/ domingo 26 de agosto de 2018

Un camino hacia Dios

l padre Moisés Lira, manifestó siempre inclinación por el ministerio de la confesión, y de tal forma lo ejercía, que quienes lo trataban quedaban cautivados por su manera de acoger y llevar a las almas.Así lo confirman algunos testigos que lo conocieron en el templo de la Merced de Celaya Gto., en el año de 1936.

La Srta. Lupita Zárate comparte: “el padre Moisés fue la célula viva que animó y dio vida a la congregación Mariana, que sigue todavía hasta la fecha. Fue algo grande. Lo sentimos mucho cuando se fue y lo seguimos añorando. Él puso en nosotras la semilla del amor a nuestro Señor y a la Santísima Virgen. Pasan los años y decimos: ‘Con razón el padre Moisés nos decía esto o aquello en determinadas cosas’. Dejó en nosotras los deseos de vivir una vida limpia, él fue el orientador de nuestra juventud. El fundó este grupito, íbamos periódicamente con él, cada ocho días. Las señoras muy encumbradas venían a buscarlo a él porque les encantaba confesarse con él.

Una vez que el padre Dominguito nos llamó la atención, no me acuerdo las palabras del padre Dominguito, pero si me acuerdo de las palabras del padre Moisés: ‘Un día estaremos en el cielo, donde nadie nos dirá que la hora se acabó, que no es hora de visita’, y nosotras nos quedamos felices, es que él sabía suavizarlo todo y nos daba ánimo. ‘Mis chiquillas’ nos decía”.

Expresó la Srta. Lupita Zepeda: “Otra vez lo encontramos en la sacristía, alguien había ido y nosotras llegamos precisamente en el momento en que se había retirado y le dijimos: ‘Padre, ¿qué le pasa?’ –‘Ay, mis chiquillas, si no las conociera como las palmas de mis manos, todo lo que me han venido a decir de ustedes’. Pero no quiso decirnos quién, ni qué le habían dicho.

Era tan santo, que se respiraba lo que es la vida espiritual. Al entrar uno al templo de la Merced, estaba la Custodia con el Santísimo y el padre Moisés, principalmente, sentado en el confesionario o hincado adorando al Santísimo”.

La Srta. Alicia Zárate recordó que su “mamá repetía unas palabras del padre Moisés: ‘Como decía el padre Moisés: ‘¿Qué pensará ahorita nuestro Señor?’ El padre Moisés nos hacía la cosa tan viva que quería como que viéramos a nuestro Señor, él veía a nuestro Señor tan humano con nosotras, tan entre nosotras, que nos lo hacía a nosotras verlo cerca”.

En pocas palabra la Srta. Sarita expresó: “En el confesionario parecía que tenía miel. Esa es una virtud porque exige humildad. Era dulce, era un alma muy hermosa y sobresalió en él la caridad y la pureza”.


El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, se encuentra en proceso de ser reconocido como santo, encomiéndate a su intercesión. Comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com



l padre Moisés Lira, manifestó siempre inclinación por el ministerio de la confesión, y de tal forma lo ejercía, que quienes lo trataban quedaban cautivados por su manera de acoger y llevar a las almas.Así lo confirman algunos testigos que lo conocieron en el templo de la Merced de Celaya Gto., en el año de 1936.

La Srta. Lupita Zárate comparte: “el padre Moisés fue la célula viva que animó y dio vida a la congregación Mariana, que sigue todavía hasta la fecha. Fue algo grande. Lo sentimos mucho cuando se fue y lo seguimos añorando. Él puso en nosotras la semilla del amor a nuestro Señor y a la Santísima Virgen. Pasan los años y decimos: ‘Con razón el padre Moisés nos decía esto o aquello en determinadas cosas’. Dejó en nosotras los deseos de vivir una vida limpia, él fue el orientador de nuestra juventud. El fundó este grupito, íbamos periódicamente con él, cada ocho días. Las señoras muy encumbradas venían a buscarlo a él porque les encantaba confesarse con él.

Una vez que el padre Dominguito nos llamó la atención, no me acuerdo las palabras del padre Dominguito, pero si me acuerdo de las palabras del padre Moisés: ‘Un día estaremos en el cielo, donde nadie nos dirá que la hora se acabó, que no es hora de visita’, y nosotras nos quedamos felices, es que él sabía suavizarlo todo y nos daba ánimo. ‘Mis chiquillas’ nos decía”.

Expresó la Srta. Lupita Zepeda: “Otra vez lo encontramos en la sacristía, alguien había ido y nosotras llegamos precisamente en el momento en que se había retirado y le dijimos: ‘Padre, ¿qué le pasa?’ –‘Ay, mis chiquillas, si no las conociera como las palmas de mis manos, todo lo que me han venido a decir de ustedes’. Pero no quiso decirnos quién, ni qué le habían dicho.

Era tan santo, que se respiraba lo que es la vida espiritual. Al entrar uno al templo de la Merced, estaba la Custodia con el Santísimo y el padre Moisés, principalmente, sentado en el confesionario o hincado adorando al Santísimo”.

La Srta. Alicia Zárate recordó que su “mamá repetía unas palabras del padre Moisés: ‘Como decía el padre Moisés: ‘¿Qué pensará ahorita nuestro Señor?’ El padre Moisés nos hacía la cosa tan viva que quería como que viéramos a nuestro Señor, él veía a nuestro Señor tan humano con nosotras, tan entre nosotras, que nos lo hacía a nosotras verlo cerca”.

En pocas palabra la Srta. Sarita expresó: “En el confesionario parecía que tenía miel. Esa es una virtud porque exige humildad. Era dulce, era un alma muy hermosa y sobresalió en él la caridad y la pureza”.


El Venerable Siervo de Dios Moisés Lira Serafín, se encuentra en proceso de ser reconocido como santo, encomiéndate a su intercesión. Comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com