/ domingo 8 de julio de 2018

A 100 años sigue el misterio en el asesinato del zar Nicolás II y la familia imperial rusa

Aunque el Estado ruso confirmó la autenticidad de los restos exhumados en 1991, la Iglesia Ortodoxa se ha negado a dar su reconocimiento, hasta hoy

El 17 de julio de 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo en Siberia, 12 bolcheviques armados introdujeron a un grupo de 11 exiliados en el sótano de la mansión de un comerciante conocida como Casa Ipatiev.

En el grupo de prisioneros, el más pequeño era un niño enfermizo de 13 años de nombre Aleksei, al que su padre llevaba en brazos, a éste su familia lo llamaba Nicky, pero millones de soviéticos lo conocían como el "tirano sangriento" Nicholas II.

El último zar de Rusia estaba acompañado además por sus hijas Anastasia, María, Tatyana y Olga; su esposa, Alexandra, y cuatro asistentes.

"La revolución se está muriendo y debes morir con ella", leyó el hombre a cargo de los soldados, Yakov Yurovsky, antes de dispararles a todos.

Los cuerpos de la familia imperial y sus sirvientes, desaparecieron.

Durante la breve ocupación de Ekaterimburgo por parte del Ejército Blanco un investigador criminal llamado Nikolai Sokolov realizó una intensa búsqueda sin éxito. El rumor era que las cabezas del zar Nicolás y de la emperatriz fueron entregadas a Lenin como prueba de la erradicación de los Románov.


SIETE FAMILIAS DE DOBLES

Luego del triunfo de la revolución, el zar Nicolás II abdicó al trono en marzo de 1917. Él y su familia quedaron recluidos en su residencia de Tsárskoe Seló. Posteriormente se desplazaron a la ciudad siberiana de Tobolsk, no lejos del pueblo en el que había nacido su principal consejero Rasputín. Tras el levantamiento bolchevique de octubre las nuevas autoridades los llevaron a Ekaterimburgo, en los Urales, donde finalmente fueron asesinados.

Oficialmente se desconocía el destino de la familia real. Las autoridades soviéticas solamente informaron sobre la muerte de Nicolás II. Durante un tiempo la posición oficial fue que el resto de la familia real había sido evacuada de Ekaterimburgo y que se perdió su pista en el caos de la guerra civil.

No fue hasta principios de la década de 1920 cuando se expusieron los detalles de la ejecución, cuando hablaron los involucrados.

Otro rumor insistente fue el de que los Románov tenían siete familias de dobles y una de ellas fue la asesinada. La escasez de información sobre el fin de la familia real provocó la aparición de una ola de Anastasias, la hija menor. Así, tan sólo dos años después de la ejecución, aparece en 1920 la primera candidata a gran duquesa. En Berlín, una mujer llamada Anna Anderson. En total, existieron más de 30 impostoras de Anastasia.


UN LARGO PEREGRINAR

En 1979, Geli Ryabov, un cineasta del Ministerio del Interior soviético, después de una larga búsqueda entregó tres cráneos acribillados con balas y azufre a Moscú, y trató de convencer a los sacerdotes ortodoxos de que eran los restos de la familia del zar Nicolás, transportados a Pig's Meadow por sus verdugos después de que los aldeanos descubrieran el sitio original

Fue hasta julio de 1991, seis meses antes de la disolución final de la Unión Soviética, que una comisión designada por el presidente Boris Yeltsin para investigar los asesinatos exhumaron los restos de los nueve cuerpos de Pig's Meadow muy cerca de Ganina Yama.

La investigación y análisis forenses por expertos rusos e internacionales, incluida la recolección de ADN y las pruebas genéticas de descendientes de Románov confirmaron, siete años después, que los restos pertenecían a la familia del zar y sus asistentes.

En 1998 se realizó un funeral de Estado para la familia real, a pesar de esto, el misterio siguió: sólo se encontraron nueve cuerpos, mientras que el número de ejecutados fue de 11.

En el año 2000 los Románov fueron canonizados, en representación de todos los mártires de los bolcheviques, los 25 millones de muertos imputables a Lenin, Trotski y Stalin.

Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa Rusa mantuvo sus dudas sobre la autenticidad de estos restos. En 2001, construyó un monasterio en Ganina Yama, no en Pig's Meadow.

