/ miércoles 9 de diciembre de 2020

Asilo y comedor San Antonio A.C, 52 años de ayuda

Disfrutan 21 adultos mayores de sus días bajo el cuidado de manos amorosas y benevolentes que los mantienen ocupados y felices

  • Desde 1984 alimentan a 90 personas al día; por la pandemia ya no se sirve en comedor, sólo para llevar ropa, cobijo, alimento, cama e infinidad de actividades diarias, son algunos de los servicios y ayuda que brindan a los abuelitos que conforman este asilo

Rostros repletos de experiencia y miradas que rememoran sus ayeres, son la escena que enmarca al “Asilo y Comedor de los Pobres de San Antonio A.C.”, donde 21 adultos mayores, hoy disfrutan de sus días bajo el cuidado de manos amorosas y benevolentes.

Miles de historias han recorrido esta estancia de cuidados para el adulto mayor. A lo lejos, el eco del juego tradicional de “La lotería” envuelve la atmósfera donde, estos ancianitos se divierten, conversan y disfrutan de una etapa de la vida en la que han encontrado en este Asilo, la compañía y resguardo que dignifica su persona, y también, -¿por qué no?-, otra familia.

Eduardo Tessier, director de este refugio y del comedor, señala que ya son 16 años de realizar la labor de cuidar a personas de la tercera edad, donde se han recibido a adultos en estado de abandono mayores de 80 años, todas las personas avaladas por el DIF estatal y municipal, pero con el pasar del tiempo esta dinámica de ayuda se ha ido modificando.

“Le hemos dado asilo a personas mayores, muchas de ellas que no tienen hogar ni familia. Anteriormente el vínculo que teníamos con el DIF nos permitía recibir ayuda y por supuesto a más adultos mayores. Actualmente ya no han canalizado con nosotros a personas de la tercera edad vulnerables, sin embargo nuestro servicio ha seguido vigente, a pesar de que el apoyo y el contacto se ha perdido desde hace ya seis años”.

Ropa, cobijo, alimento, cama e infinidad de actividades diarias, son algunos de los servicios y ayuda que brindan a los abuelitos que conforman este asilo. “Nuestra capacidad es de 32 personas en el asilo, a todos ellos se les brinda atención completa, es decir, sus tres comidas diarias, atención médica, medicinas, actividades recreativas y servicios”. Asimismo esta estancia cuenta con monitoreo constante bajo un equipo de cámaras de vigilancia y asistentes, quienes ayudan a los adultos mayores a realizar sus actividades, como su ducha, vestimenta, alimentación y lo más importante, brindarles compañía.

Alguna de la ayuda económica que reciben es por parte de los familiares que han decidido dejar bajo el cuidado de este asilo a sus abuelos, padres y madres, otro tanto proviene de un bazar dispuesto a la entrada, donde cada artículo donado es puesto a la venta para lograr obtener un ingreso monetario que les ayude a solventar los gastos del sitio.

De los adultos que residen en este lugar, su condición de vida actualmente es favorable, disfrutan de su senectud y su tranquilidad es la premisa de su vida, aunque en ocasiones sientan que la soledad les atrapa. Y es que, aunque este asilo les provea de excelentes condiciones de vida, a veces el contacto con otras personas o con su familia es casi nulo, por ende se vuelve necesario.

Algunos se hacen amigos con la convivencia diaria, muchos prefieren estar solos, otros tejen, bailan y juegan. Mirarlos es ser testigo de que el tiempo ha cobrado en cada uno de ellos las ansias de pertenecer, de ser aceptados, pero sobre todo amados.

Sus recuerdos se hacen vívidos por momentos, como los de Chelito, que mientras coloreaba un libro infantil, rememoraba a su único hijo ya fallecido. “Me gusta colorear y dibujar, eso me hace feliz. Tengo 77 años y me gusta estar aquí. Perdí a mi único hijo, cuando éste tenía tan solo 24 años. La mayoría de mi vida me dediqué al trabajo en la milpa, ahora estoy bajo el cuidado de mis sobrinas y hermana. Aquí me cuidan y me dejan estar activa, de lo que más me enorgullezco es que aún con mi avanzada edad puedo bañarme solita”.

Y como las palabras de Chelito, son infinidad de relatos que se han quedado con el tiempo en este lugar, al que Eduardo Tessier, le tiene un enorme agradecimiento por las bendiciones que le ha dejado poder ayudar a los demás. “Son muchas las satisfacciones, pero más que eso, me quedo con las bendiciones que nos ha traído esta labor. Cuidar de ellos, que estén bien, brindar alimento y multiplicarlo, es lo mejor de todo”.

