/ domingo 30 de septiembre de 2018

Solo sé que no sé Nada

Solo sé que entre más pasan los años, menos sé y menos entiendo, por lo que ahora sé que no sé nada, no sé nada del tiempo, ese que implacable pasa sin siquiera percibirlo y al voltear en la esquina de los años nos damos cuenta que aunque él es perene nosotros no, por lo que hoy estamos aquí y mañana solo Dios sabe y sin embargo el misterio del tiempo, de su paso y su perennidad queda ahí para la posteridad nuestra y de quienes vengan, permaneciendo como siempre: imprescindible, invaluable y tan eterno como la eternidad, a la cual tampoco entiendo, no entiendo como no comprendo la perfección de mi cuerpo, ese que jamás será inmortal, ese que es perfecto entre los perfectos y marcha al compás de cualquier son, ese que fue fabricado y depositado en el vientre de mi madre con una precisión asombrosa y que, en ocasiones, a pesar de no entenderlo, el funciona y sigue funcionando aún con mis desmanes o descuidos y se renueva y vuelve a renovarse día con día sin siquiera notarlo, por eso me asombra que el cerebro que contenemos en el cráneo pueda guardar tantos recuerdos, tristezas, alegrías pequeñas y grandes, historias vividas que en ocasiones nos llenan de nostalgia, en otras de ira y decepciones sutiles y como todo, al final del día, son pasajeras y pierden fuerza con el paso del tiempo, ese duende que no entendemos,por lo que, a pesar de no entender o saber tengo que aceptar que soy un personaje pasajero y transitorio que no sabe nada de nada de la eternidad y que tan pasajeros como son los recuerdos, así soy yo, pasajera y transitoria por más que me aferre a ser eterna, aunque aquí sí he comprendido que si estoy aquí y ahora es porque vine a este planeta para dar lo mejor de mí y trascender en lo positivo aunque no comprenda por qué en ocasiones me atoro en lo negativo y tal vez, en esos momentos lastime y me lastimen tanto como el día de la partida de mis padres que aún no se nada ni comprendo, tal vez porque siempre soñé que eran eternos tanto como yo creí en mi eterna permanencia en este mundo y aunque su partida doliócomprendí que hay un por qué en esa eternidad de la que sé nada y me costó trabajo entender que también mis hijos y nietos y hermanos y amigos son transitorios y no me pertenecen aunque permanezcan en mi corazón eternamente, pues ellos, tal vez sin saberlo tampoco, saben que los apegos deben ser desprendidos poco a poco para labrar el propio camino y que tanto ellos, como mis perros, gatos y cosas materiales son solo techos y apegos temporales que un día se desprendieron o desprenderán de mi vida aun sin yo saberlo, pues ellos, como todo lo que tengo, tuve y tendré son temporales,tan temporales como las palabras escritas y el orgullo y el ego y la importancia que en un momento di a cosas y personas sin importancia, mismas cuya presencia desapareció sin siquiera percibirlo, desarmándome para abrir los brazos con humildad y reconocer, reflexionar y aceptar una vida vivida en paz, por lo que aunque no sepa nada sí sé que la vida es un regalo y cuando desechamos prepotencia y orgullo, comenzamos a saber que no hay necesidad de explicar, justificar o manejar nuestro destino, pues la realidad es que el Universo no funciona así, pues se trata de la misma manera a todos los que habitamos este planeta, sin favoritismos ni desprecio, al comprender esto, entonces supe que soy yo la causante de mi vida y sus resultados y empecé a aceptar y agradecer por cada momento vivido, por cada experiencia vivida, por cada resultado obtenido, pues en cada una de estas vivencias existe siempre un aprendizaje que nos lleva a la perfección y nos permite vivir en paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes, enseñándome que en mi condición de mortal efímera no hay tiempo que perder para dar y aceptar muchas batallas para lograr nuestra aceptación, para aceptarnos como personas perfectibles, frágiles y limitadas que mientras no aprenden a vivir la vida viviendo, jamás besaran su alma, ésa que no crece en arboles pero que se nutre con afecto y cuidado, con palabras positivas, abrazando el alma hasta saber que se abraza cuando nos abrazamos a nosotros mismos, cuando abrazamos al amigo, al hijo, al nieto y la pareja y en ocasiones lograremos abrazar hasta aquellas personas que se cruzan en nuestro camino. Empecé a saber, que a pesar que no se nada, solo sé que al bajarme del pedestal de mi orgullo y cerrazón, aprendí a besar mi alma y apreciar todo aquello que me rodea, ahora sé lo invaluable que es una tarde caminando en la lluvia, el canto de los pájaros, la mano amiga, sentir unas manos que te toman y dan apoyo fortaleciendo nuestra esperanza de vida y de compañía; reconocer que hay una Ley en el Universo que hace posible que se obtenga exactamente lo que elegimos como deseo y que cada minuto de vida operamos acorde a esta Ley creada y regida por Dios y quien cree en ella obtiene aquello que desea ya que Dios se convierte en socio y compañero del recorrido pues lo que somos demuestra que somos Él y en ocasiones lo ponemos en aprietos y le cuesta trabajo seguirnos y guiarnos para lograr la evolución de nuestra alma y existe una sola palabra que es la ley de la creación y se resume en Yo Soy, por eso amigos a partir de hoy a repetir firmemente Yo Soy y mientras usted lo hace espero también sus comentarios en angeldesofia@yahoo.com.mx agradeciéndoles su lectura.