En 2007, un grupo estadounidense llamado SEARCH, fundado por emigrantes rusos, descubrió dos cuerpos en otro pozo en Pig's Meadow. A pesar de la abrumadora evidencia forense y de ADN, la iglesia se negó a reconocer estos restos como pertenecientes al príncipe Alexéi y la gran duquesa María.

Durante varios años, las cajas que contenían "cenizas" y algunos fragmentos de huesos -todo lo que quedaba de los niños- acumularon polvo en un estante de los archivos estatales rusos.

En 2015, una comisión creada por el primer ministro de Rusia, Dmitri Medvedev dictaminó que esos restos son auténticos. Pero el funeral, programado para octubre, no sucedió, ya que los restos fueron entregados a la iglesia "para pruebas adicionales".

Ni la naturaleza de tales pruebas ni ninguna fecha límite para su finalización han sido reveladas.

La Iglesia dice

El patriarca de Moscú Kirill confirmó la convocatoria del Sínodo de los obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Ekaterinburgo, del 14 al 17 de julio, durante el centésimo aniversario de la trágica muerte del último zar, Nicolás II, y de los miembros de su familia exterminados por los bolcheviques.

Para la ocasión se tratará de concluir la disputa sobre los despojos de los “mártires reinantes”, reconocidos por el Estado, pero que ha dejado a la Iglesia la última palabra sobre la proclamación de su autenticidad. Se sabe que el patriarca Kirill está más bien poco dispuesto al reconocimiento. Del Sínodo se espera una solución final al “asunto de los despojos”. (Agencias)


Los últimos meses de los Románov

A punto de cumplirse los cien años de la ejecución del zar Nicolás II y su familia, una selección de cartas, telegramas y diarios permiten asomarse a la cotidianidad de los Románov en sus últimos meses de vida en forma de "novela epistolar", que publica una editorial española.

Crónica de un final: 1917-1918 Románov. Correspondencia y memoria de una familia, es un libro que "no existía, ni siquiera en ruso", asegura Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, la editorial que ha puesto en marcha este recorrido por los meses convulsos en los que los Románov vivieron tres encierros y en los que la correspondencia y los diarios fueron su vía de escape.

Documentación de archivos de San Petersburgo y mucha bibliografía, con traducción de Tatiana Alekseevna y Ezra Alcázar, han sido la base de este libro que intercala cronológicamente fragmentos de diarios, telegramas y cartas escritas desde la intimidad por el zar, su esposa e hijos o su profesor, que retratan tanto la atmósfera cotidiana como la histórica en la que transcurrieron los últimos meses de los Románov.

Los textos, escritos también por personas allegadas a la familia o responsables de los cautiverios, se suceden en una construcción cronológica con un hilo narrativo, al estilo de una novela epistolar, señala el editor.

Además incluye numerosas fotografías, cartas y documentos oficiales así como un dibujo realizado por el heredero al trono, el zarévich Alekséi, al que en las cartas sus padres apodan como Baby.


BELLOS Y ENCERRADOS

Entre la revolución de febrero 1917 y la ejecución de los Románov en julio de 1918 tuvieron lugar varios sucesos que marcaron el destino. En las cartas y diarios de Nicolás II y la zarina Alejandra Fiódorovna se revela su incertidumbre e incomprensión ante la situación que viven y la evolución de su vida cotidiana, estrictamente vigilados al principio y bajo llave más tarde.

Actividades como talar árboles para acumular leña, las lecturas que hacían, la fe religiosa de la zarina y sus referencias al ya fallecido Grigori Rasputin o la preocupación por la salud del heredero son algunas de las constantes en estos textos.

Conforme pasaba el tiempo las privaciones y las limitaciones de movimientos son cada vez más grandes.

"En la noche oímos cómo mandaban a los guardias a vigilar atentamente cualquier movimiento en nuestra ventana. Desconfían otra vez desde el día en que abrimos la ventana. Ahora ni siquiera nos permiten sentarnos en el alféizar", escribe desde Ekaterimburgo la zarina en su diario el 15 de junio de 1918.

La edición reproduce el comunicado oficial del Soviét sobre la muerte del zar y varias entradas del diario de su madre zar en las que expresa su dolor por los rumores: "es muy doloroso vivir sin noticias verdaderas", dice.

Una muerte que se convirtió en un mito: "eran todos extremadamente bellos y acabaron en un sótano sucio tiroteados", indica el editor.

