/ domingo 17 de junio de 2018

Un Camino Hacia Dios

Desde los inicios de la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, el padre Moisés Lira Serafín se adhirió a su vocación con grandísima fe, humildad y sencillez, su persona revelaba grandísima humildad con una sonrisa que inspiraba confianza. Así lo atestiguan quienes lo conocieron, expresó el padre Domenico di Raimondo, M.Sp.S., “como cuando sentados alrededor de la mesa familiar o en la sala de la casa paterna, traemos a la memoria nuestras experiencias pasadas, revivimos las emociones de antaño y damos vida en el corazón a las personas que nos han dejado, así, estos laicos nos hacen presente la figura, las actitudes, el carácter y el genio pastoral del padre Moisés. Son recuerdos sencillos, acontecimientos de la vida diaria de quienes buscaron a Dios y lo encontraron en la palabra, el afecto, el apoyo incondicional y la exigencia de ese hombre sencillo que ahora está en proceso de canonización”.

Comentó la Sra. Consuelo Pérez de Hernández en el año de 1984: “Yo nunca en mi vida había tratado a un confesor como lo fue el padre Moisés. La gente hacía cola para llegar a confesarse con él, las personas duraban hasta una hora confesándose, a veces confesaba sólo dos personas. El padre Moisés era como un niño, al mismo tiempo tenía un gran talento; tenía sencillez y candor.

Como predicador era una maravilla, uno lo trataba como director espiritual y aún como si fuera un psiquiatra, porque se platicaban todas las penas, dudas y dificultades, hasta del novio. El empezaba a hablarle a uno y, sin sentir, como que lo transportaba, no se daba cuenta de cómo pasaba el tiempo. Tenía muy bonita voz para cantar. Cuando hablaba con uno, parecía tener una voz finita, suave; en el púlpito, como que ampliaba la voz, potente, que impresionaba lo que estaba diciendo.

Nos organizaba para que fuéramos a ofrecer flores en el mes de mayo, vestidas de blanco, con vestidos largos y velos, para ofrecer nuestra pureza a la Santísima Virgen. El padre Moisés cuando confesaba, como que lo arrobaba a uno, el padre Jacinto Torres era buen confesor también, pero él ‘movía’ la cabeza y el padre Moisés nos ‘movía’ el corazón.

Su figura como predicador, como confesor y como humano era algo muy especial. Siendo tan bajo de estatura, tipo completamente moreno, al tratarlo como que cambiaba. Siempre tenía la sonrisa en los labios, tenía una gran inteligencia, su apariencia era distinta”, era un gran hombre lleno de Dios.

Que estos testimonios nos ayuden a conocer más al Venerable Siervo de Dios, padre Moisés Lira Serafín, quien se encuentra en proceso de ser reconocido, por la Iglesia,como santo, encomiéndate a su intercesión. Comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com

Desde los inicios de la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, el padre Moisés Lira Serafín se adhirió a su vocación con grandísima fe, humildad y sencillez, su persona revelaba grandísima humildad con una sonrisa que inspiraba confianza. Así lo atestiguan quienes lo conocieron, expresó el padre Domenico di Raimondo, M.Sp.S., “como cuando sentados alrededor de la mesa familiar o en la sala de la casa paterna, traemos a la memoria nuestras experiencias pasadas, revivimos las emociones de antaño y damos vida en el corazón a las personas que nos han dejado, así, estos laicos nos hacen presente la figura, las actitudes, el carácter y el genio pastoral del padre Moisés. Son recuerdos sencillos, acontecimientos de la vida diaria de quienes buscaron a Dios y lo encontraron en la palabra, el afecto, el apoyo incondicional y la exigencia de ese hombre sencillo que ahora está en proceso de canonización”.

Comentó la Sra. Consuelo Pérez de Hernández en el año de 1984: “Yo nunca en mi vida había tratado a un confesor como lo fue el padre Moisés. La gente hacía cola para llegar a confesarse con él, las personas duraban hasta una hora confesándose, a veces confesaba sólo dos personas. El padre Moisés era como un niño, al mismo tiempo tenía un gran talento; tenía sencillez y candor.

Como predicador era una maravilla, uno lo trataba como director espiritual y aún como si fuera un psiquiatra, porque se platicaban todas las penas, dudas y dificultades, hasta del novio. El empezaba a hablarle a uno y, sin sentir, como que lo transportaba, no se daba cuenta de cómo pasaba el tiempo. Tenía muy bonita voz para cantar. Cuando hablaba con uno, parecía tener una voz finita, suave; en el púlpito, como que ampliaba la voz, potente, que impresionaba lo que estaba diciendo.

Nos organizaba para que fuéramos a ofrecer flores en el mes de mayo, vestidas de blanco, con vestidos largos y velos, para ofrecer nuestra pureza a la Santísima Virgen. El padre Moisés cuando confesaba, como que lo arrobaba a uno, el padre Jacinto Torres era buen confesor también, pero él ‘movía’ la cabeza y el padre Moisés nos ‘movía’ el corazón.

Su figura como predicador, como confesor y como humano era algo muy especial. Siendo tan bajo de estatura, tipo completamente moreno, al tratarlo como que cambiaba. Siempre tenía la sonrisa en los labios, tenía una gran inteligencia, su apariencia era distinta”, era un gran hombre lleno de Dios.

Que estos testimonios nos ayuden a conocer más al Venerable Siervo de Dios, padre Moisés Lira Serafín, quien se encuentra en proceso de ser reconocido, por la Iglesia,como santo, encomiéndate a su intercesión. Comunica tus testimonios a Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, Naranjo 157, Col. Sta. María la Ribera, 06400 México, D.F. Tel 01(55)5547 3139 e-mail: apostoldelabondad@gmail.com