/ jueves 1 de julio de 2021

Antes no se juzgaba tanto, sólo se disfrutaba: Ana Torroja

A Ana Torroja le hace gracia esta entrevista cuando se le pregunta por qué muchas de las cosas que hoy se dicen y se hacen en el mundo tienen un “tufillo conservador”

A Ana Torroja le hace gracia esta entrevista cuando se le pregunta por qué muchas de las cosas que hoy se dicen y se hacen en el mundo tienen un “tufillo conservador”. No es para menos: a la voz de Mecano le parece irónico que, hace 40 años, todo fuera menos mojigato que ahora.

Aunque no se considera muy nostálgica —ante todo Ana es un árbol: vive el aquí y el ahora—, sí echa de menos algunas cosas de los gloriosos y libertinos años ochenta: “La libertad real, la libertad de expresión, de actuación, de pensamiento, la libertad creativa. Antes no había tantas etiquetas, no se juzgaba tanto, simplemente se disfrutaba”, dice a El Sol de México.

Estas palabras explican su buen humor durante la charla. De algún modo, Ana ha regresado a esa libertad, acompañada de la que, durante muchos años, se rumoró, era su rival: Alaska.

A principios de la década de 1980, todo en España era sed de libertad después de tantos años de franquismo. Un régimen de discursos homófobos, racistas y conservadores, que proclamó amar sólo a Dios y a Francisco Franco, provocó que los jóvenes crecieran en medio de una represión sexual y cultural sin precedentes.

Pero en algún momento llegó la resaca de aquella borrachera de derechas. Y entonces la libertad adoptó muchas formas. Como la de Alaska, el reptil del underground; o la de Ana, el dulce cantar pop del gorrión. Ambas, aunque distintas, se hicieron escuchar. Y de qué manera.

“Nosotras siempre nos hemos admirado y querido. Decidimos hacer esta colaboración para acallar los rumores y desmentir la leyenda de la rivalidad, porque nunca la hubo”, dice la ex vocalista de Mecano sobre Hora y cuarto, una canción que tomó por sorpresa, sobre todo, a quienes crecieron entre el mito del antagonismo mortal entre Mecano y Alaska y Dinarama, dos de los grupos más icónicos de la Movida Madrileña.

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El video de la canción fue grabado en La Vía Láctea, uno de los bares más concurridos por los artistas de la Movida Madrileña. Un verdadero rincón de culto juvenil ubicado en el barrio de Malasaña, donde desfilaba gente como Pedro Almodóvar, Fabio McNamara, Antonio Vega, Carlos Berlanga, la misma Alaska y, por supuesto, Nacho y José María Cano, los hermanos fundadores de Mecano. "Todo el mundo pasaba por allí. Entrar a grabar a ese lugar fue como hacer un viaje en el tiempo", recuerda Torroja, quien nunca se sintió despreciada por venir de un ambiente mucho más pop. "Me gustaba ese mundo underground, pero no te creas: no era tan diferente al que yo venía".

Lo cierto es que Ana y Alaska las hermana el mismo impulso: la libertad absoluta para ser lo que se quiere ser. Una convicción que han mantenido desde hace muchos años en cada una de sus canciones.

“Yo formo parte de la comunidad LGBT aunque sea heterosexual”, afirma Torroja. “Eso es algo que comparto con Alaska”.

Para la cantante madrileña, pertenecer a la comunidad LGBT no es un asunto de identidad sexual, sino de tolerancia, respeto y amor. Amor por quien eres o por quien quieres ser. Por eso se le forma un nudo en la garganta cuando recuerda las veces en que tantas jóvenes en compañía de sus madres se han acercado a ella para decirle: “Gracias”. Gracias porque Mujer contra mujer me ayudó a salir del clóset. Gracias porque por ti soy lo que soy. Gracias porque por ti tuve el valor de casarme. Gracias porque por ti no tengo miedo.

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“Hay cosas que le dan sentido a tu vida… a veces te agarras de las canciones para poder salir, porque la música es una compañera de vida”, asegura.

Sus experiencias van, sin embargo, más allá de la identidad sexual. También dice que se le han acercado enfermos terminales de cáncer. Aunque el recuerdo más vívido que tiene es el de un enfermero catalán que se ofreció como voluntario en Reino Unido para que probaran las primeras vacunas contra Covid-19. “El primer día que llegó a que le pusieran la dosis le entró mucho vértigo. Entonces puso mi música y eso fue como un mantra para él. Se calmó y sobrellevó el miedo”.