Ocho días después de los asesinatos, Ekaterimburgo fue ocupada por el Ejército blanco y comenzó la investigación.

El 17 de julio de 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo en Siberia, 12 bolcheviques armados introdujeron a un grupo de 11 exiliados en el sótano de la mansión de un comerciante conocida como Casa Ipatiev.

En el grupo de prisioneros, el más pequeño era un niño enfermizo de 13 años de nombre Aleksei, al que su padre llevaba en brazos, a éste su familia lo llamaba Nicky, pero millones de soviéticos lo conocían como el "tirano sangriento" Nicholas II.

El último zar de Rusia estaba acompañado además por sus hijas Anastasia, María, Tatyana y Olga; su esposa, Alexandra, y cuatro asistentes.

"La revolución se está muriendo y debes morir con ella", leyó el hombre a cargo de los soldados, Yakov Yurovsky, antes de dispararles a todos.

Los cuerpos de la familia imperial y sus sirvientes, desaparecieron.

Durante la breve ocupación de Ekaterimburgo por parte del Ejército Blanco un investigador criminal llamado Nikolai Sokolov realizó una intensa búsqueda sin éxito. El rumor era que las cabezas del zar Nicolás y de la emperatriz fueron entregadas a Lenin como prueba de la erradicación de los Románov.


SIETE FAMILIAS DE DOBLES

Luego del triunfo de la revolución, el zar Nicolás II abdicó al trono en marzo de 1917. Él y su familia quedaron recluidos en su residencia de Tsárskoe Seló. Posteriormente se desplazaron a la ciudad siberiana de Tobolsk, no lejos del pueblo en el que había nacido su principal consejero Rasputín. Tras el levantamiento bolchevique de octubre las nuevas autoridades los llevaron a Ekaterimburgo, en los Urales, donde finalmente fueron asesinados.

Oficialmente se desconocía el destino de la familia real. Las autoridades soviéticas solamente informaron sobre la muerte de Nicolás II. Durante un tiempo la posición oficial fue que el resto de la familia real había sido evacuada de Ekaterimburgo y que se perdió su pista en el caos de la guerra civil.

No fue hasta principios de la década de 1920 cuando se expusieron los detalles de la ejecución, cuando hablaron los involucrados.

Otro rumor insistente fue el de que los Románov tenían siete familias de dobles y una de ellas fue la asesinada. La escasez de información sobre el fin de la familia real provocó la aparición de una ola de Anastasias, la hija menor. Así, tan sólo dos años después de la ejecución, aparece en 1920 la primera candidata a gran duquesa. En Berlín, una mujer llamada Anna Anderson. En total, existieron más de 30 impostoras de Anastasia.


UN LARGO PEREGRINAR

En 1979, Geli Ryabov, un cineasta del Ministerio del Interior soviético, después de una larga búsqueda entregó tres cráneos acribillados con balas y azufre a Moscú, y trató de convencer a los sacerdotes ortodoxos de que eran los restos de la familia del zar Nicolás, transportados a Pig's Meadow por sus verdugos después de que los aldeanos descubrieran el sitio original

Fue hasta julio de 1991, seis meses antes de la disolución final de la Unión Soviética, que una comisión designada por el presidente Boris Yeltsin para investigar los asesinatos exhumaron los restos de los nueve cuerpos de Pig's Meadow muy cerca de Ganina Yama.

La investigación y análisis forenses por expertos rusos e internacionales, incluida la recolección de ADN y las pruebas genéticas de descendientes de Románov confirmaron, siete años después, que los restos pertenecían a la familia del zar y sus asistentes.

En 1998 se realizó un funeral de Estado para la familia real, a pesar de esto, el misterio siguió: sólo se encontraron nueve cuerpos, mientras que el número de ejecutados fue de 11.

En el año 2000 los Románov fueron canonizados, en representación de todos los mártires de los bolcheviques, los 25 millones de muertos imputables a Lenin, Trotski y Stalin.

Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa Rusa mantuvo sus dudas sobre la autenticidad de estos restos. En 2001, construyó un monasterio en Ganina Yama, no en Pig's Meadow.

En 2007, un grupo estadounidense llamado SEARCH, fundado por emigrantes rusos, descubrió dos cuerpos en otro pozo en Pig's Meadow. A pesar de la abrumadora evidencia forense y de ADN, la iglesia se negó a reconocer estos restos como pertenecientes al príncipe Alexéi y la gran duquesa María.

