/ sábado 1 de diciembre de 2018

Solarium

ENTRE PAPELES

· Proceso electoral singular

Aunque las campañas electorales formalmente se iniciaron ayer, lo cierto es que los aspirantes a los 3,400 cargos que serán renovados este año tienen más del doble de tiempo haciendo labor proselitista de distintos modos y formas porque su exposición ante los ciudadanos ha sido así, sin que exista forma de negarlo.

Encabezan los equipos de candidatos por cada partido los aspirantes a la presidencia de la república –como es de esperarse- y le siguen la cauda de candidatos a diputaciones federales, senadores, diputados locales, gobernadores, y presidentes municipales. Pero no será una campaña de sonido envolvente. Los primeros quizá marquen el tenor de la campaña, los demás podrán tomar la guía pero innovar el detalle. Las campañas deben tener un modelo general y dejar los detalles para que el resto de sus compañeros de partido puedan adecuar sus propuestas a cada distrito, a cada estado y a cada municipio en particular.

Uno se pregunta si en semejantes condiciones será posible darle un sentido de unidad a las propuestas de los partidos y ofrecer soluciones que vayan de la mayor a la menor pero siempre en consonancia y con efectos multiplicadores. La verdad es que armas una campaña en las condiciones que prevalecen hasta hoy, suena difícil porque se requiere una imaginación poderosa, porque se reclaman recursos excepcionales y porque 90 días son muy pocos para desarrollar un proyecto de esta naturaleza.

La tesis política de cada partido en esta ocasión palidece por razones especiales. La presencia de un candidato ciudadano –José Antonio Meade- y la de un candidato postulado en coalición –Ricardo Anaya- y el remate de una candidata que proviene de un partido y actúa independientemente –Margarita Zavala Martín del Campo- impone ciertas diferencias entre los personajes y sus organismos postulantes. Eso dificulta aún más que lo que se puede creer en un principio luego se vuelva en contra de esa imagen que siempre buscan los políticos para denotar fuerza.

De entrada, ninguno de los aspirantes presenta un proyecto personal mejor acabado para obtener una respuesta de veras decidida de los electores. Las mejores ofertas de Andrés Manuel López Obrador tienen que ver con la satisfacción a esa sed de venganza que anida en el más ferviente deseo de los ciudadanos de acabar con la corrupción y la impunidad atribuida a los más destacados funcionarios del gobierno en los últimos 20 años.

Volcar la ira de los electores contra el partido en el gobierno o contra sus antecesores, puede significar un ligero alivio a las tensiones sociales acumuladas en el país pero quedaría pendiente el apartado del desarrollo porque –aunque lo ha ofrecido- la nueva administración no tiene en este momento un proyecto serio y firme de desarrollo que nos garantice resultados a la altura de lo deseado.

Pero enfrente no existe tampoco algo más que referencias aisladas a lo que podría ser México si tal o cual candidato alcanza la presidencia. Exponer ideas aisladas no es enseñarnos la vía del cambio por la que México debe transitar. Hacer referencia a puntos aislados y sin amarres sólidos, nos hace pensar en el riesgo del fracaso con un alto porcentaje de posibilidades. Es decir, al inicio de las campañas todavía no aparece en el horizonte el faro que nos guíe.

@pedrocervantesr

ENTRE PAPELES

· Proceso electoral singular

Aunque las campañas electorales formalmente se iniciaron ayer, lo cierto es que los aspirantes a los 3,400 cargos que serán renovados este año tienen más del doble de tiempo haciendo labor proselitista de distintos modos y formas porque su exposición ante los ciudadanos ha sido así, sin que exista forma de negarlo.

Encabezan los equipos de candidatos por cada partido los aspirantes a la presidencia de la república –como es de esperarse- y le siguen la cauda de candidatos a diputaciones federales, senadores, diputados locales, gobernadores, y presidentes municipales. Pero no será una campaña de sonido envolvente. Los primeros quizá marquen el tenor de la campaña, los demás podrán tomar la guía pero innovar el detalle. Las campañas deben tener un modelo general y dejar los detalles para que el resto de sus compañeros de partido puedan adecuar sus propuestas a cada distrito, a cada estado y a cada municipio en particular.

Uno se pregunta si en semejantes condiciones será posible darle un sentido de unidad a las propuestas de los partidos y ofrecer soluciones que vayan de la mayor a la menor pero siempre en consonancia y con efectos multiplicadores. La verdad es que armas una campaña en las condiciones que prevalecen hasta hoy, suena difícil porque se requiere una imaginación poderosa, porque se reclaman recursos excepcionales y porque 90 días son muy pocos para desarrollar un proyecto de esta naturaleza.

La tesis política de cada partido en esta ocasión palidece por razones especiales. La presencia de un candidato ciudadano –José Antonio Meade- y la de un candidato postulado en coalición –Ricardo Anaya- y el remate de una candidata que proviene de un partido y actúa independientemente –Margarita Zavala Martín del Campo- impone ciertas diferencias entre los personajes y sus organismos postulantes. Eso dificulta aún más que lo que se puede creer en un principio luego se vuelva en contra de esa imagen que siempre buscan los políticos para denotar fuerza.

De entrada, ninguno de los aspirantes presenta un proyecto personal mejor acabado para obtener una respuesta de veras decidida de los electores. Las mejores ofertas de Andrés Manuel López Obrador tienen que ver con la satisfacción a esa sed de venganza que anida en el más ferviente deseo de los ciudadanos de acabar con la corrupción y la impunidad atribuida a los más destacados funcionarios del gobierno en los últimos 20 años.

Volcar la ira de los electores contra el partido en el gobierno o contra sus antecesores, puede significar un ligero alivio a las tensiones sociales acumuladas en el país pero quedaría pendiente el apartado del desarrollo porque –aunque lo ha ofrecido- la nueva administración no tiene en este momento un proyecto serio y firme de desarrollo que nos garantice resultados a la altura de lo deseado.

Pero enfrente no existe tampoco algo más que referencias aisladas a lo que podría ser México si tal o cual candidato alcanza la presidencia. Exponer ideas aisladas no es enseñarnos la vía del cambio por la que México debe transitar. Hacer referencia a puntos aislados y sin amarres sólidos, nos hace pensar en el riesgo del fracaso con un alto porcentaje de posibilidades. Es decir, al inicio de las campañas todavía no aparece en el horizonte el faro que nos guíe.

@pedrocervantesr