/ lunes 1 de octubre de 2018

Observaciones

HOMENAJE SINCERO A UNA ENFERMERA

Pocas son las palabras que en esta ocasión, rendiré con mucha honestidad, pero sobre todo con gran humildad a quien sinceramente lo digo de corazón y con enorme franqueza: se lo debo absolutamente todo… Pues sí, efectivamente, todo lo que soy y lo que somos, tanto mis hermanas y yo, se lo debemos a una GRAN MUJER, a nuestra MADRE, María del Carmen Rodríguez Martínez, quien precisamente el día de hoy, deja su uniforme de enfermera general que utilizó por más de 38 años de servir a la población de San Luis Potosí, o bien, de algunos otros estados circunvecinos que por una u otra razón, debían ser atendidos por personal administrativo, químicos, médicos, y por supuesto, el de enfermería que son los primeros en tener y mantener un contacto directo con los pacientes o derechohabientes que así lo requirieran o necesitaran.

Sin demagogia alguna, quiero expresarte que fuiste un gran ejemplo a seguir en cada uno de nosotros, porque a pesar de haber estado siempre sola, sin el deseo de compartir los triunfos y fracasos con una pareja para apoyarte por completo en las buenas y en las malas, en decisiones que finalmente pudieron ser para bien o para mal, serían cosa de dos y para los tuyos -o sea nosotros-, pues no, decidiste luchar como toda admirable mujer que tiene ese gran valor, reto y tenacidad para haber enfrentado tu sola lo que fuera contra viento y marea; por muy fuertes que vinieran los tiempos y las críticas constructivas y destructivas hacia tu persona, seguiste llevando y controlando el timón con el ejemplo de buena conducta e intachable moral. Sabemos muy bien y lo tomaremos en cuenta, que siempre fuimos para ti lo primero y lo último. Desde pequeños nos enseñaste tantas cosas; inclusive, nos vacunaste para protegernos de los vaivenes de la vida futura, dándonos educación, consejos, valores y estudios como principal defensa contra esas incurables enfermedades que día a día llegan atacando más y más, como lo son las carencias y las faltas de oportunidades.

Seguramente donde fue tu sitio de trabajo, el Centro de Salud “Dr. Juan H. Sánchez”, y por las experiencias que tuviste en diferentes áreas, no solo te extrañaran tus compañeras y compañeros de trabajo, sino toda esa gente que hasta por la más mínima atención que les bridabas, se mostraron siempre agradecidas contigo. A partir de hoy, emprendes un nuevo horizonte, donde verás con otra dimensión el júbilo y la dicha de haber servido incondicionalmente con ética y profesionalismo a la población en general con algo tan serio e invaluable como lo es la salud.

A nombre de familiares, mis hermanas, compañeras, compañeros, y desde luego el mío propio en especial, te deseamos el mejor de los éxitos en tu jubilación; que Dios te siga dando mucha salud para que goces de tus descansos. Muchas Felicidades y Enhorabuena. Hasta la próxima…


HOMENAJE SINCERO A UNA ENFERMERA

Pocas son las palabras que en esta ocasión, rendiré con mucha honestidad, pero sobre todo con gran humildad a quien sinceramente lo digo de corazón y con enorme franqueza: se lo debo absolutamente todo… Pues sí, efectivamente, todo lo que soy y lo que somos, tanto mis hermanas y yo, se lo debemos a una GRAN MUJER, a nuestra MADRE, María del Carmen Rodríguez Martínez, quien precisamente el día de hoy, deja su uniforme de enfermera general que utilizó por más de 38 años de servir a la población de San Luis Potosí, o bien, de algunos otros estados circunvecinos que por una u otra razón, debían ser atendidos por personal administrativo, químicos, médicos, y por supuesto, el de enfermería que son los primeros en tener y mantener un contacto directo con los pacientes o derechohabientes que así lo requirieran o necesitaran.

Sin demagogia alguna, quiero expresarte que fuiste un gran ejemplo a seguir en cada uno de nosotros, porque a pesar de haber estado siempre sola, sin el deseo de compartir los triunfos y fracasos con una pareja para apoyarte por completo en las buenas y en las malas, en decisiones que finalmente pudieron ser para bien o para mal, serían cosa de dos y para los tuyos -o sea nosotros-, pues no, decidiste luchar como toda admirable mujer que tiene ese gran valor, reto y tenacidad para haber enfrentado tu sola lo que fuera contra viento y marea; por muy fuertes que vinieran los tiempos y las críticas constructivas y destructivas hacia tu persona, seguiste llevando y controlando el timón con el ejemplo de buena conducta e intachable moral. Sabemos muy bien y lo tomaremos en cuenta, que siempre fuimos para ti lo primero y lo último. Desde pequeños nos enseñaste tantas cosas; inclusive, nos vacunaste para protegernos de los vaivenes de la vida futura, dándonos educación, consejos, valores y estudios como principal defensa contra esas incurables enfermedades que día a día llegan atacando más y más, como lo son las carencias y las faltas de oportunidades.

Seguramente donde fue tu sitio de trabajo, el Centro de Salud “Dr. Juan H. Sánchez”, y por las experiencias que tuviste en diferentes áreas, no solo te extrañaran tus compañeras y compañeros de trabajo, sino toda esa gente que hasta por la más mínima atención que les bridabas, se mostraron siempre agradecidas contigo. A partir de hoy, emprendes un nuevo horizonte, donde verás con otra dimensión el júbilo y la dicha de haber servido incondicionalmente con ética y profesionalismo a la población en general con algo tan serio e invaluable como lo es la salud.

A nombre de familiares, mis hermanas, compañeras, compañeros, y desde luego el mío propio en especial, te deseamos el mejor de los éxitos en tu jubilación; que Dios te siga dando mucha salud para que goces de tus descansos. Muchas Felicidades y Enhorabuena. Hasta la próxima…