/ domingo 28 de abril de 2019

Un camino hacia Dios

Lira Serafín, gran director espiritual

Art. 645 Dirigir una familia implica una gran responsabilidad, ser formador, aplicar criterios, poner disciplina, tener plan de trabajo, inculcar valores y…

Sería una gran lista. Ahora imaginemos dirigir un estado o una nación, donde haya rumbo, visión, certidumbre, planes de beneficios a la sociedad... también sería una interminable lista. Pero, ahora imaginemos dirigir una o unas personas desde el punto de vista espiritual, otro gran compromiso fundamentado en la verdad, el amor, los valores y un gran etcétera.

Dirigir implica que quien lo haga sea un gran líder, en la dirección espiritual hay que convencer y cambiar conciencias desde lo profundo, basado en un gran argumento de amor y de muchos criterios que hacen que el ser humano se enriquezca por dentro.

Esa gran virtud la tenía el padre Moisés Lira Serafín, quien destacó por tener esa habilidad de poder comunicarse con la gente. El hermano Agustín Lira Ramírez, Misionero del Espíritu Santo, conoció al “Apóstol de la bondad” en su testimonio relata lo siguiente:

“El padre Félix les compartió en Puebla en el seminario sobre la importancia de la vocación y encontró eco con el seminarista en ese tiempo Moisés Lira, él fue escogido, como nuestro Señor cuando escogió a los Apóstoles”.

Cantaba muy bien, tenía una voz muy buena y hacía cantar a la gente en el templo, cuando él estuvo en Morelia, se arriesgó a hacer la construcción de la casa anexa al templo de la Cruz, se vio en tantos apuros por cuestión de dinero que casi le cuesta la vida. Subraya Agustín Lira “yo me daba cuenta de que tenía sus apuraciones de dinero, le dolían mucho las piernas y los pies”.

El padre Moisés tenía su reglamento, él fue uno de los directores espirituales como nuestro padre Félix los quería, la dirección espiritual era su especialidad, es decir fue una gracia especial que Dios nuestro Señor le dio: ser director espiritual, como nuestro Señor pide a los Misioneros del Espíritu Santo, en el confesionario. “En su confesionario no solo tenía gente pobrecita, sino gente copetona”.

En Santa Clara, era exacto y tenía mucha gente, los fieles tenían que mandar quien les apartara el lugar y a veces esperar dos o tres días para que les tocara confesarse con el padre Moisés. Él dirigía a mucha gente, y tenía cualidades para tratar a los niños, les enseñaba a acolitar y les tenía sus juegos para que no dieran guerra en su casa, era director de muchas almas y su confesionario estaba siempre lleno, acudían a él también muchos sacerdotes conocidos, tenía la gracia de Dios para ese ministerio de director espiritual.

Muchas cualidades y virtudes se requieren para dirigir pero sobre todo la verdad, el fundamento, nunca la falacia, ni la división entre personas o pueblos, la rectitud en los actos y así se condujo un hombre del pasado que hoy está vivo en el presente y que ha dejado un gran legado como lo fue el padre Moisés Lira Serafín.

Lira Serafín, gran director espiritual

Art. 645 Dirigir una familia implica una gran responsabilidad, ser formador, aplicar criterios, poner disciplina, tener plan de trabajo, inculcar valores y…

Sería una gran lista. Ahora imaginemos dirigir un estado o una nación, donde haya rumbo, visión, certidumbre, planes de beneficios a la sociedad... también sería una interminable lista. Pero, ahora imaginemos dirigir una o unas personas desde el punto de vista espiritual, otro gran compromiso fundamentado en la verdad, el amor, los valores y un gran etcétera.

Dirigir implica que quien lo haga sea un gran líder, en la dirección espiritual hay que convencer y cambiar conciencias desde lo profundo, basado en un gran argumento de amor y de muchos criterios que hacen que el ser humano se enriquezca por dentro.

Esa gran virtud la tenía el padre Moisés Lira Serafín, quien destacó por tener esa habilidad de poder comunicarse con la gente. El hermano Agustín Lira Ramírez, Misionero del Espíritu Santo, conoció al “Apóstol de la bondad” en su testimonio relata lo siguiente:

“El padre Félix les compartió en Puebla en el seminario sobre la importancia de la vocación y encontró eco con el seminarista en ese tiempo Moisés Lira, él fue escogido, como nuestro Señor cuando escogió a los Apóstoles”.

Cantaba muy bien, tenía una voz muy buena y hacía cantar a la gente en el templo, cuando él estuvo en Morelia, se arriesgó a hacer la construcción de la casa anexa al templo de la Cruz, se vio en tantos apuros por cuestión de dinero que casi le cuesta la vida. Subraya Agustín Lira “yo me daba cuenta de que tenía sus apuraciones de dinero, le dolían mucho las piernas y los pies”.

El padre Moisés tenía su reglamento, él fue uno de los directores espirituales como nuestro padre Félix los quería, la dirección espiritual era su especialidad, es decir fue una gracia especial que Dios nuestro Señor le dio: ser director espiritual, como nuestro Señor pide a los Misioneros del Espíritu Santo, en el confesionario. “En su confesionario no solo tenía gente pobrecita, sino gente copetona”.

En Santa Clara, era exacto y tenía mucha gente, los fieles tenían que mandar quien les apartara el lugar y a veces esperar dos o tres días para que les tocara confesarse con el padre Moisés. Él dirigía a mucha gente, y tenía cualidades para tratar a los niños, les enseñaba a acolitar y les tenía sus juegos para que no dieran guerra en su casa, era director de muchas almas y su confesionario estaba siempre lleno, acudían a él también muchos sacerdotes conocidos, tenía la gracia de Dios para ese ministerio de director espiritual.

Muchas cualidades y virtudes se requieren para dirigir pero sobre todo la verdad, el fundamento, nunca la falacia, ni la división entre personas o pueblos, la rectitud en los actos y así se condujo un hombre del pasado que hoy está vivo en el presente y que ha dejado un gran legado como lo fue el padre Moisés Lira Serafín.