído a buena cantidad de “turismo de terror”, quienes realizan de manera independiente ( y sin supervisión alguna) recorridos e indagaciones en el área del panteón, en busca de algún indicio paranormal.

Personas de todas las edades ingresan a este icónico panteón, en punto de las 12 de la noche o bien a las tres de la madrugada, en diversos grupos y con gran cantidad de aparatos, con la finalidad de tener un encuentro con lo paranormal, según indican residentes cercanos al área.

Lo cierto es que, el panteón del Cerro de San Pedro posee un misticismo peculiar, uno que hace que cualquier visitante se adentre para conocer su historia y ¿por qué no?, también descubrir en esta área mortuoria un vínculo con el pasado y con quien dejó este mundo terrenal.

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