/ domingo 26 de junio de 2022

Opinión | Será posible llorar aunque esté feliz

Viajar no solo ilustra, da la posibilidad de ver otras formas de vida y claridad en un mejor futuro, así que, al fin, nuevamente me encuentro en Europa, aterrizando en Paris, “Toujours Paris”.

Paris siempre será Paris, que además esta semana se encuentra jubiloso con la ratificación de Emanuelle Macron y su gabinete en la conducción del país y por si fuera poco la celebración de la famosa Fiesta de La Música y el festival de la moda masculina más estrafalaria que nunca, ciudad donde la gente se desborda, ordenadamente por las calles de Paris.

Restaurantes atestados de comensales degustando las deliciosas viandas que asi sean las papas fritas, siempre serán a la francesa las mejores, por supuesto, no pude dejar de comer en el primer día, en el segundo y en todos, mis caracoles, ante los no muy complacidos ojos de mi compañero de vida, que, como buen americano no son tan de su agrado y recorriendo kilómetros y Kilómetros de calles al día, me encuentro frente a los monumentos nacionales en reparación y mantenimiento permanente, una de ellas, la Iglesia de la Madeleine, la bella Plaza Vendome con sus boutiques de marcas muy famosas, como Chanel, Dior y más, los aparadores de Louis Vouiton con sus simpáticos cangrejos y manta rayas moviéndose cadenciosamente, observar a niños y adultos mayores solos o acompañados sentados comiendo su gelato en forma de bellas rosas o saboreando su espresso viendo pasar a la gente o platicando con quien esté a su lado nos da la idea que en Francia se vive bien.


Mientras la brisa refresca el rostro y cuerpo se observa que hasta el clima fluye cadenciosamente haciendo disfrutar a la gente y turistas y a algunos nos recuerda el calor poco comparable al de Arizona o algunas de mis ciudades en Mèxico, esto hace que mi mente vuele a los días en que de niña podíamos sentarnos en la puerta a comadrear con los vecinos y vivir sin sobresaltos, me recuerda la calma chicha que se respiraba en mi México de juventud, gente tranquila como hoy es aquí, metida en la cotidianidad de sus menesteres de trabajo, doméstico y familiar, en general bien vestidos sin importar las marcas, aunque hay quien las lleva; mientras la vida fluye acá, me siento en un pequeño restaurante a beber el típico Ricard, que hay quien lo toma desde las 11 am, mientras veo con tristeza cómo la oscuridad se cierne sobre nuestra tierra, cómo nuestros niños ya no pueden salir o jugar en las calles, cómo, aún tomados de las manos, son arrancados de esas manos protectoras al lugar del nunca jamás o, cómo se tiñen su ojos de violencia al ver impunes asesinatos de padres y más personas frente a ellos que como testigos mudos permanecerán en silencio con las consecuencias a futuro que se vengan, escuchar por los medios de comunicación cómo, en esta semana, lugares como San Cristóbal de las Casas, de mis lugares favoritos y la Sierra de Chihuahua, a la que siempre recuerdo con nostalgia por su gente abandonada y tantos sitios más, se tiñen de sangre de justos como fueron los padres jesuitas cuyo fin era hacer el bien, más no acabar en manos del mal, hace que se me retuerzan las tripas de dolor y algo más, mi mente recapacita viendo que esa sangre cae como lluvia que cala hasta los huesos y empapa el alma de los justos, observando que el cielo también llora mientras el alma de los jesuitas sacrificados pasarán a ser una más de las estadísticas sin aclarar que este país lleva, y, omito comentarios sobre los comentarios mañaneros porque, este país donde estoy, hoy, es socialista y sin embargo, se observan grandes diferencias en las declaraciones del nuevo presidente colombiano y el nuestro, mostrando el contraste de la gente que vive en un país socialista donde el interés es el pueblo y donde NO se pide permiso para ser feliz pudiendo vivir sin exabruptos como en el nuestro, donde aunque se pida el permiso no logramos ser felices.


En la mezcla de lo grotesco y el realismo, se desmitifica el balance entre el bien y el mal, entre vida y muerte, entre gozo y placer, entre tristeza y alegría, ver las respuestas de quienes son nuestros guías y defensores nos llena de de desconcierto y la tristeza nos invade, no sólo por los que hoy caen, sino por todos aquellos que han muerto consecuencia de una guerra absurda y estúpida y los muchos más que seguirán cayendo. No quiero pensar que se trate de ineptitud de quienes nos protegen, pero no encuentro respuesta clara para explicar y explicarme qué pasa. Por eso hoy, llena de gozo y esperanza sigo triste sabiendo el riesgo de estar en nuestra tierra porque nos sabemos parte del pueblo, porque todos somos uno y optamos por la paz, honramos la memoria de los caídos buscando que nuestra realidad sea transformada en lo que Dios quiere para su pueblo y no creo que Dios nos quiera con dolor.


Más, como la vida en este momento me da alegría me enfoco en ella y sigo mi vida con esperanza de que vivir en MEXICO como si fuera París, será una realidad alcanzable y no una utopía más, como el destino me hace brincar a Milán, Italia, ya les platicaré el viaje en los maravillosos trenes de este continente, por lo pronto, seamos felices aunque no tengamos permiso mientras, agradezco y espero sus comentarios.

