/ domingo 21 de octubre de 2018

Opinión

¡BASTA YA DE INMOLAR MUJERES!


Como cualquier mamá, cuando Karen supo que estaba esperando un bebé hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael, de tres años, a prepararse para una nueva etapa en su vida, supieron que el nuevo bebé iba a ser una niña, y, día y noche, Michael le cantaba a su hermanita aún antes de conocerla.

El embarazo de Karen progresó normalmente. A tiempo empezó su labor de parto. Pero una complicación se presentó de repente y después de horas de lucha, la hermanita de Michael nació, pero en muy malas condiciones y permaneció internada en el hospital. Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decir a los padres las terribles palabras: -Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor-.

Michael les rogaba a sus padres que le dejaran ver a su hermanita:-Quiero cantarle-, decía una y otra vez, pero le explicaban que no permitían la entrada a los niños a terapia intensiva. De pronto Karen se decidió. Llevaría a Michael a ver a su hermanita. ¡La dejarán o no! Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería nunca.

Ella le puso un overol inmenso y lo llevó a terapia intensiva. Michael parecía una enorme canasta de ropa sucia. Más al darse cuenta la jefa de enfermeras de que era un niño, se enfureció. -¡Saquen a ese niño de aquí ahora mismo!- no se admiten niños aquí. El carácter de Karen afloró y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miró con ojos de acero a la enfermera y le dijo: “¡Él no se va hasta que le cante a su hermanita!” y levantó a Michael y lo llevó a la cama de la niña.

Con la voz que salía del corazón de un niño de tres años, Michael le cantó: -Eres mi luz del sol, mi única luz, tú me haces feliz cuando el cielo es gris… Instantáneamente la bebé pareció responder al estímulo de la voz de Michael, su pulso se empezó a volver normal.

-¡Sigue cantando, Michael-, pedía desesperadamente su mamá con lágrimas en los ojos. -¡Sigue cantando, Michael!…Ahora era la voz de la enfermera que, con lágrimas en los ojos no dejaba de pedirle al niño que continuara. Al día siguiente… La niña estaba en perfectas condiciones para irse a su casa.

Una prestigiada revista lo llamó:-El milagro de la canción del hermano. Los doctores le llamaron simplemente un milagro. Karen le llamó: -El Milagro del Amor de Dios.

Como este Milagro de Amor, que hoy ofrece “El Sol de San Luis” a sus fieles lectores, el cual forma parte de las compilaciones del padre Fernando Castro Villanueva, es lo que México necesita urgentemente, pues su pueblo se encuentra al borde del colapso, al recibir tanta laceración por la sangre inocente derramada.

Sangre que clama ¡Justicia!, al igual que Juan Pueblo y María Ciudadana, quienes, desesperados piden a gritos a las autoridades competentes de los tres niveles de gobierno,que intensifiquen la lucha para desterrar tanta inseguridad, cuyo sello se plasma en una -cada vez creciente- estela de dolor y muerte,que mancha la tranquilidad de nuestra hermosa tierra de la Tuna y el Nopal.

Ojalá y así sea y por favor ya no salgan con ese eterno estribillo de: -Estamos trabajando en la investigación- o, -No podemos adelantar nada porque se entorpecería la investigación. Porque el Juan y la María son de armas tomar y podrían partirles su mandarina en gajos a los delincuentes. ¡Al Costo!


Comentarios: altagracia_155@hotmail.com


¡BASTA YA DE INMOLAR MUJERES!


Como cualquier mamá, cuando Karen supo que estaba esperando un bebé hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael, de tres años, a prepararse para una nueva etapa en su vida, supieron que el nuevo bebé iba a ser una niña, y, día y noche, Michael le cantaba a su hermanita aún antes de conocerla.

El embarazo de Karen progresó normalmente. A tiempo empezó su labor de parto. Pero una complicación se presentó de repente y después de horas de lucha, la hermanita de Michael nació, pero en muy malas condiciones y permaneció internada en el hospital. Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decir a los padres las terribles palabras: -Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor-.

Michael les rogaba a sus padres que le dejaran ver a su hermanita:-Quiero cantarle-, decía una y otra vez, pero le explicaban que no permitían la entrada a los niños a terapia intensiva. De pronto Karen se decidió. Llevaría a Michael a ver a su hermanita. ¡La dejarán o no! Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería nunca.

Ella le puso un overol inmenso y lo llevó a terapia intensiva. Michael parecía una enorme canasta de ropa sucia. Más al darse cuenta la jefa de enfermeras de que era un niño, se enfureció. -¡Saquen a ese niño de aquí ahora mismo!- no se admiten niños aquí. El carácter de Karen afloró y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miró con ojos de acero a la enfermera y le dijo: “¡Él no se va hasta que le cante a su hermanita!” y levantó a Michael y lo llevó a la cama de la niña.

Con la voz que salía del corazón de un niño de tres años, Michael le cantó: -Eres mi luz del sol, mi única luz, tú me haces feliz cuando el cielo es gris… Instantáneamente la bebé pareció responder al estímulo de la voz de Michael, su pulso se empezó a volver normal.

-¡Sigue cantando, Michael-, pedía desesperadamente su mamá con lágrimas en los ojos. -¡Sigue cantando, Michael!…Ahora era la voz de la enfermera que, con lágrimas en los ojos no dejaba de pedirle al niño que continuara. Al día siguiente… La niña estaba en perfectas condiciones para irse a su casa.

Una prestigiada revista lo llamó:-El milagro de la canción del hermano. Los doctores le llamaron simplemente un milagro. Karen le llamó: -El Milagro del Amor de Dios.

Como este Milagro de Amor, que hoy ofrece “El Sol de San Luis” a sus fieles lectores, el cual forma parte de las compilaciones del padre Fernando Castro Villanueva, es lo que México necesita urgentemente, pues su pueblo se encuentra al borde del colapso, al recibir tanta laceración por la sangre inocente derramada.

Sangre que clama ¡Justicia!, al igual que Juan Pueblo y María Ciudadana, quienes, desesperados piden a gritos a las autoridades competentes de los tres niveles de gobierno,que intensifiquen la lucha para desterrar tanta inseguridad, cuyo sello se plasma en una -cada vez creciente- estela de dolor y muerte,que mancha la tranquilidad de nuestra hermosa tierra de la Tuna y el Nopal.

Ojalá y así sea y por favor ya no salgan con ese eterno estribillo de: -Estamos trabajando en la investigación- o, -No podemos adelantar nada porque se entorpecería la investigación. Porque el Juan y la María son de armas tomar y podrían partirles su mandarina en gajos a los delincuentes. ¡Al Costo!


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