/ miércoles 4 de mayo de 2022

Opinión


No hablemos mal, del que está ausente


Todo se puede decir, del que no está presente, se dice lo bueno, y también lo peor; porque él, no va a estar ahí, para contradecir la versión.

Hasta podemos excedernos, en agrandar los defectos del ausente. Y todo, porque el otro no está presente, para poder defenderse.


Y así, nos quedamos con un aspecto de la persona, que no corresponde a su realidad; si acaso, solo será un punto de vista. Ya que la persona en cuestión, no está aquí, para afirmar o negar dichas “verdades”.


Por eso, hablar del ausente, es un abuso del lenguaje. Porque podemos decir lo que queramos, o aquello que se nos ocurra; y en el instante, acabar con el prestigio de alguien.


Pero, que importante, es no creer todo lo que se diga. Porque lo dicho, lleva la carga emocional del que lo está diciendo; y si éste, tiene afectos negativos, su versión, será tan solo un punto de vista, o una apreciación personal. Y así, como el dicho aconseja: no decir todo lo que piensas; también es importante, no creer todo lo que se dice. El hombre, no es digno de crédito. Y, si creíste en el mal que te contaron, ¿Por qué no dudaste del mal que te dijeron? Hablar del ausente, es un acto de abuso y cobardía. Porque el ausente, queda indefenso, ante la lengua desgarradora del enemigo. Cuando hablamos mal de una persona, le quitamos el derecho a ser amada; y le estamos robando el amor. Y aunque no vivamos, del: “que dirán”, si vivimos de la aceptación, y el aprecio de los demás, para que nos motiven a seguir viviendo. Sería bueno preguntarnos:


¿A cuántas personas, les hemos robado el amor? Y todo, por el abuso en nuestros comentarios.


Por tanto, no hables mal de los ausentes, porque ellos, no están aquí para defenderse; no condenemos al otro, a vivir en soledad.


Hagamos una obra de caridad: no hablemos mal del ausente; y hablemos bien, del que por ahora, no está presente.



No hablemos mal, del que está ausente


Todo se puede decir, del que no está presente, se dice lo bueno, y también lo peor; porque él, no va a estar ahí, para contradecir la versión.

Hasta podemos excedernos, en agrandar los defectos del ausente. Y todo, porque el otro no está presente, para poder defenderse.


Y así, nos quedamos con un aspecto de la persona, que no corresponde a su realidad; si acaso, solo será un punto de vista. Ya que la persona en cuestión, no está aquí, para afirmar o negar dichas “verdades”.


Por eso, hablar del ausente, es un abuso del lenguaje. Porque podemos decir lo que queramos, o aquello que se nos ocurra; y en el instante, acabar con el prestigio de alguien.


Pero, que importante, es no creer todo lo que se diga. Porque lo dicho, lleva la carga emocional del que lo está diciendo; y si éste, tiene afectos negativos, su versión, será tan solo un punto de vista, o una apreciación personal. Y así, como el dicho aconseja: no decir todo lo que piensas; también es importante, no creer todo lo que se dice. El hombre, no es digno de crédito. Y, si creíste en el mal que te contaron, ¿Por qué no dudaste del mal que te dijeron? Hablar del ausente, es un acto de abuso y cobardía. Porque el ausente, queda indefenso, ante la lengua desgarradora del enemigo. Cuando hablamos mal de una persona, le quitamos el derecho a ser amada; y le estamos robando el amor. Y aunque no vivamos, del: “que dirán”, si vivimos de la aceptación, y el aprecio de los demás, para que nos motiven a seguir viviendo. Sería bueno preguntarnos:


¿A cuántas personas, les hemos robado el amor? Y todo, por el abuso en nuestros comentarios.


Por tanto, no hables mal de los ausentes, porque ellos, no están aquí para defenderse; no condenemos al otro, a vivir en soledad.


Hagamos una obra de caridad: no hablemos mal del ausente; y hablemos bien, del que por ahora, no está presente.