/ lunes 1 de agosto de 2022

Opinión | Alguien murió, creyendo que tenía la razón

No hay que tener miedo a la verdad, porque no podemos avanzar cuando nos negamos a aceptar la realidad.

Y por negar la verdad, acabamos atados a una mentira. Aunque la verdad sea dolorosa, es necesario aceptarla, para que no se vea mermada la salud.

No es bueno sepultar la verdad, porque ésta, seguirá lastimando desde lo más profundo. Y así, viviremos padeciendo, sin conocer la causa.

Ya lo dijo el Señor: “…y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres". (Jn.8,31). Si nos abrimos a la verdad, venceremos la angustia, y viviremos con libertad.

Muchos, dejaron pasar la vida, creyendo que tenían la razón. Y con esa actitud, convirtieron su existencia en un calvario. A otros, se les fue la vida, pensando que alguien tenía que cambiar; y nunca advirtieron, que eran ellos, los que necesitaban un cambio.

Ellos, vivieron sufriendo de impotencia; esperando un cambio, que nunca llegó a darse. El miedo a la verdad nos impide reconocer, y enmendar nuestros errores. Y fueron muchos, los que murieron de dolor, pensando que tenían la razón. Por eso, hay que pedirle a Dios, que nos dé valor, para buscar la verdad; y una vez que la encontremos, nos de la fuerza para aceptarla.

Porque viviendo en la verdad, es la única forma, de ser plenamente felices.

No hay que tener miedo a la verdad, porque no podemos avanzar cuando nos negamos a aceptar la realidad.

Y por negar la verdad, acabamos atados a una mentira. Aunque la verdad sea dolorosa, es necesario aceptarla, para que no se vea mermada la salud.

No es bueno sepultar la verdad, porque ésta, seguirá lastimando desde lo más profundo. Y así, viviremos padeciendo, sin conocer la causa.

Ya lo dijo el Señor: “…y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres". (Jn.8,31). Si nos abrimos a la verdad, venceremos la angustia, y viviremos con libertad.

Muchos, dejaron pasar la vida, creyendo que tenían la razón. Y con esa actitud, convirtieron su existencia en un calvario. A otros, se les fue la vida, pensando que alguien tenía que cambiar; y nunca advirtieron, que eran ellos, los que necesitaban un cambio.

Ellos, vivieron sufriendo de impotencia; esperando un cambio, que nunca llegó a darse. El miedo a la verdad nos impide reconocer, y enmendar nuestros errores. Y fueron muchos, los que murieron de dolor, pensando que tenían la razón. Por eso, hay que pedirle a Dios, que nos dé valor, para buscar la verdad; y una vez que la encontremos, nos de la fuerza para aceptarla.

Porque viviendo en la verdad, es la única forma, de ser plenamente felices.