Opinión

¡VALE MÁS PENSAR ANTES DE ACTUAR!

En un bosque lleno de árboles frondosos, había un viejo naranjo, en cuyas ramas vivía una familia de ardillitas que todos los días salían contentas a jugar y a buscar su comida, pero siempre muy cerca del árbol en que vivían, pues era peligroso alejarse mucho de su cobijo. Eran muy felices y nada les hacía falta.

Un día mamá y papá ardillas salieron más allá del bosque en busca de granos necesarios para su alimentación, pero antes dijeron a sus hijos: -Por ningún motivo vayan a salir pues el bosque es muy peligroso-,Dientín, por ser el hermano mayor cuidará de ustedes mientras regresamos. Todo iba bien, hasta que Sheshe, la ardillita más rebelde de la familia, dijo a sus hermanos: -Estoy cansada de esperar, y de obedecer. ¿Por qué no ayudar a nuestros papás y vamos a buscar comida por nuestra cuenta? ¿Tú que dices Dientín?

-No, es mejor permanecer dentro de casa como lo ordenaron nuestros padres. ¿Imaginen lo que pasaría si no obedecemos, o si alguno de ustedes se perdiera o le pasara algo? Contestó Dientín. -No pasa nada –dijo Sheshe- y si no quieren ir conmigo iré yo sola, pues ya estoy grande y soy libre de hacer lo que quiera. ¿Quién va conmigo? –preguntó a los demás. Pero nadie se animó a seguirla.

Sheshe comenzó entonces a brincar de rama en rama alejándose sin pensar en el peligro que corría al adentrarse en lo más profundo del bosque. Sus hermanitos se angustiaban al ver que Sheshe se perdía entre los árboles. Después de un rato se detuvo a descansar, y por primera vez se sintió sola y lejos de casa. Quiso regresar, pero no encontró el camino; desesperada por aquella situación comenzó a llorar y buscó ayuda, pero nadie acudía en su auxilio.-¿Por qué no hice caso a lo que me decían?, -se repetía- ¿por qué no pensé en las consecuencias que me traería adentrarme en el bosque? Prometo que si regreso con bien pensaré más las cosas que hago.

Más Dientín decidió buscarla sabiendo los riesgos que ello implicaría.-Debo actuar rápido antes de que sea demasiado tarde- decía para sí. ¡Ya sé! – dijo - te encargaré a ti, Yuyi, que cuides a los demás mientras regresan nuestros papás, y cuando lo hagan les contarás lo que sucedió. Sólo espero que Sheshe esté bien.Y sin más partió en busca de su hermanita. Pasó largo rato buscando entre las ramas, siempre cauteloso para que no lo vieran sus enemigos, y para no perderse dejaba como huella ramitas quebradas.

Después de un rato, escuchó el sollozo de su hermanita que estaba escondida con mucho miedo, y arrepentida de lo que había hecho. Dientín se acercó, la abrazó y con voz dulce le dijo: -Ven, vamos a casa.Al llegar al naranjo todos se alegraron pues nada les había pasado. Sheshe reconoció que había actuado sin medir las consecuencias, y desde entonces cada vez que quería hacer una travesura pensaba en las consecuencias que traería ese acto. Agradeció la valentía y comprensión de Dientín, y de él aprendió a ser responsable.

Y serlo es estar conscientes de lo que vamos a hacer y estar dispuestos a aceptar las consecuencias de nuestros actos. Por eso, cada vez que vayas a hacer algo decide libremente. ¡Pero piensa antes de actuar!

Hermosa reflexión que hoy entrega “El Sol de San Luis” a sus fieles lectores,que retrata fielmente la conducta de muchos jóvenes, que en la adolescencia desean comerse el mundo entero de un solo bocado, y si sus mayores se atreven a regañarlos o llamarles la atención,“arde Troya”, pues los chamaquitos llegan a tacharlos de “rucos”, “viejillos”, “momias” y hasta de “retrasados mentales”.El colmo, es que no se aprende de inmediato, sino hasta que tienen el primer tropezón.¡Y de ahí pal real uno tras otro!

Pero sólo así comprenden que la vida es un aprendizaje continuo; y que los “rucos” tenían y tienen toda la razón.

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