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A Ana Torroja le hace gracia esta entrevista cuando se le pregunta por qué muchas de las cosas que hoy se dicen y se hacen en el mundo tienen un “tufillo conservador”. No es para menos: a la voz de Mecano le parece irónico que, hace 40 años, todo fuera menos mojigato que ahora.

Aunque no se considera muy nostálgica —ante todo Ana es un árbol: vive el aquí y el ahora—, sí echa de menos algunas cosas de los gloriosos y libertinos años ochenta: “La libertad real, la libertad de expresión, de actuación, de pensamiento, la libertad creativa. Antes no había tantas etiquetas, no se juzgaba tanto, simplemente se disfrutaba”, dice a El Sol de México.

Estas palabras explican su buen humor durante la charla. De algún modo, Ana ha regresado a esa libertad, acompañada de la que, durante muchos años, se rumoró, era su rival: Alaska.

A principios de la década de 1980, todo en España era sed de libertad después de tantos años de franquismo. Un régimen de discursos homófobos, racistas y conservadores, que proclamó amar sólo a Dios y a Francisco Franco, provocó que los jóvenes crecieran en medio de una represión sexual y cultural sin precedentes.

Pero en algún momento llegó la resaca de aquella borrachera de derechas. Y entonces la libertad adoptó muchas formas. Como la de Alaska, el reptil del underground; o la de Ana, el dulce cantar pop del gorrión. Ambas, aunque distintas, se hicieron escuchar. Y de qué manera.

“Nosotras siempre nos hemos admirado y querido. Decidimos hacer esta colaboración para acallar los rumores y desmentir la leyenda de la rivalidad, porque nunca la hubo”, dice la ex vocalista de Mecano sobre Hora y cuarto, una canción que tomó por sorpresa, sobre todo, a quienes crecieron entre el mito del antagonismo mortal entre Mecano y Alaska y Dinarama, dos de los grupos más icónicos de la Movida Madrileña.

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El video de la canción fue grabado en La Vía Láctea, uno de los bares más concurridos por los artistas de la Movida Madrileña. Un verdadero rincón de culto juvenil ubicado en el barrio de Malasaña, donde desfilaba gente como Pedro Almodóvar, Fabio McNamara, Antonio Vega, Carlos Berlanga, la misma Alaska y, por supuesto, Nacho y José María Cano, los hermanos fundadores de Mecano. "Todo el mundo pasaba por allí. Entrar a grabar a ese lugar fue como hacer un viaje en el tiempo", recuerda Torroja, quien nunca se sintió despreciada por venir de un ambiente mucho más pop. "Me gustaba ese mundo underground, pero no te creas: no era tan diferente al que yo venía".

Lo cierto es que Ana y Alaska las hermana el mismo impulso: la libertad absoluta para ser lo que se quiere ser. Una convicción que han mantenido desde hace muchos años en cada una de sus canciones.

“Yo formo parte de la comunidad LGBT aunque sea heterosexual”, afirma Torroja. “Eso es algo que comparto con Alaska”.

Para la cantante madrileña, pertenecer a la comunidad LGBT no es un asunto de identidad sexual, sino de tolerancia, respeto y amor. Amor por quien eres o por quien quieres ser. Por eso se le forma un nudo en la garganta cuando recuerda las veces en que tantas jóvenes en compañía de sus madres se han acercado a ella para decirle: “Gracias”. Gracias porque Mujer contra mujer me ayudó a salir del clóset. Gracias porque por ti soy lo que soy. Gracias porque por ti tuve el valor de casarme. Gracias porque por ti no tengo miedo.

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Sus experiencias van, sin embargo, más allá de la identidad sexual. También dice que se le han acercado enfermos terminales de cáncer. Aunque el recuerdo más vívido que tiene es el de un enfermero catalán que se ofreció como voluntario en Reino Unido para que probaran las primeras vacunas contra Covid-19. “El primer día que llegó a que le pusieran la dosis le entró mucho vértigo. Entonces puso mi música y eso fue como un mantra para él. Se calmó y sobrellevó el miedo”.



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