RENCOR Y ORGULLO NO CABEN EN EL AMOR
En la mañana, Leonardo recibió una llamada de su ex –novia quien dijo: También sentí lo mismo que tú anoche. Te espero dentro de una hora en el parque, junto al pequeño muelle del lago. Leonardo colgó el teléfono y quedó pensativo.
Extrañamente, un día antes había soñado a su ex –novia con la cual había terminado, y por rencor y orgullo se perdió la comunicación de pareja y amistad con ella y ahora, era el momento para que ambos volvieran a cruzar palabra, pues el orgullo no debe ser eterno.
Leonardo se dirigió al parque, se acercó al pequeño muelle y se sentó, pensando en qué le diría su ex –novia, y veía a la gente pasar, cuando entre esa gente, alcanzó a observar que ella misteriosamente se acercaba a él. Le extraño ver que no llevaba sus ropas frecuentes, al contrario, llevaba vestido y zapatos blancos, impecablemente limpios. ¡Y su rostro lucía tan hermoso! Era como si destellara rayos de luz e intentó saludarla, pero ella dijo: -Caminemos.
-He sabido que has estado triste ¿Es así Leonardo? Te he soñado llorando, y no te había buscado, pues sabía que tú no querías saber nada de mí. Esperé que me llamaras, pero no sucedió. Y el esperarte y pensar en ti borró mi apetito y mis días de sol y así fui decayendo. Grité tu nombre mil veces, y mil veces te pedí perdón. ¡Qué lástima que no me hayas llamado Leonardo!
Pero nunca es tarde para perdonar, y si te pedí que vinieras fue para entregarte esto. Puso en sus manos una cruz, la cual era el símbolo del amor de los dos. Te amo y quiero que la conserves por el resto de tu vida. Él quedó sin palabras y con ojos llorosos, mientras la gente lo empezaba a ver y lo señalaban, y un señor le preguntó: -¿Se encuentra bien? –Sí, ¿por qué? -Es que lo veo caminar y llorar ¿le sucede algo? –No, sólo hablo con ella.
Extrañado el señor se retiró del lugar. Leonardo acompañó a su ex –novia hasta su casa. Al llegar ella le pidió que por favor esperara afuera, Leonardo esperó 10 minutos y al ver que no regresaba, se preocupó. De repente vio salir de la casa a los amigos de ella. Todos con cara triste y ojos llorosos, lo abrazaron y le dijeron: -Se nos fue Leonardo, se nos fue. Tembloroso entró a la casa y llegó hasta el cuarto. Allí se encontraba la mamá junto al cadáver, el cual reflejaba una tristeza inmensa.
Leonardo llorando y confundido preguntó a la señora: -Dígame que sucedió. -Dice el doctor que murió de tristeza, ella dejó de comer y de reír. No sabemos si el desamor la alejó de todo. No sabemos si el sentimiento de culpa la hizo infeliz. La mamá le entregó una carta a Leonardo que decía: -Yo también sentí lo mismo que tú. El aire empieza a faltarme, intento gritarle a mamá, pero no puedo. Luces blancas iluminan mi alcoba, siento un fuerte dolor de cabeza. Leonardo, gracias por haber ido al lago, gracias por estar aquí. Aunque en vida no me pudiste perdonar, sé que ahora lo harás frente a mi cadáver. Leonardo miró el cuerpo inerte y sólo dijo: -Perdóname tú a mí y pide para que yo también perdone mi falta de decisión.
Hermosa y dolorosa reflexión que hoy entrega “El Sol de San Luis” a sus fieles lectores, la cual forma parte de las compilaciones del padre Fernando Castro Villanueva, de la que remarca que:- El rencor no tiene por qué cegarnos tanto en el amor, en la amistad o en la familia y que todos como seres humanos lastimamos de igual manera, por eso hay que aprender a perdonar a cada una de esas personas que nos lastimaron, pero nosotros también debemos aprender a pedir perdón. Nunca dejar que mañana sea demasiado tarde. Mejor hay que correr y abrazar a esa persona, mirarla a los ojos y sentir lo bello que es vivir.
También debemos recordar que Dios nos da la vida y solo Él puede quitarla, por ello hay que aprender a amar, pero jamás ofrendarla vida por un amor. y aunque cierto es que el primer amor no se olvida, no indica que sea el definitivo o el mejor. Lo ideal es disfrutar de la juventud, y si un amor se va, no importa, porque con seguridad otro llegará y convertirá las lágrimas en sonrisas y felicidad.
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