E-mail:

angeldesofia@yahoo.con.mx

La vida me da alegría me enfoco en ella y sigo mi vida con esperanza de que vivir en MEXICO como si fuera París

Mientras veo con tristeza cómo la oscuridad se cierne, cómo nuestros niños ya no pueden jugar en las calles

Viajar no solo ilustra, da la posibilidad de ver otras formas de vida y claridad en un mejor futuro, así que, al fin, nuevamente me encuentro en Europa, aterrizando en Paris, “Toujours Paris”.

Paris siempre será Paris, que además esta semana se encuentra jubiloso con la ratificación de Emanuelle Macron y su gabinete en la conducción del país y por si fuera poco la celebración de la famosa Fiesta de La Música y el festival de la moda masculina más estrafalaria que nunca, ciudad donde la gente se desborda, ordenadamente por las calles de Paris.

Restaurantes atestados de comensales degustando las deliciosas viandas que asi sean las papas fritas, siempre serán a la francesa las mejores, por supuesto, no pude dejar de comer en el primer día, en el segundo y en todos, mis caracoles, ante los no muy complacidos ojos de mi compañero de vida, que, como buen americano no son tan de su agrado y recorriendo kilómetros y Kilómetros de calles al día, me encuentro frente a los monumentos nacionales en reparación y mantenimiento permanente, una de ellas, la Iglesia de la Madeleine, la bella Plaza Vendome con sus boutiques de marcas muy famosas, como Chanel, Dior y más, los aparadores de Louis Vouiton con sus simpáticos cangrejos y manta rayas moviéndose cadenciosamente, observar a niños y adultos mayores solos o acompañados sentados comiendo su gelato en forma de bellas rosas o saboreando su espresso viendo pasar a la gente o platicando con quien esté a su lado nos da la idea que en Francia se vive bien.


Mientras la brisa refresca el rostro y cuerpo se observa que hasta el clima fluye cadenciosamente haciendo disfrutar a la gente y turistas y a algunos nos recuerda el calor poco comparable al de Arizona o algunas de mis ciudades en Mèxico, esto hace que mi mente vuele a los días en que de niña podíamos sentarnos en la puerta a comadrear con los vecinos y vivir sin sobresaltos, me recuerda la calma chicha que se respiraba en mi México de juventud, gente tranquila como hoy es aquí, metida en la cotidianidad de sus menesteres de trabajo, doméstico y familiar, en general bien vestidos sin importar las marcas, aunque hay quien las lleva; mientras la vida fluye acá, me siento en un pequeño restaurante a beber el típico Ricard, que hay quien lo toma desde las 11 am, mientras veo con tristeza cómo la oscuridad se cierne sobre nuestra tierra, cómo nuestros niños ya no pueden salir o jugar en las calles, cómo, aún tomados de las manos, son arrancados de esas manos protectoras al lugar del nunca jamás o, cómo se tiñen su ojos de violencia al ver impunes asesinatos de padres y más personas frente a ellos que como testigos mudos permanecerán en silencio con las consecuencias a futuro que se vengan, escuchar por los medios de comunicación cómo, en esta semana, lugares como San Cristóbal de las Casas, de mis lugares favoritos y la Sierra de Chihuahua, a la que siempre recuerdo con nostalgia por su gente abandonada y tantos sitios más, se tiñen de sangre de justos como fueron los padres jesuitas cuyo fin era hacer el bien, más no acabar en manos del mal, hace que se me retuerzan las tripas de dolor y algo más, mi mente recapacita viendo que esa sangre cae como lluvia que cala hasta los huesos y empapa el alma de los justos, observando que el cielo también llora mientras el alma de los jesuitas sacrificados pasarán a ser una más de las estadísticas sin aclarar que este país lleva, y, omito comentarios sobre los comentarios mañaneros porque, este país donde estoy, hoy, es socialista y sin embargo, se observan grandes diferencias en las declaraciones del nuevo presidente colombiano y el nuestro, mostrando el contraste de la gente que vive en un país socialista donde el interés es el pueblo y donde NO se pide permiso para ser feliz pudiendo vivir sin exabruptos como en el nuestro, donde aunque se pida el permiso no logramos ser felices.


En la mezcla de lo grotesco y el realismo, se desmitifica el balance entre el bien y el mal, entre vida y muerte, entre gozo y placer, entre tristeza y alegría, ver las respuestas de quienes son nuestros guías y defensores nos llena de de desconcierto y la tristeza nos invade, no sólo por los que hoy caen, sino por todos aquellos que han muerto consecuencia de una guerra absurda y estúpida y los muchos más que seguirán cayendo. No quiero pensar que se trate de ineptitud de quienes nos protegen, pero no encuentro respuesta clara para explicar y explicarme qué pasa. Por eso hoy, llena de gozo y esperanza sigo triste sabiendo el riesgo de estar en nuestra tierra porque nos sabemos parte del pueblo, porque todos somos uno y optamos por la paz, honramos la memoria de los caídos buscando que nuestra realidad sea transformada en lo que Dios quiere para su pueblo y no creo que Dios nos quiera con dolor.


Más, como la vida en este momento me da alegría me enfoco en ella y sigo mi vida con esperanza de que vivir en MEXICO como si fuera París, será una realidad alcanzable y no una utopía más, como el destino me hace brincar a Milán, Italia, ya les platicaré el viaje en los maravillosos trenes de este continente, por lo pronto, seamos felices aunque no tengamos permiso mientras, agradezco y espero sus comentarios.

E-mail:

angeldesofia@yahoo.con.mx

La vida me da alegría me enfoco en ella y sigo mi vida con esperanza de que vivir en MEXICO como si fuera París

Mientras veo con tristeza cómo la oscuridad se cierne, cómo nuestros niños ya no pueden jugar en las calles