/ domingo 16 de septiembre de 2018

Alejandro Pedro, violinista de profesión y químico por capricho

“La música es un camino para cerrar el paso a la violencia y a perder el tiempo”

El talento musical corre por sus venas… Violinista de profesión e ingeniero químico por “capricho”… Alejandro Pedro López Villalpando, es sobrino-nieto de la maestra Martha Villalpando Farfán, a quien definió como “la revolucionaria de la música en San Luis Potosí y de mi inspiración”.

A los seis años su madre decidió que Alex, al igual que sus dos hermanos mayores debía incursionar en el ámbito musical; con el violín sobre su hombro, su tía y mentora, la maestra Martha Villalpando, le enseñó las primeras notas musicales.

Dedicándole media hora diaria a sus clases, Alex como cualquier niño de su edad, soñaba con ser futbolista, pero en su casa había “reglas y disciplina” que no se podían romper; el pequeño podía patear el balón, después de haber terminado su rutina musical.; “tenía siete años y me escondía debajo de la cama porque no quería ir a clases”.

Resignado a las decisiones de su familia, transcurrieron los siguientes seis años de la misma manera… Fue justo al cumplir los 12 años, cuando su tía formó una orquesta con él y otros de sus alumnos, y al escuchar la armonía, de su violín, con el bajo, el chelo y la viola, dijo, “esta es mi pasión, ahí me enamore de la música”.

A esa edad descubrió su facilidad para memorizar las notas musicales, y la habilidad con que sus manos se deslizaban en las cuerdas del violín que lo venía acompañando desde el primer día.

Al salir de secundaria, inició sus estudios de preparatoria, en donde se especializó en técnico laboratorista químico y tras concluir ese nivel académico, se dio cuenta de su segunda pasión: la química.

Llegada la hora de iniciar su carrera profesional, y confundido por sus ya dos amores: la música y la química; decidió tomar su violín y los conocimientos que durante 12 años le había transmitido su tía, y presentó el examen de admisión para ingresar a la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Pero antes también hizo su prueba de ingreso para la carrera de Ingeniería en Bioprocesos, en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Aprobado en ambos exámenes, pesó más el gusto por las melodías y “zarpo” a la Ciudad de México, pero al percatarse que estudiar en la UNAM le tomaría 10 años, su estancia solo duro un mes y regreso a la Capital potosina.

Confundido por su futuro, una amiga de la infancia lo contactó y le hablo sobre los exámenes de colocación en el Conservatorio de la Ciudad de México.

Sintiendo que defraudó a sus padres, en complicidad con su tía, volvió “a escondidas” al centro del país, y tras hacer diversas presentaciones, fue uno de los únicos cuatro aspirantes que logró ingresar al conservatorio.

Ya en la carrera, fue Jefe de Violín de Segundos en la Sinfónica del Conservatorio, y despertó su gusto por la música barroca, por lo que viajó a Europa a tomar cursos en este nuevo estilo; antes, de partir al viejo continente, volvió a presentar sus exámenes por ese “capricho” que sentía por la química.

A su regreso de Europa, y a punto de egresar del conservatorio, inició su carrera de Ingeniería Química, y compaginó ambos estudios “por las mañanas estudiaba aquí en San Luis para químico y en la tarde seguía mis clases, para ir determinados días a México a terminar mis estudios”.

A su corta edad, ya se “colgaba” un tanto de éxitos… hasta que una mala noticia, cimbró su vida: la maestra, su mentora, su guía, había muerto.

Yo acababa mis clases de violín, siempre sentía esa necesidad de hablarle a mi tía, cada que alguien me invitaba a tocar, yo todo consultaba con ella, fue mi guía, mi inspiración, su muerte fue un duro golpe

Decaído y triste, continuó su camino… en el examen de titulación de la Licenciatura en Violín, tocó la Chacona de Bach, la canción favorita de la maestra Martha Villalpando, que le dio su pase directo a la conclusión de sus estudios musicales.

Hoy, Alex, a sus 25 años continúa con sus estudios de química, es bilingüe, maestro, y forma parte del grupo de música medieval de nombre “Danserye”, aquí en la ciudad que lo vio nacer, San Luis… ha viajado por distintas partes del país y del mundo y ha pisado importantes escenarios como el Palacio de Bellas Artes.