AMOR PARA SACIAR EL HAMBRE

Por otro lado, el comedor de esta misma asociación se encarga de alimentar a cientos de personas, que desde hace más de 36 años, se dan cita para saciar su hambre en este lugar.”Ya tenemos muchos años brindando alimento en el comedor. Atendemos a toda aquella persona que tenga hambre, no importa nivel socioeconómico o lugar de procedencia. Tal vez una persona que llegue no tenga mucha necesidad, pero tiene hambre, igual lo recibimos. Aquí no se le niega el alimento a nadie”, comentó Eduardo Tessier. Desde 1984, el Comedor de los Pobres de San Antonio A.C., alimenta a 90 personas diariamente, brinda de lunes a viernes 450 comidas en total, que por mes acomulan un total de 1800 comidas, dando como resultado 21, 600 personas al año a las que han calmado el apetito. Durante todos estos años, se estima que este comedor ha cocinado platillos repletos de amor para 777, 600 personas.

En su cocina existen un total de 7 voluntarias, que apoyan al comedor desde sus inicios, como María Antonia de 70 años de edad, Rosa María Cruz de 76 años y María del Carmen Garcia de 55 años, todas ellas junto con otras compañeras, alistan cada ingrediente que llenará el estómago de decenas de personas, que se forman a las afueras de este lugar, para probar, en muchos de los casos, el primer bocado de comida del día, incluso de semanas. “Nos gusta ayudar y cocinar a las personas, ya son muchos años aquí y esta experiencia nos ha dado muchas alegrías. Las personas se van muy agradecidas, cocinamos desde el amor”, indicaron.

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

Hoy día el comedor ha modificado su dinámica por la aparición del Covid-19. Ahora las comidas se entregan para llevar. Ya no se ponen las mesas largas de madera en la entrada y su patio central para que la gente se disponga a comer. Actualmente las personas que acuden llevan su plato, contenedor de plástico o bien entregan viandas desechables para que se puedan llevar la comida.

La ayuda que recibe este comedor en muchas ocasiones es donada por Gobierno del Estado, sin embargo, el hambre es mucha, y cualquier donativo en especie es bien recibido. “Cualquier ayuda que puedan proporcionarnos la aceptamos, son muchas personas a las que alimentar, el gas, la luz e incluso los ingredientes muchas veces salen de nuestro bolsillo porque no podemos dejar de dar este apoyo. También pueden acudir como voluntarios, a cortar, lavar y servir alimentos, pues son muchas personas a las que hay que atender”.

Acciones repletas de empatía y afecto inundan el Asilo y Comedor de los Pobres de San Antonio A.C., ambos lugares guarecen a las personas, ya sea para vivir dignamente el ocaso de su vida, o bien para proveer de un bocado de alimento a quien más lo necesita. El hambre y el frío no existe en estos sitios, el amor y la vocación por ayudar al otro se manifiesta en cada uno de sus nobles procederes.

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

  • Desde 1984 alimentan a 90 personas al día; por la pandemia ya no se sirve en comedor, sólo para llevar ropa, cobijo, alimento, cama e infinidad de actividades diarias, son algunos de los servicios y ayuda que brindan a los abuelitos que conforman este asilo

Rostros repletos de experiencia y miradas que rememoran sus ayeres, son la escena que enmarca al “Asilo y Comedor de los Pobres de San Antonio A.C.”, donde 21 adultos mayores, hoy disfrutan de sus días bajo el cuidado de manos amorosas y benevolentes.

Miles de historias han recorrido esta estancia de cuidados para el adulto mayor. A lo lejos, el eco del juego tradicional de “La lotería” envuelve la atmósfera donde, estos ancianitos se divierten, conversan y disfrutan de una etapa de la vida en la que han encontrado en este Asilo, la compañía y resguardo que dignifica su persona, y también, -¿por qué no?-, otra familia.

Eduardo Tessier, director de este refugio y del comedor, señala que ya son 16 años de realizar la labor de cuidar a personas de la tercera edad, donde se han recibido a adultos en estado de abandono mayores de 80 años, todas las personas avaladas por el DIF estatal y municipal, pero con el pasar del tiempo esta dinámica de ayuda se ha ido modificando.

“Le hemos dado asilo a personas mayores, muchas de ellas que no tienen hogar ni familia. Anteriormente el vínculo que teníamos con el DIF nos permitía recibir ayuda y por supuesto a más adultos mayores. Actualmente ya no han canalizado con nosotros a personas de la tercera edad vulnerables, sin embargo nuestro servicio ha seguido vigente, a pesar de que el apoyo y el contacto se ha perdido desde hace ya seis años”.

Ropa, cobijo, alimento, cama e infinidad de actividades diarias, son algunos de los servicios y ayuda que brindan a los abuelitos que conforman este asilo. “Nuestra capacidad es de 32 personas en el asilo, a todos ellos se les brinda atención completa, es decir, sus tres comidas diarias, atención médica, medicinas, actividades recreativas y servicios”. Asimismo esta estancia cuenta con monitoreo constante bajo un equipo de cámaras de vigilancia y asistentes, quienes ayudan a los adultos mayores a realizar sus actividades, como su ducha, vestimenta, alimentación y lo más importante, brindarles compañía.

