/ domingo 27 de marzo de 2022

Un camino hacia Dios


«Acrisolado por la prueba» Moisés Lira Serafín Art. 797

La disposición de servir a la Iglesia en los hermanos a través del Sacerdocio en el padre Moisés fue notoria, porque su única ilusión era salvar y llevar almas a Jesús el amado de su vida, haciendo eco de las palabras de Jesús a su Padre Celestial: «Yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado»

Pero no todo queda ahí, porque a los que aman a Dios todo les aprovecha para su bien. Se podría decir que el padre Moisés fue uno de estos de los que aman a Dios, porque supo amarlo más en los momentos de lucha y de prueba, sobre todo en los momentos que pasó durante su estancia en Roma, lejos de su patria por la persecución religiosa del momento.

Uno de los motivos del sufrimiento era la falta de confianza para acercarse a su superior con espontaneidad, aunque apoyado siempre en el espíritu de fe que lo impulsaba a obrar bien, si lo buscaba e iba con él con gran adhesión y sumisión, como «un pequeño», así lo expresó el mismo P. Edmundo su superior al P. Félix en una de sus cartas. Pero la lucha era interna, ya que sus hermanos de comunidad no lo alcanzaban a percibir, ni su mismo superior lo notaba.

Otra prueba que vivió el padre Moisés fue cuando tuvo que abandonar inesperadamente sus actividades que como sacerdote recién ordenado empezaba a ejercer con gran celo apostólico, dedicándose con toda su alma al confesionario. En esta ocasión tuvo que regresar al noviciado y estando ahí, su ardiente caridad y olvido propio, lo llevaron a visitar todos los días el Lazareto de Tlalpan donde confesaba a los soldados enfermos, por lo que se contagió de viruela. En la revista La cruz en 1953, el padre José Guadalupe Treviño escribió:

«En marzo de 1923 en México hubo una fuerte epidemia de viruela hemorrágica y el padre Moisés fue al Lazareto para asistir a los soldados enfermos acumulados ahí un gran número. En una ocasión auxilió a un soldado con viruela hemorrágica muy contagiosa y grave. El padre Moisés se contagió, los caracteres de gravedad que revistió esta enfermedad en él, fueron tan graves que el médico lo desahució y pronóstico que no tenía remedio. Pero lo que no pudo la ciencia lo alcanzó la oración. Se oró mucho por su salud, y después de luchar, recobró la salud».

En su diario espiritual el padre Moisés anota el día 14 de marzo:

«Grave de viruela. Dios me salvó por tantas oraciones como se hicieron. ¡Bendito seas, Dios mío!»

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, hoy se encuentra en proceso de canonización, en proceso de ser reconocido por la Iglesia como santo, encomiéndate a su intercesión. En este proceso hace falta un milagro reconocido por la Iglesia para poder declararlo Beato. Comunica los favores recibidos a: Oficina de la causa de beatificación y canonización Moisés Lira Serafín, M.Sp.S., tel: 444 813 2309

e-mail:

causamoisesliraserafin

@gmail.com

e-mail:causamoisesliraserafin@gmail.com


«Acrisolado por la prueba» Moisés Lira Serafín Art. 797

La disposición de servir a la Iglesia en los hermanos a través del Sacerdocio en el padre Moisés fue notoria, porque su única ilusión era salvar y llevar almas a Jesús el amado de su vida, haciendo eco de las palabras de Jesús a su Padre Celestial: «Yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado»

Pero no todo queda ahí, porque a los que aman a Dios todo les aprovecha para su bien. Se podría decir que el padre Moisés fue uno de estos de los que aman a Dios, porque supo amarlo más en los momentos de lucha y de prueba, sobre todo en los momentos que pasó durante su estancia en Roma, lejos de su patria por la persecución religiosa del momento.

Uno de los motivos del sufrimiento era la falta de confianza para acercarse a su superior con espontaneidad, aunque apoyado siempre en el espíritu de fe que lo impulsaba a obrar bien, si lo buscaba e iba con él con gran adhesión y sumisión, como «un pequeño», así lo expresó el mismo P. Edmundo su superior al P. Félix en una de sus cartas. Pero la lucha era interna, ya que sus hermanos de comunidad no lo alcanzaban a percibir, ni su mismo superior lo notaba.

Otra prueba que vivió el padre Moisés fue cuando tuvo que abandonar inesperadamente sus actividades que como sacerdote recién ordenado empezaba a ejercer con gran celo apostólico, dedicándose con toda su alma al confesionario. En esta ocasión tuvo que regresar al noviciado y estando ahí, su ardiente caridad y olvido propio, lo llevaron a visitar todos los días el Lazareto de Tlalpan donde confesaba a los soldados enfermos, por lo que se contagió de viruela. En la revista La cruz en 1953, el padre José Guadalupe Treviño escribió:

«En marzo de 1923 en México hubo una fuerte epidemia de viruela hemorrágica y el padre Moisés fue al Lazareto para asistir a los soldados enfermos acumulados ahí un gran número. En una ocasión auxilió a un soldado con viruela hemorrágica muy contagiosa y grave. El padre Moisés se contagió, los caracteres de gravedad que revistió esta enfermedad en él, fueron tan graves que el médico lo desahució y pronóstico que no tenía remedio. Pero lo que no pudo la ciencia lo alcanzó la oración. Se oró mucho por su salud, y después de luchar, recobró la salud».

En su diario espiritual el padre Moisés anota el día 14 de marzo:

«Grave de viruela. Dios me salvó por tantas oraciones como se hicieron. ¡Bendito seas, Dios mío!»

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, hoy se encuentra en proceso de canonización, en proceso de ser reconocido por la Iglesia como santo, encomiéndate a su intercesión. En este proceso hace falta un milagro reconocido por la Iglesia para poder declararlo Beato. Comunica los favores recibidos a: Oficina de la causa de beatificación y canonización Moisés Lira Serafín, M.Sp.S., tel: 444 813 2309

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