Solo sé que entre más pasan los años, menos sé y menos entiendo, por lo que ahora sé que no sé nada, no sé nada del tiempo, ese que implacable pasa sin siquiera percibirlo y al voltear en la esquina de los años nos damos cuenta que aunque él es perene nosotros no, por lo que hoy estamos aquí y mañana solo Dios sabe y sin embargo el misterio del tiempo, de su paso y su perennidad queda ahí para la posteridad nuestra y de quienes vengan, permaneciendo como siempre: imprescindible, invaluable y tan eterno como la eternidad, a la cual tampoco entiendo, no entiendo como no comprendo la perfección de mi cuerpo, ese que jamás será inmortal, ese que es perfecto entre los perfectos y marcha al compás de cualquier son, ese que fue fabricado y depositado en el vientre de mi madre con una precisión asombrosa y que, en ocasiones, a pesar de no entenderlo, el funciona y sigue funcionando aún con mis desmanes o descuidos y se renueva y vuelve a renovarse día con día sin siquiera notarlo, por eso me asombra que el cerebro que contenemos en el cráneo pueda guardar tantos recuerdos, tristezas, alegrías pequeñas y grandes, historias vividas que en ocasiones nos llenan de nostalgia, en otras de ira y decepciones sutiles y como todo, al final del día, son pasajeras y pierden fuerza con el paso del tiempo, ese duende que no entendemos,por lo que, a pesar de no entender o saber tengo que aceptar que soy un personaje pasajero y transitorio que no sabe nada de nada de la eternidad y que tan pasajeros como son los recuerdos, así soy yo, pasajera y transitoria por más que me aferre a ser eterna, aunque aquí sí he comprendido que si estoy aquí y ahora es porque vine a este planeta para dar lo mejor de mí y trascender en lo positivo aunque no comprenda por qué en ocasiones me atoro en lo negativo y tal vez, en esos momentos lastime y me lastimen tanto como el día de la partida de mis padres que aún no se nada ni comprendo, tal vez porque siempre soñé que eran eternos tanto como yo creí en mi eterna permanencia en este mundo y aunque su partida doliócomprendí que hay un por qué en esa eternidad de la que sé nada y me costó trabajo entender que también mis hijos y nietos y hermanos y amigos son transitorios y no me pertenecen aunque permanezcan en mi corazón eternamente, pues ellos, tal vez sin saberlo tampoco, saben que los apegos deben ser desprendidos poco a poco para labrar el propio camino y que tanto ellos, como mis perros, gatos y cosas materiales son solo techos y apegos temporales que un día se desprendieron o desprenderán de mi vida aun sin yo saberlo, pues ellos, como todo lo que tengo, tuve y tendré son temporales,tan temporales como las palabras escritas y el orgullo y el ego y la importancia que en un momento di a cosas y personas sin importancia, mismas cuya presencia desapareció sin siquiera percibirlo, desarmándome para abrir los brazos con humildad y reconocer, reflexionar y aceptar una vida vivida en paz, por lo que aunque no sepa nada sí sé que la vida es un regalo y cuando desechamos prepotencia y orgullo, comenzamos a saber que no hay necesidad de explicar, justificar o manejar nuestro destino, pues la realidad es que el Universo no funciona así, pues se trata de la misma manera a todos los que habitamos este planeta, sin favoritismos ni desprecio, al comprender esto, entonces supe que soy yo la causante de mi vida y sus resultados y empecé a aceptar y agradecer por cada momento vivido, por cada experiencia vivida, por cada resultado obtenido, pues en cada una de estas vivencias existe siempre un aprendizaje que nos lleva a la perfección y nos permite vivir en paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes, enseñándome que en mi condición de mortal efímera no hay tiempo que perder para dar y aceptar muchas batallas para lograr nuestra aceptación, para aceptarnos como personas perfectibles, frágiles y limitadas que mientras no aprenden a vivir la vida viviendo, jamás besaran su alma, ésa que no crece en arboles pero que se nutre con afecto y cuidado, con palabras positivas, abrazando el alma hasta saber que se abraza cuando nos abrazamos a nosotros mismos, cuando abrazamos al amigo, al hijo, al nieto y la pareja y en ocasiones lograremos abrazar hasta aquellas personas que se cruzan en nuestro camino. Empecé a saber, que a pesar que no se nada, solo sé que al bajarme del pedestal de mi orgullo y cerrazón, aprendí a besar mi alma y apreciar todo aquello que me rodea, ahora sé lo invaluable que es una tarde caminando en la lluvia, el canto de los pájaros, la mano amiga, sentir unas manos que te toman y dan apoyo fortaleciendo nuestra esperanza de vida y de compañía; reconocer que hay una Ley en el Universo que hace posible que se obtenga exactamente lo que elegimos como deseo y que cada minuto de vida operamos acorde a esta Ley creada y regida por Dios y quien cree en ella obtiene aquello que desea ya que Dios se convierte en socio y compañero del recorrido pues lo que somos demuestra que somos Él y en ocasiones lo ponemos en aprietos y le cuesta trabajo seguirnos y guiarnos para lograr la evolución de nuestra alma y existe una sola palabra que es la ley de la creación y se resume en Yo Soy, por eso amigos a partir de hoy a repetir firmemente Yo Soy y mientras usted lo hace espero también sus comentarios en angeldesofia@yahoo.com.mx agradeciéndoles su lectura.