Alguna de la ayuda económica que reciben es por parte de los familiares que han decidido dejar bajo el cuidado de este asilo a sus abuelos, padres y madres, otro tanto proviene de un bazar dispuesto a la entrada, donde cada artículo donado es puesto a la venta para lograr obtener un ingreso monetario que les ayude a solventar los gastos del sitio.

De los adultos que residen en este lugar, su condición de vida actualmente es favorable, disfrutan de su senectud y su tranquilidad es la premisa de su vida, aunque en ocasiones sientan que la soledad les atrapa. Y es que, aunque este asilo les provea de excelentes condiciones de vida, a veces el contacto con otras personas o con su familia es casi nulo, por ende se vuelve necesario.

Algunos se hacen amigos con la convivencia diaria, muchos prefieren estar solos, otros tejen, bailan y juegan. Mirarlos es ser testigo de que el tiempo ha cobrado en cada uno de ellos las ansias de pertenecer, de ser aceptados, pero sobre todo amados.

Sus recuerdos se hacen vívidos por momentos, como los de Chelito, que mientras coloreaba un libro infantil, rememoraba a su único hijo ya fallecido. “Me gusta colorear y dibujar, eso me hace feliz. Tengo 77 años y me gusta estar aquí. Perdí a mi único hijo, cuando éste tenía tan solo 24 años. La mayoría de mi vida me dediqué al trabajo en la milpa, ahora estoy bajo el cuidado de mis sobrinas y hermana. Aquí me cuidan y me dejan estar activa, de lo que más me enorgullezco es que aún con mi avanzada edad puedo bañarme solita”.

Y como las palabras de Chelito, son infinidad de relatos que se han quedado con el tiempo en este lugar, al que Eduardo Tessier, le tiene un enorme agradecimiento por las bendiciones que le ha dejado poder ayudar a los demás. “Son muchas las satisfacciones, pero más que eso, me quedo con las bendiciones que nos ha traído esta labor. Cuidar de ellos, que estén bien, brindar alimento y multiplicarlo, es lo mejor de todo”.

AMOR PARA SACIAR EL HAMBRE

Por otro lado, el comedor de esta misma asociación se encarga de alimentar a cientos de personas, que desde hace más de 36 años, se dan cita para saciar su hambre en este lugar.”Ya tenemos muchos años brindando alimento en el comedor. Atendemos a toda aquella persona que tenga hambre, no importa nivel socioeconómico o lugar de procedencia. Tal vez una persona que llegue no tenga mucha necesidad, pero tiene hambre, igual lo recibimos. Aquí no se le niega el alimento a nadie”, comentó Eduardo Tessier. Desde 1984, el Comedor de los Pobres de San Antonio A.C., alimenta a 90 personas diariamente, brinda de lunes a viernes 450 comidas en total, que por mes acomulan un total de 1800 comidas, dando como resultado 21, 600 personas al año a las que han calmado el apetito. Durante todos estos años, se estima que este comedor ha cocinado platillos repletos de amor para 777, 600 personas.

En su cocina existen un total de 7 voluntarias, que apoyan al comedor desde sus inicios, como María Antonia de 70 años de edad, Rosa María Cruz de 76 años y María del Carmen Garcia de 55 años, todas ellas junto con otras compañeras, alistan cada ingrediente que llenará el estómago de decenas de personas, que se forman a las afueras de este lugar, para probar, en muchos de los casos, el primer bocado de comida del día, incluso de semanas. “Nos gusta ayudar y cocinar a las personas, ya son muchos años aquí y esta experiencia nos ha dado muchas alegrías. Las personas se van muy agradecidas, cocinamos desde el amor”, indicaron.

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

Hoy día el comedor ha modificado su dinámica por la aparición del Covid-19. Ahora las comidas se entregan para llevar. Ya no se ponen las mesas largas de madera en la entrada y su patio central para que la gente se disponga a comer. Actualmente las personas que acuden llevan su plato, contenedor de plástico o bien entregan viandas desechables para que se puedan llevar la comida.

La ayuda que recibe este comedor en muchas ocasiones es donada por Gobierno del Estado, sin embargo, el hambre es mucha, y cualquier donativo en especie es bien recibido. “Cualquier ayuda que puedan proporcionarnos la aceptamos, son muchas personas a las que alimentar, el gas, la luz e incluso los ingredientes muchas veces salen de nuestro bolsillo porque no podemos dejar de dar este apoyo. También pueden acudir como voluntarios, a cortar, lavar y servir alimentos, pues son muchas personas a las que hay que atender”.

Acciones repletas de empatía y afecto inundan el Asilo y Comedor de los Pobres de San Antonio A.C., ambos lugares guarecen a las personas, ya sea para vivir dignamente el ocaso de su vida, o bien para proveer de un bocado de alimento a quien más lo necesita. El hambre y el frío no existe en estos sitios, el amor y la vocación por ayudar al otro se manifiesta en cada uno de sus nobles procederes.

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

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