/ lunes 13 de septiembre de 2021

No es lo mismo hablar de Dios...

...Que hablar con Dios

No es igual, que hablemos de alguien a que hablemos con alguien. Podemos hablar mucho de una persona, pero nunca la conoceremos hasta que no dialoguemos con ella.

Hablar de alguien, no fortalece el vínculo, porque la mejor manera de entrar en contacto con alguien, es a través del diálogo. Por eso decimos, que para mantener vivo el amor, no basta con llevar al ser amado en la mente, ni sólo hablar de él; hay que sostener un contacto constante con el amado, a través del diálogo. El diálogo, es indispensable para conservar y hacer fuerte una relación. Porque es difícil amar a la distancia.

Hay muchos, que trabajan por el ser que aman, pero viven sin el amado. Y así, el corazón se va a llenar de otras cosas.

Y lo mismo pasa en la relación con Dios: podemos hablar mucho del Señor, pero no hablamos con Dios. Y al no hablarle a Dios, lo convertimos en un concepto, sin realidad ninguna.

De Dios, pueden pronunciarse grandes discursos, que solo quedan en palabras, pero no mueven el corazón del que las pronuncia.

La única manera de llegar a amar a Dios, es hablando con Él, y no solo hablando de Él. Y esto, se extiende a cualquier tipo de relación; dónde no basta hablar de alguien, cuando nunca dialogamos con él. No olvidemos, que el diálogo es el alimento del alma y dialogar con el Señor, hace fuerte el amor divino.

...Que hablar con Dios

No es igual, que hablemos de alguien a que hablemos con alguien. Podemos hablar mucho de una persona, pero nunca la conoceremos hasta que no dialoguemos con ella.

Hablar de alguien, no fortalece el vínculo, porque la mejor manera de entrar en contacto con alguien, es a través del diálogo. Por eso decimos, que para mantener vivo el amor, no basta con llevar al ser amado en la mente, ni sólo hablar de él; hay que sostener un contacto constante con el amado, a través del diálogo. El diálogo, es indispensable para conservar y hacer fuerte una relación. Porque es difícil amar a la distancia.

Hay muchos, que trabajan por el ser que aman, pero viven sin el amado. Y así, el corazón se va a llenar de otras cosas.

Y lo mismo pasa en la relación con Dios: podemos hablar mucho del Señor, pero no hablamos con Dios. Y al no hablarle a Dios, lo convertimos en un concepto, sin realidad ninguna.

De Dios, pueden pronunciarse grandes discursos, que solo quedan en palabras, pero no mueven el corazón del que las pronuncia.

La única manera de llegar a amar a Dios, es hablando con Él, y no solo hablando de Él. Y esto, se extiende a cualquier tipo de relación; dónde no basta hablar de alguien, cuando nunca dialogamos con él. No olvidemos, que el diálogo es el alimento del alma y dialogar con el Señor, hace fuerte el amor divino.