/ martes 12 de octubre de 2021

Y, ¿Quién es el bueno?

Nadie puede afirmar: que existe un hombre completamente bueno, porque bueno, solamente es Dios.

No hay que catalogar a los hombres, entre buenos y malos; porque entonces, tendremos que cambiar el catálogo, de manera frecuente. Ya que el hombre es un ser que cambia, y el que hoy es bueno, tal vez mañana deje de serlo.

Porque la bondad, depende mucho de las circunstancias, y éstas, cambian con frecuencia.

Y el que es bueno, lo será siempre, porque un bondadoso tiene que serlo para con todos; no solo con los buenos, también con lo malos. Y eso, humanamente es imposible.

Si alguien afirma, que una persona es buena, tal vez lo dice, porque en algún momento, hubo un gesto de bondad; más no por eso, se le puede calificar como bueno.

Lo mismo sucede, con aquellos que señalamos como “malos”, no porque en alguna ocasión, hicieron lo indebido, tenemos derecho a etiquetarlos como gente nociva.

Por eso mismo, nadie es bueno, ni malo en absoluto. Porque las circunstancias cambian, y éstas, empujan al hombre al cambio.

Aunque es bueno reconocer, que hay quienes realizan actos de bondad; y otros, que en algún momento, actuaron de manera incorrecta.

Por ese motivo, Jesús corrigió a un joven, que se le acercó y le llamó bueno, y el Señor le dijo:” ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios”.(Mc.10,18).

Y en efecto, Dios es bueno con todos, hasta con los malos; y siempre va a ser bueno, aunque las circunstancias cambien.

Ninguno puede hacer actos de bondad, sin contar con la ayuda de Dios.

Y aunque haya personas con gestos bondadosos, nosotros no sabemos la intención de sus actos; y al calificarlos, podemos equivocarnos.

El que realiza un acto de bondad auténtico, lo hace, pero con la ayuda de Dios.

Nadie puede asegurar, que no vayamos a cambiar mañana; y de ser buenos, acabemos haciendo lo indebido.

No nos engañemos, pensando que hay hombres de bondad eterna. Los hombres, no siempre son buenos, ni siempre van a ser malos.

La bondad auténtica, es la que viene de Dios; y es muy necesario estar cerca de Él, para tener fuerza, para hacer lo bueno. Porque fuera de Dios, lo único que domina es el “ego”.

Nadie puede afirmar: que existe un hombre completamente bueno, porque bueno, solamente es Dios.

No hay que catalogar a los hombres, entre buenos y malos; porque entonces, tendremos que cambiar el catálogo, de manera frecuente. Ya que el hombre es un ser que cambia, y el que hoy es bueno, tal vez mañana deje de serlo.

Porque la bondad, depende mucho de las circunstancias, y éstas, cambian con frecuencia.

Y el que es bueno, lo será siempre, porque un bondadoso tiene que serlo para con todos; no solo con los buenos, también con lo malos. Y eso, humanamente es imposible.

Si alguien afirma, que una persona es buena, tal vez lo dice, porque en algún momento, hubo un gesto de bondad; más no por eso, se le puede calificar como bueno.

Lo mismo sucede, con aquellos que señalamos como “malos”, no porque en alguna ocasión, hicieron lo indebido, tenemos derecho a etiquetarlos como gente nociva.

Por eso mismo, nadie es bueno, ni malo en absoluto. Porque las circunstancias cambian, y éstas, empujan al hombre al cambio.

Aunque es bueno reconocer, que hay quienes realizan actos de bondad; y otros, que en algún momento, actuaron de manera incorrecta.

Por ese motivo, Jesús corrigió a un joven, que se le acercó y le llamó bueno, y el Señor le dijo:” ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios”.(Mc.10,18).

Y en efecto, Dios es bueno con todos, hasta con los malos; y siempre va a ser bueno, aunque las circunstancias cambien.

Ninguno puede hacer actos de bondad, sin contar con la ayuda de Dios.

Y aunque haya personas con gestos bondadosos, nosotros no sabemos la intención de sus actos; y al calificarlos, podemos equivocarnos.

El que realiza un acto de bondad auténtico, lo hace, pero con la ayuda de Dios.

Nadie puede asegurar, que no vayamos a cambiar mañana; y de ser buenos, acabemos haciendo lo indebido.

No nos engañemos, pensando que hay hombres de bondad eterna. Los hombres, no siempre son buenos, ni siempre van a ser malos.

La bondad auténtica, es la que viene de Dios; y es muy necesario estar cerca de Él, para tener fuerza, para hacer lo bueno. Porque fuera de Dios, lo único que domina es el “ego”.