La música es un camino para cerrar el paso a la violencia, a perder el tiempo, porque el tiempo no regresa. No debemos decir que no se puede, yo sí pude. No se empieza por metas grandes, se empieza por metas chiquitas, pero todo se puede lograr

El talento musical corre por sus venas… Violinista de profesión e ingeniero químico por “capricho”… Alejandro Pedro López Villalpando, es sobrino-nieto de la maestra Martha Villalpando Farfán, a quien definió como “la revolucionaria de la música en San Luis Potosí y de mi inspiración”.

A los seis años su madre decidió que Alex, al igual que sus dos hermanos mayores debía incursionar en el ámbito musical; con el violín sobre su hombro, su tía y mentora, la maestra Martha Villalpando, le enseñó las primeras notas musicales.

Dedicándole media hora diaria a sus clases, Alex como cualquier niño de su edad, soñaba con ser futbolista, pero en su casa había “reglas y disciplina” que no se podían romper; el pequeño podía patear el balón, después de haber terminado su rutina musical.; “tenía siete años y me escondía debajo de la cama porque no quería ir a clases”.

Resignado a las decisiones de su familia, transcurrieron los siguientes seis años de la misma manera… Fue justo al cumplir los 12 años, cuando su tía formó una orquesta con él y otros de sus alumnos, y al escuchar la armonía, de su violín, con el bajo, el chelo y la viola, dijo, “esta es mi pasión, ahí me enamore de la música”.

A esa edad descubrió su facilidad para memorizar las notas musicales, y la habilidad con que sus manos se deslizaban en las cuerdas del violín que lo venía acompañando desde el primer día.

Al salir de secundaria, inició sus estudios de preparatoria, en donde se especializó en técnico laboratorista químico y tras concluir ese nivel académico, se dio cuenta de su segunda pasión: la química.

Llegada la hora de iniciar su carrera profesional, y confundido por sus ya dos amores: la música y la química; decidió tomar su violín y los conocimientos que durante 12 años le había transmitido su tía, y presentó el examen de admisión para ingresar a la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Pero antes también hizo su prueba de ingreso para la carrera de Ingeniería en Bioprocesos, en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Aprobado en ambos exámenes, pesó más el gusto por las melodías y “zarpo” a la Ciudad de México, pero al percatarse que estudiar en la UNAM le tomaría 10 años, su estancia solo duro un mes y regreso a la Capital potosina.

Confundido por su futuro, una amiga de la infancia lo contactó y le hablo sobre los exámenes de colocación en el Conservatorio de la Ciudad de México.

Sintiendo que defraudó a sus padres, en complicidad con su tía, volvió “a escondidas” al centro del país, y tras hacer diversas presentaciones, fue uno de los únicos cuatro aspirantes que logró ingresar al conservatorio.

Ya en la carrera, fue Jefe de Violín de Segundos en la Sinfónica del Conservatorio, y despertó su gusto por la música barroca, por lo que viajó a Europa a tomar cursos en este nuevo estilo; antes, de partir al viejo continente, volvió a presentar sus exámenes por ese “capricho” que sentía por la química.

A su regreso de Europa, y a punto de egresar del conservatorio, inició su carrera de Ingeniería Química, y compaginó ambos estudios “por las mañanas estudiaba aquí en San Luis para químico y en la tarde seguía mis clases, para ir determinados días a México a terminar mis estudios”.

A su corta edad, ya se “colgaba” un tanto de éxitos… hasta que una mala noticia, cimbró su vida: la maestra, su mentora, su guía, había muerto.

Yo acababa mis clases de violín, siempre sentía esa necesidad de hablarle a mi tía, cada que alguien me invitaba a tocar, yo todo consultaba con ella, fue mi guía, mi inspiración, su muerte fue un duro golpe

Decaído y triste, continuó su camino… en el examen de titulación de la Licenciatura en Violín, tocó la Chacona de Bach, la canción favorita de la maestra Martha Villalpando, que le dio su pase directo a la conclusión de sus estudios musicales.

Hoy, Alex, a sus 25 años continúa con sus estudios de química, es bilingüe, maestro, y forma parte del grupo de música medieval de nombre “Danserye”, aquí en la ciudad que lo vio nacer, San Luis… ha viajado por distintas partes del país y del mundo y ha pisado importantes escenarios como el Palacio de Bellas Artes.

La música es un camino para cerrar el paso a la violencia, a perder el tiempo, porque el tiempo no regresa. No debemos decir que no se puede, yo sí pude. No se empieza por metas grandes, se empieza por metas chiquitas, pero todo se puede lograr

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