/ domingo 15 de mayo de 2022

Un camino hacía Dios

«Proyecto sólido y que hoy aporta a México»

Art. 803

Toda obra debe tener solidez y buenos cimientos que permitan despegar para que luzca con todo su esplendor, en los tiempos actuales en el mundo y en el país tenemos muchos claros obscuros, no se ven los buenos caminos mucho menos los buenos oficios.

Es tiempo de impulsarnos y comenzar a sembrar, a construir con buenas zapatas en nuestra casa y en nuestra sociedad, por encima de las decisiones cupulares debemos ser auténticos hacer que la maquinaria del país comience a funcionar por medio de la ciudadanía.

El padre Moisés Lira Serafín nos pone el ejemplo de como se fortalecieron como congregación, dando mayor solidez a la Obra. El día 18 de abril de 1934, consagró a Dios y a la Santísima Virgen a las dos primeras hermanas: Amalia y Teresa, en la Capilla de la Inmaculada, anexa al Templo de San Felipe, en México.

En esta misma Capilla la Agrupación que poco a poco iba creciendo y que la formaban en ese momento aproximadamente veinte personas, tenían sus reuniones cada ocho días con el padre Moisés, en las cuales les daba algunas pláticas, rezaban oraciones en común y pasaban algunas horas reunidas, comentando el ideal que las unía.

Después de un tiempo de trabajo y experiencias, los miembros de la Agrupación se dieron cuenta que, para realizar los grandes ideales de la Obra que empezaba, era forzoso y necesario llevar una vida de cierta regularidad, como lo requiere el estado religioso, y queriendo seguir esta vida de perfección, expusieron su deseo al Fundador, el padre Moisés; recurriendo al mismo tiempo a las señoritas Amalia y Teresa para que instaran al Arzobispo de México, les concediera permiso para vivir vida de comunidad, a lo que el Arzobispo accedió benévolamente para organizar un nuevo Instituto Religioso con el apoyo y la orientación de su Fundador.

Al iniciar con principios y convicción un proyecto seguramente se llegará a buen fin, hoy vemos muchas puntas sueltas que pareciera no tener buenos cimientos, sino entes flotantes que de raíz no comenzaron bien. El “Apóstol de la bondad” tuvo la visión de hacer una obra bien fundamentada y sobre todo con dirección muy clara.

Así debe ser nuestro proceder, proyectos sólidos que trasciendan y con raíces profundas, sin miramientos a escatimar nuestro pensamiento e inteligencia, ante tantos desaciertos hoy estamos pagando facturas que nos han metido en crisis, sin embargo, el padre Moisés Lira nos comparte como debemos proceder ante un proyecto grande. En todo actuó con el consentimiento de su superior, y mantuvo siempre informado en lo referente a la Obra, al Arzobispo de México, Pascual Díaz y Barreto, a quien le agradó y bendijo el proyecto presentado por él y sus hijas, aceptando de esta manera la naciente Obra. Y este legado aún perdura, una obra sólida que un hombre del pasado, hoy vivo en el presente nos quiso dejar y que ha aportado a la sociedad mexicana grandes logros.

«Proyecto sólido y que hoy aporta a México»

Art. 803

Toda obra debe tener solidez y buenos cimientos que permitan despegar para que luzca con todo su esplendor, en los tiempos actuales en el mundo y en el país tenemos muchos claros obscuros, no se ven los buenos caminos mucho menos los buenos oficios.

Es tiempo de impulsarnos y comenzar a sembrar, a construir con buenas zapatas en nuestra casa y en nuestra sociedad, por encima de las decisiones cupulares debemos ser auténticos hacer que la maquinaria del país comience a funcionar por medio de la ciudadanía.

El padre Moisés Lira Serafín nos pone el ejemplo de como se fortalecieron como congregación, dando mayor solidez a la Obra. El día 18 de abril de 1934, consagró a Dios y a la Santísima Virgen a las dos primeras hermanas: Amalia y Teresa, en la Capilla de la Inmaculada, anexa al Templo de San Felipe, en México.

En esta misma Capilla la Agrupación que poco a poco iba creciendo y que la formaban en ese momento aproximadamente veinte personas, tenían sus reuniones cada ocho días con el padre Moisés, en las cuales les daba algunas pláticas, rezaban oraciones en común y pasaban algunas horas reunidas, comentando el ideal que las unía.

Después de un tiempo de trabajo y experiencias, los miembros de la Agrupación se dieron cuenta que, para realizar los grandes ideales de la Obra que empezaba, era forzoso y necesario llevar una vida de cierta regularidad, como lo requiere el estado religioso, y queriendo seguir esta vida de perfección, expusieron su deseo al Fundador, el padre Moisés; recurriendo al mismo tiempo a las señoritas Amalia y Teresa para que instaran al Arzobispo de México, les concediera permiso para vivir vida de comunidad, a lo que el Arzobispo accedió benévolamente para organizar un nuevo Instituto Religioso con el apoyo y la orientación de su Fundador.

Al iniciar con principios y convicción un proyecto seguramente se llegará a buen fin, hoy vemos muchas puntas sueltas que pareciera no tener buenos cimientos, sino entes flotantes que de raíz no comenzaron bien. El “Apóstol de la bondad” tuvo la visión de hacer una obra bien fundamentada y sobre todo con dirección muy clara.

Así debe ser nuestro proceder, proyectos sólidos que trasciendan y con raíces profundas, sin miramientos a escatimar nuestro pensamiento e inteligencia, ante tantos desaciertos hoy estamos pagando facturas que nos han metido en crisis, sin embargo, el padre Moisés Lira nos comparte como debemos proceder ante un proyecto grande. En todo actuó con el consentimiento de su superior, y mantuvo siempre informado en lo referente a la Obra, al Arzobispo de México, Pascual Díaz y Barreto, a quien le agradó y bendijo el proyecto presentado por él y sus hijas, aceptando de esta manera la naciente Obra. Y este legado aún perdura, una obra sólida que un hombre del pasado, hoy vivo en el presente nos quiso dejar y que ha aportado a la sociedad mexicana grandes logros.