Durante varios años, las cajas que contenían "cenizas" y algunos fragmentos de huesos -todo lo que quedaba de los niños- acumularon polvo en un estante de los archivos estatales rusos.

En 2015, una comisión creada por el primer ministro de Rusia, Dmitri Medvedev dictaminó que esos restos son auténticos. Pero el funeral, programado para octubre, no sucedió, ya que los restos fueron entregados a la iglesia "para pruebas adicionales".

Ni la naturaleza de tales pruebas ni ninguna fecha límite para su finalización han sido reveladas.

La Iglesia dice

El patriarca de Moscú Kirill confirmó la convocatoria del Sínodo de los obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Ekaterinburgo, del 14 al 17 de julio, durante el centésimo aniversario de la trágica muerte del último zar, Nicolás II, y de los miembros de su familia exterminados por los bolcheviques.

Para la ocasión se tratará de concluir la disputa sobre los despojos de los “mártires reinantes”, reconocidos por el Estado, pero que ha dejado a la Iglesia la última palabra sobre la proclamación de su autenticidad. Se sabe que el patriarca Kirill está más bien poco dispuesto al reconocimiento. Del Sínodo se espera una solución final al “asunto de los despojos”. (Agencias)


Los últimos meses de los Románov

A punto de cumplirse los cien años de la ejecución del zar Nicolás II y su familia, una selección de cartas, telegramas y diarios permiten asomarse a la cotidianidad de los Románov en sus últimos meses de vida en forma de "novela epistolar", que publica una editorial española.

Crónica de un final: 1917-1918 Románov. Correspondencia y memoria de una familia, es un libro que "no existía, ni siquiera en ruso", asegura Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, la editorial que ha puesto en marcha este recorrido por los meses convulsos en los que los Románov vivieron tres encierros y en los que la correspondencia y los diarios fueron su vía de escape.

Documentación de archivos de San Petersburgo y mucha bibliografía, con traducción de Tatiana Alekseevna y Ezra Alcázar, han sido la base de este libro que intercala cronológicamente fragmentos de diarios, telegramas y cartas escritas desde la intimidad por el zar, su esposa e hijos o su profesor, que retratan tanto la atmósfera cotidiana como la histórica en la que transcurrieron los últimos meses de los Románov.

Los textos, escritos también por personas allegadas a la familia o responsables de los cautiverios, se suceden en una construcción cronológica con un hilo narrativo, al estilo de una novela epistolar, señala el editor.

Además incluye numerosas fotografías, cartas y documentos oficiales así como un dibujo realizado por el heredero al trono, el zarévich Alekséi, al que en las cartas sus padres apodan como Baby.


BELLOS Y ENCERRADOS

Entre la revolución de febrero 1917 y la ejecución de los Románov en julio de 1918 tuvieron lugar varios sucesos que marcaron el destino. En las cartas y diarios de Nicolás II y la zarina Alejandra Fiódorovna se revela su incertidumbre e incomprensión ante la situación que viven y la evolución de su vida cotidiana, estrictamente vigilados al principio y bajo llave más tarde.

Actividades como talar árboles para acumular leña, las lecturas que hacían, la fe religiosa de la zarina y sus referencias al ya fallecido Grigori Rasputin o la preocupación por la salud del heredero son algunas de las constantes en estos textos.

Conforme pasaba el tiempo las privaciones y las limitaciones de movimientos son cada vez más grandes.

"En la noche oímos cómo mandaban a los guardias a vigilar atentamente cualquier movimiento en nuestra ventana. Desconfían otra vez desde el día en que abrimos la ventana. Ahora ni siquiera nos permiten sentarnos en el alféizar", escribe desde Ekaterimburgo la zarina en su diario el 15 de junio de 1918.

La edición reproduce el comunicado oficial del Soviét sobre la muerte del zar y varias entradas del diario de su madre zar en las que expresa su dolor por los rumores: "es muy doloroso vivir sin noticias verdaderas", dice.

Una muerte que se convirtió en un mito: "eran todos extremadamente bellos y acabaron en un sótano sucio tiroteados", indica el editor.

Ocho días después de los asesinatos, Ekaterimburgo fue ocupada por el Ejército blanco y comenzó la investigación.

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