/ domingo 13 de enero de 2019

Un Camino hacia Dios

“Padre nuestro”, “Padre mío, mi Padre”. Moisés Lira Serafín


Sucedió que entre la gente que se bautizaba, Jesús también fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” (Lc 3, 21-22).

El Salmo 2 había adquirido en la interpretación de Israel una dimensión mesiánica que en este relato se manifiesta como filiación divina. Es aquí donde el siervo del Señor es descrito como el elegido en quien Dios se complace. El Siervo de Dios Moisés Lira Serafín nos dice que cada persona debe ser verdadera hija de Dios, debe vivir plenamente su filiación divina, ¡Dios es mi Padre, yo soy su hijo! ¡hijo De Dios! Verdad que Jesús nos enseñó tantas veces: “Padre nuestro”. “Padre mío, mi Padre.”

Es en el bautismo del Señor donde se ve la filiación del Hijo con el Padre, todo bautizado debe vivir esta filiación, reconociendo a Dios como nuestro Padre, y fortalecer esa comunión con él en la vivencia de los sacramentos, al profundizar en su palabra y sobre todo descubrirlo en nuestro prójimo. En este contexto Jesús inicia su misión de ofrecer a todos los hombres la salvación, un proceso que también vive todo bautizado, donde por el bautismo asumimos esa misión de vivir nuestro proferismo.

Este Evangelio afirma que bajó sobre Jesús el Espíritu Santo, San Lucas nos dice que el Espíritu es el que hace transformaciones radicales, el Siervo de Dios Moisés Lira nos dice que es el Espíritu quien nos hace ser alegres, confiados, audaces y muy amorosos con nuestro buen padre, de quien esperamos todo. “Con el seremos sencillos, sin cumplimientos”. Hemos recibido un espíritu , no de esclavitud con relación a Dios, sino el de la adopción de “Hijos de Dios” en virtud del cual le llamamos “Padre” (Rm 8,15).

Enfatiza el padre Moisés: “Jesús, fue el Hijo predilecto, el Hijo muy amado de Dios y nosotros también debemos ser hijos amados de Dios. Debemos trabajar y, sobre todo, sufrir las penas, pues ellas son para nuestra santificación y nuestra salvación. Llevando las penas con Dios, no son amargas, y al mismo tiempo, esas penas nos transforman en Jesús, nos forman a su imagen y entonces el Padre Celestial puede decir: Este es mi hijo muy amado y en él o en ella, he puesto todas mis complacencias (Mt 17,5).

No olvidemos esto: Estar siempre con Jesús, en las penas, en las alegrías, en los olvidos. No apartemos la mirada de Él, para esforzarnos en ser como Él. Debemos solo parecernos a Jesús, unidos íntimamente a Él, esto es lo que no pasa”.

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín se encuentra en proceso de ser reconocido por la Iglesia como santo, encomiéndate a su intercesón y comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel. 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com


“Padre nuestro”, “Padre mío, mi Padre”. Moisés Lira Serafín


Sucedió que entre la gente que se bautizaba, Jesús también fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” (Lc 3, 21-22).

El Salmo 2 había adquirido en la interpretación de Israel una dimensión mesiánica que en este relato se manifiesta como filiación divina. Es aquí donde el siervo del Señor es descrito como el elegido en quien Dios se complace. El Siervo de Dios Moisés Lira Serafín nos dice que cada persona debe ser verdadera hija de Dios, debe vivir plenamente su filiación divina, ¡Dios es mi Padre, yo soy su hijo! ¡hijo De Dios! Verdad que Jesús nos enseñó tantas veces: “Padre nuestro”. “Padre mío, mi Padre.”

Es en el bautismo del Señor donde se ve la filiación del Hijo con el Padre, todo bautizado debe vivir esta filiación, reconociendo a Dios como nuestro Padre, y fortalecer esa comunión con él en la vivencia de los sacramentos, al profundizar en su palabra y sobre todo descubrirlo en nuestro prójimo. En este contexto Jesús inicia su misión de ofrecer a todos los hombres la salvación, un proceso que también vive todo bautizado, donde por el bautismo asumimos esa misión de vivir nuestro proferismo.

Este Evangelio afirma que bajó sobre Jesús el Espíritu Santo, San Lucas nos dice que el Espíritu es el que hace transformaciones radicales, el Siervo de Dios Moisés Lira nos dice que es el Espíritu quien nos hace ser alegres, confiados, audaces y muy amorosos con nuestro buen padre, de quien esperamos todo. “Con el seremos sencillos, sin cumplimientos”. Hemos recibido un espíritu , no de esclavitud con relación a Dios, sino el de la adopción de “Hijos de Dios” en virtud del cual le llamamos “Padre” (Rm 8,15).

Enfatiza el padre Moisés: “Jesús, fue el Hijo predilecto, el Hijo muy amado de Dios y nosotros también debemos ser hijos amados de Dios. Debemos trabajar y, sobre todo, sufrir las penas, pues ellas son para nuestra santificación y nuestra salvación. Llevando las penas con Dios, no son amargas, y al mismo tiempo, esas penas nos transforman en Jesús, nos forman a su imagen y entonces el Padre Celestial puede decir: Este es mi hijo muy amado y en él o en ella, he puesto todas mis complacencias (Mt 17,5).

No olvidemos esto: Estar siempre con Jesús, en las penas, en las alegrías, en los olvidos. No apartemos la mirada de Él, para esforzarnos en ser como Él. Debemos solo parecernos a Jesús, unidos íntimamente a Él, esto es lo que no pasa”.

El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín se encuentra en proceso de ser reconocido por la Iglesia como santo, encomiéndate a su intercesón y comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel. 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com