/ domingo 26 de mayo de 2019

Un Camino hacia Dios

“El padre Moisés Lira Serafín una joya engarzada en el vil barro”

Art. No. 649

En el año de 1974 el padre Bernardo Sarabia Rodríguez, Misionero del Espíritu Santo, nos manifiestó el siguiente testimonio de la vida del Venerable Siervo de Dios padre Moisés Lira Serafín.

“El padre Moisés era muy chistoso, muy ocurrente. Exteriormente era un poco tosco, pero de un corazón muy fino; tenía mucho amor a las almas. Decía nuestro padre Félix que era el director espiritual número uno en la congregación; como director espiritual decía que no había quien le hiciera competencia, ni un Treviño, ni un padre Manuel, ninguno. ¡Lo hermoso que cantaba! ¡Ay! Cantando era un bárbaro. En Morelia le decían el “gorrioncito”. Había una señora que le quería mucho, decía: “Me saluda mucho a mi canario” ¡Ah! Le decían “mi canario”, y me daba unos panes muy grandes.

El padre Moisés no era meloso. Era más bien áspero, exteriormente, pero, interiormente ¡uy! ¡Qué padre! Atraía mucho a la gente. Un señor Obispo que lo trató, dijo de él: “El padre Moisés es una joya engarzada en el vil barro”. No me acuerdo si fue Leopoldo Ruiz o el señor Maximino, pero dijo esa expresión: “El padre Moisés es una joya en vil barro”.

El padre Moisés exteriormente, no tenía personalidad; es decir, no era bien parecido, en primer lugar, pero ¡qué corazón tenía! Y para las almas. Se las atraía de tal manera que las almas no iban por simpatía o por cariño humano.

Era tosco, pero no hería. Su expresión era tosca, pero no faltaba a la caridad. Su interior y su exterior eran amables. Las palabras que usaba más bien parecían toscas. No lo decía enojado, sino riéndose, amablemente. Era todo caridad; bueno, el celo de las almas era su pasión favorita. Él no veía caras, él veía almas; eso es una cosa muy hermosa. Porque eso de ver las almas y no los cuerpos ya dice mucho de un sacerdote. Generalmente muchos se van a que sean bien parecidas, a que sean elegantes. El padre Moisés de todo se arriaba. Claro que le caían muchas “copetonzonas”, porque las dirigía muy bien.

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, “el apóstol de la bondad”, se encuentra en proceso de ser reconocido por la iglesia como santo, con mucha fe encomiéndate a su intercesión y comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 Ciudad de México, Tel. 01(55)55 47 31 39

apostoldelabondad@gmail.com

“El padre Moisés Lira Serafín una joya engarzada en el vil barro”

Art. No. 649

En el año de 1974 el padre Bernardo Sarabia Rodríguez, Misionero del Espíritu Santo, nos manifiestó el siguiente testimonio de la vida del Venerable Siervo de Dios padre Moisés Lira Serafín.

“El padre Moisés era muy chistoso, muy ocurrente. Exteriormente era un poco tosco, pero de un corazón muy fino; tenía mucho amor a las almas. Decía nuestro padre Félix que era el director espiritual número uno en la congregación; como director espiritual decía que no había quien le hiciera competencia, ni un Treviño, ni un padre Manuel, ninguno. ¡Lo hermoso que cantaba! ¡Ay! Cantando era un bárbaro. En Morelia le decían el “gorrioncito”. Había una señora que le quería mucho, decía: “Me saluda mucho a mi canario” ¡Ah! Le decían “mi canario”, y me daba unos panes muy grandes.

El padre Moisés no era meloso. Era más bien áspero, exteriormente, pero, interiormente ¡uy! ¡Qué padre! Atraía mucho a la gente. Un señor Obispo que lo trató, dijo de él: “El padre Moisés es una joya engarzada en el vil barro”. No me acuerdo si fue Leopoldo Ruiz o el señor Maximino, pero dijo esa expresión: “El padre Moisés es una joya en vil barro”.

El padre Moisés exteriormente, no tenía personalidad; es decir, no era bien parecido, en primer lugar, pero ¡qué corazón tenía! Y para las almas. Se las atraía de tal manera que las almas no iban por simpatía o por cariño humano.

Era tosco, pero no hería. Su expresión era tosca, pero no faltaba a la caridad. Su interior y su exterior eran amables. Las palabras que usaba más bien parecían toscas. No lo decía enojado, sino riéndose, amablemente. Era todo caridad; bueno, el celo de las almas era su pasión favorita. Él no veía caras, él veía almas; eso es una cosa muy hermosa. Porque eso de ver las almas y no los cuerpos ya dice mucho de un sacerdote. Generalmente muchos se van a que sean bien parecidas, a que sean elegantes. El padre Moisés de todo se arriaba. Claro que le caían muchas “copetonzonas”, porque las dirigía muy bien.

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, “el apóstol de la bondad”, se encuentra en proceso de ser reconocido por la iglesia como santo, con mucha fe encomiéndate a su intercesión y comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 Ciudad de México, Tel. 01(55)55 47 31 39

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