/ sábado 6 de junio de 2020

Ernesto Canto, con raíces potosinas

Es hijo de Don Enrique Canto, vecino de San Ciro de Acosta; tuvo en su poder el récord mundial y olímpico de Caminata de 20km

Considerado el mejor marchista del mundo en la década de los 80’s, Ernesto Canto Gudiño, dejó su nombre plasmado en letras de oro en la historia del olimpismo mexicano, al colgarse la medalla de oro en la prueba de Caminata de 20 kilómetros en los Jugos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.

En la memoria de muchos mexicanos se encuentra plasmada la imagen cuando el mexicano Ernesto Canto ingresó al Memorial Coliseum de Los Ángeles, escoltado por su compatriota Raúl González y el italiano Maurizio Damiliano, para colgarse la medalla dorada y de paso, batir el récord olímpico de Damiliano, dejando el crono en 1:23:13.

Pero pocos sabes que ese andarín, que puso en alto el nombre de México, tiene raíces potosinas, pues es hijo de Don Enrique Canto Velázquez, vecino de San Ciro de Acosta, San Luis Potosí.

Ernesto Canto, nació el 18 de octubre de 1958 en la Ciudad de México, pero parte de su infancia la vivió en el municipio potosino, donde comenzó a brillar deportivamente, y que con los años lo llevó a ser el mejor atleta de nuestro país.

Desde muy joven, se mostró como un deportista triunfador; iniciándose en la caminata a los 9 años, siendo en 1972 cuando obtiene su primer título Nacional Infantil en la ciudad de Monterrey y a los 14 se coronó en los 10 km en los Centroamericanos Juveniles de Caracas 74 y tres años después repitió la hazaña, pero ahora en Xalapa, Veracruz.

Los triunfos continuaron y fue en 1980 cuando, en una gira por Europa, triunfa en la Copa Ruse en Bulgaria, con la mejor marca mundial del año al cronometrar 1:19.01. Un año más tarde, llegó su primera victoria de renombre al llevarse la victoria en la Copa Lugano de Valencia, España, lo que le valió recibir ese año el Premio Nacional del Deporte.

Las victorias continuaban en la vida de Canto, en 1982 se colgó el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en La Habana; y fue en 1983 cuando es nombrado como “El Mejor Andarín del Mundo en 20 kilómetros por IAAF, recibiendo el trofeo a la Hispanidad por ser campeón Panamericano en Caracas y del Mundial de Atletismo de Halsinki, Finlandia.

Lo mejor en su carrera deportiva llegó en el 84; tomó parte en el Gran Prix de Softeland en Bergen, Noruega, rompió la mara mundial de la hora al recorrer 15mil 253 metros; dejando en el olvido los 15 129mts del soviético Valdas Kazalauskas.

Un día después de esto, Canto logró lo impensable, al romper el récord mundial de 10 kilómetros con un tiempo de 1 hora, 18 minutos y 38 segundos, superando por mucho la marca el también mexicano, Daniel Bautista de 1:19.49.

Después de todos estos triunfos, a Ernesto Canto solo le faltaba por probar los miles de la medalla olímpica, la cual pudo saborear meses más tarde, al recibir el alarido de los mexicanos que lo vieron romper el listón de triunfador.

El 24 de junio de 1989, Ernesto Canto visitó San Ciro de Acosta, donde se realizó una serie de eventos deportivos como una Carrera Atlética, Conferencias Deportivas y se colocó la primera piedra de la Unidad Deportiva “Ernesto Canto” misma que fue restaurada en el 2015.

Ernesto Canto, junto con la taekwondoin María del Rosario Espinoza, son los únicos deportistas mexicanos en ser campeones de todas las competencias del denominado ciclo olímpico (Centroamericanos, Panamericanos, Mundial y Juegos Olímpicos).

Considerado el mejor marchista del mundo en la década de los 80’s, Ernesto Canto Gudiño, dejó su nombre plasmado en letras de oro en la historia del olimpismo mexicano, al colgarse la medalla de oro en la prueba de Caminata de 20 kilómetros en los Jugos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.

En la memoria de muchos mexicanos se encuentra plasmada la imagen cuando el mexicano Ernesto Canto ingresó al Memorial Coliseum de Los Ángeles, escoltado por su compatriota Raúl González y el italiano Maurizio Damiliano, para colgarse la medalla dorada y de paso, batir el récord olímpico de Damiliano, dejando el crono en 1:23:13.

Pero pocos sabes que ese andarín, que puso en alto el nombre de México, tiene raíces potosinas, pues es hijo de Don Enrique Canto Velázquez, vecino de San Ciro de Acosta, San Luis Potosí.

Ernesto Canto, nació el 18 de octubre de 1958 en la Ciudad de México, pero parte de su infancia la vivió en el municipio potosino, donde comenzó a brillar deportivamente, y que con los años lo llevó a ser el mejor atleta de nuestro país.

Desde muy joven, se mostró como un deportista triunfador; iniciándose en la caminata a los 9 años, siendo en 1972 cuando obtiene su primer título Nacional Infantil en la ciudad de Monterrey y a los 14 se coronó en los 10 km en los Centroamericanos Juveniles de Caracas 74 y tres años después repitió la hazaña, pero ahora en Xalapa, Veracruz.

Los triunfos continuaron y fue en 1980 cuando, en una gira por Europa, triunfa en la Copa Ruse en Bulgaria, con la mejor marca mundial del año al cronometrar 1:19.01. Un año más tarde, llegó su primera victoria de renombre al llevarse la victoria en la Copa Lugano de Valencia, España, lo que le valió recibir ese año el Premio Nacional del Deporte.

Las victorias continuaban en la vida de Canto, en 1982 se colgó el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en La Habana; y fue en 1983 cuando es nombrado como “El Mejor Andarín del Mundo en 20 kilómetros por IAAF, recibiendo el trofeo a la Hispanidad por ser campeón Panamericano en Caracas y del Mundial de Atletismo de Halsinki, Finlandia.

Lo mejor en su carrera deportiva llegó en el 84; tomó parte en el Gran Prix de Softeland en Bergen, Noruega, rompió la mara mundial de la hora al recorrer 15mil 253 metros; dejando en el olvido los 15 129mts del soviético Valdas Kazalauskas.

Un día después de esto, Canto logró lo impensable, al romper el récord mundial de 10 kilómetros con un tiempo de 1 hora, 18 minutos y 38 segundos, superando por mucho la marca el también mexicano, Daniel Bautista de 1:19.49.

Después de todos estos triunfos, a Ernesto Canto solo le faltaba por probar los miles de la medalla olímpica, la cual pudo saborear meses más tarde, al recibir el alarido de los mexicanos que lo vieron romper el listón de triunfador.

El 24 de junio de 1989, Ernesto Canto visitó San Ciro de Acosta, donde se realizó una serie de eventos deportivos como una Carrera Atlética, Conferencias Deportivas y se colocó la primera piedra de la Unidad Deportiva “Ernesto Canto” misma que fue restaurada en el 2015.

Ernesto Canto, junto con la taekwondoin María del Rosario Espinoza, son los únicos deportistas mexicanos en ser campeones de todas las competencias del denominado ciclo olímpico (Centroamericanos, Panamericanos, Mundial y Juegos Olímpicos).

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