En tiempos difíciles en donde imperan las malas noticias en medio de una pandemia mundial, aún existen personas repletas de acciones inundadas de benevolencia. Pensar en el prójimo y sus necesidades, pero sobre todo brindar bocado a quien por diversas situaciones de vulnerabilidad no han ingerido comida, es una de las más grandes muestras de amor que puede realizar un ser humano y más ahora en el que se atraviesa una situación grave de salud pública.
Y es así como un grupo de devotos católicos dirigido y guiado por el Rector del Templo de San José, el padre Tomás Cruz, sin falta, cada día miércoles desde temprana hora alistan cada ingrediente que se convertirá en el alimento del día de más de mil personas que acuden al Comedor del Santuario de San José y Señor de los Trabajos.
Esta idea surgió ante una historia repleta de compasión y benignidad, donde una pareja sin ingresos y enfrentando una situación de vida dificultosa, se acercó al Templo de San José a pedir ayuda para poder recibir un poco de comida, así lo relató el grupo de fervientes que actualmente se hacen cargo de este comedor, quienes además indicaron que después de este conmovedor hecho “Se empezó a analizar sobre si habría manera de paliar un poco las necesidades de las personas que estuvieran en condiciones económicas difíciles”.
Después de meditarlo y analizar esta situación como el inicio de toda una cadena de ayuda para quien más lo necesita, planearon invertir desde recursos propios, aunado al generoso apoyo de feligreses, con el cual pudieron comenzar este magnánimo proyecto: un comedor que se disponía de lunes a viernes, repartiendo un aproximado de mil 200 raciones diarias e incluso más desde el año 2020, ayuda que ahora se destina sólo los días miércoles debido a la presencia del Covid-19.
Un total de más de 20 personas son las que se encargan de llenar el vacío del estómago de miles de personas que acuden en punto de las dos de la tarde a recibir un plato de comida cocinada desde el amor y la empatía. Arroz, frijoles, caldos,verduras, pan, tortillas, postre y alguno que otro guisado, es lo que preparan estas manos repletas de bondad y cariño, para saciar el hambre de quien se encuentra atravesando un momento de precariedad en su vida.
“Se reparte desde agua fresca, cobijas, despensas, frutas, galletas, chocolates y otras cosas que se adquieren y otras que son donadas por personas caritativas. La comida que se sirve ha sido variada, normalmente se dan frijoles, sopa, guisado y tortillas. El servicio lo prestan damas y caballeros de edad variada, y el personal del templo que gustosamente prestan su tiempo, tanto para preparar la comida, acomodar y limpiar lo necesario para servir a quien acuda”, indicaron.
Para este grupo de heroínas y héroes es difícil llevar la cuenta aproximada de cuántas personas han alimentado hasta el día de hoy, sólo saben que al ver sus enormes cazuelas vacías cuentan con fiel testimonio de que pudieron alimentar con afecto convertido en comida a cientos de personas que lo necesitan.
“Sabemos que no se puede dar lo suficiente para que alcancen todas las personas que van. A veces sí nos ha faltado comida y se hace lo posible por darles algo, porque nos importa su bienestar”.
Para estos feligreses, quienes se dan cita cada miércoles para preparar los alimentos de más de mil personas, significa una labor y encomienda siempre pensada para Dios y sus prójimos, porque a pesar de que existe una crisis pandémica, ellos y ellas en completa quietud y tranquilidad se disponen a preparar la comida del día, pues saben enteramente que hay personas que enfrentan una situación compleja de vida.
“Es un regocijo que las personas se unan al voluntariado. También lo es ver la sonrisa en las personas que asisten, es algo gratificante. Algunas personas que acuden al Comedor ya han hecho amistad con todos los que servimos en él. Esta labor es agradable, a pesar de que se han tenido algunos inconvenientes por la cantidad de comida”
Un “gracias” para este grupo de voluntarios es más que suficiente para saber que están haciendo lo correcto, porque a pesar de que existe miedo por la presencia del coronavirus, las bendiciones de quienes acuden glorifica su alma y sienten la paz y calma que necesitan para poder seguir siendo un soporte para los más vulnerables.
“A este comedor están invitadas todas las personas que lo necesiten, que acudan por alimentos gratuitos cumpliendo los requisitos básicos: llevar sus recipientes para comida y envases para agua limpios, usar cubrebocas de manera obligatoria, llegar temprano a formarse y mantener una prudente distancia. Apoyemos a los más necesitados”.
Por último las donaciones están abiertas en especie para que el Comedor del Santuario de San José y Señor de los trabajos siga con esta ruta de ayuda, los cuales pueden hacer directamente en el templo. Este grupo de voluntarios que actúa desde el corazón y cocinan desde un profundo amor al prójimo, son el destello de esperanza que resplandece en medio de la grieta profusa que ha significado para muchos esta pandemia.
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